Slim: Cerramos la brecha, ¿Y ahora?

Publicado el 18 de Abril de 2009

No tengo muy claro como fue que ingresé en aquel híbrido grupo, pero recuerdo que lo mismo había académicos, escritores, burócratas, comunicadores, políticos, estudiantes y algunos despistados como un servidor. La formación de muchos de aquellos compañeros los dotaba de un perfil social que defendía impetuoso la igualdad del hombre y por consiguiente condenaban las políticas liberales de la economía de mercado.
Por otro lado, algunos con la cultura del autoempleo defendíamos posturas capitalistas bajo los típicos argumentos del individualismo: Desde la temprana infancia la persona tiene noción de lo que es la propiedad privada demostrándolo al celar apasionadamente sus juguetes; es un asunto de naturaleza humana, no de doctrinas económicas.

Cuando las horas y las copas pasaban, irremediablemente se llegaba al punto de criticar la aberrante riqueza acaparada por unos pocos individuos, algunos señalaban la tremenda brecha que se abría entre un mexicano como Carlos Slim y el común de los mortales, otros apuntábamos al mérito empresarial que tiene el comprometer los recursos propios en la búsqueda de crear empleos, única manera de ofrecer dignidad financiera a los más desposeídos. Unos veíamos el vaso medio lleno debatiendo que no importaba la brecha, lo rescatable era que los marginados alcanzasen los satisfactores económicos; otros veían el vaso medio vacío pretendiendo convencer de que la distribución igualitaria de la riqueza acabaría con la pobreza. Las actitudes se radicalizaban y finalmente llegábamos a una conclusión: A la religión, la filosofía y la política, habría que sumar los sistemas económicos como tópico tabú en las reuniones entre amigos.

Pasaron los años y un buen día nos encontramos con los encabezados de todos los diarios de México diciendo que Carlos Slim era el hombre más acaudalado del mundo. La brecha entre el hombre que representaba al monstruo del capitalismo y los cien millones de compatriotas se abría aún más, rebasando el magnate la suma de los sesenta mil millones de dólares. Por supuesto, el hecho de manejar un auto último modelo no había disipado las demandas sociales de algunos académicos, por lo que su censura se hizo escuchar. Dejar de viajar por tierra para hacerlo por aire tampoco inmutó a los periodistas de tendencias izquierdistas, no importaba que ahora se dieran el lujo de viajar en avión, Slim no debería tener uno para él solo. Aquellos que ahora podían comer los domingos un buen corte de carne y beber una copa de vino no se contentaban con poder ingerir lo mismo que Don Carlos, se martirizaban pensando que los millonarios pueden comprar la vaca entera.

Pasó el tiempo y llegamos a Marzo de 2009, donde la publicación de Forbes de los hombres más ricos del planeta mando a nuestro mexicano más ilustre hasta el tercer lugar de su ranking, calculando una merma en su riqueza de veinticinco mil millones de dólares. La nota paso a segundo término por esa novedad en la lista que fue la inclusión de un reconocido delincuente mexicano, noticia que dicho sea de paso, no debería de sorprender a nadie al revisar las coberturas de los eventos sociales en todos los medios locales del país, al observar las listas de socios de los clubes a los que asistimos, al cuestionarnos por algunas familias que pertenecen a nuestra Iglesia ó al identificar a ciertos personajes en los eventos de los colegios privados.
Pero volviendo a Slim, ahora que se ha cerrado la brecha entre él y nosotros en un cuarenta por ciento de su riqueza, ¿Estarán alcanzando el bienestar los que menos tienen? De los veinticinco billones de dólares que perdió, ¿Se repartió algo entre los pobres?, ¿Los negocios de Slim dan más ó dan menos empleos que cuando encabezaba la lista?, ¿Y quien da trabajo hoy a los desempleados, Marx acaso? Para usted y para mí, que aún no estamos sumidos en la pobreza, ¿El futuro pinta mejor ó peor con el retroceso de los capitales de Slim, Gates y Buffet? Recemos entonces porque la brecha vuelva a ser mayor.

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Saltillense: ¿Mogigatería ó Perdición?

Publicado el 07 de Marzo de 2009

Mediados de los ochenta. Predominaban los colegios de un solo género, de modo que los muchachos saltillenses aprovechábamos las tardes en que las estudiantes iban a los ensayos de los bailes para entablar amistades. Ahí fue dónde muchos tuvimos conocimiento de cómo algunas damas preparaban de forma exageradamente ortodoxa a las candidatas, quinceañeras y adolescentes para esas noches en las que serían el centro de la atención. Escuchábamos entre bostezos las quejas que las jóvenes hacían de la manera en que las señoras de aquellos tiempos les presionaban para hacer las cosas como lo marca la feminidad; ellas por otro lado eran también testigos de nuestros lamentos juveniles por el yugo masculino que nos hacía sentir más inmaduros de lo que las espinillas delataban. Mojigatería, recato y sumisión hacia los mayores era la divisa. Esto en una época en la que los adultos entendían perfectamente que las diferencias entre géneros son cuestión de naturaleza y no de machismo; también sabían que ser padre ó buen maestro influye más que ser amigo.

Por supuesto, la doble moral no fue inventada por nuestra generación, hay quienes afirman que la primer evidencia la tenemos en las tres negaciones de Pedro. Por eso es que mucho tiempo después conocimos de los deslices de nuestros mentores, igualmente nuestros niños algún día crecerán para notar que sus mayores somos seres imperfectos, que no somos tan íntegros ni tan virtuosos como parecemos desde la perspectiva del asiento trasero del auto.

Volviendo al tema, de poco a poco la manera de educar por ser y parecer dama fue cediendo a finales de los ochenta y durante los noventa por una supuesta exigencia de igualdad; a la par los varones obtuvimos más libertades, consecuencia de la generación ascendente marcada por haber sido formada con la receta de la sangre, no del ejemplo. Todo esto tuvo en el crecimiento de nuestra ciudad un campo fértil en el que gustosamente desechamos nuestros valores para obtener la aprobación del nuevo orden social en el sentido de que Saltillo habría dejado de ser pueblo para convertirse en metrópoli, como si esto tuviera que ver con usos y costumbres en lugar de con el número de habitantes. Ya no habría escondite para la doble moral, y empezó la decadencia.

Lo demás ya es historia: Todo adulto saltillense hoy se cuestiona bajo que condiciones se desarrollan sus hijos. Mismos adultos que hoy no cesamos de lanzar piedras hacía un movimiento religioso que mucho tuvo que ver en la vocación conservadora que tan buen blindaje nos dio durante tanto tiempo, mismos adultos que hoy renegamos de un holding empresarial que a lo largo de décadas supo permear hacía sus trabajadores, las familias de estos y en todo su radio de influencia local los valores que hoy difícilmente encontramos en cualquier nivel de la población.

Expertos en hacer leña del árbol caído, hoy imputamos a todos los miembros de un movimiento los errores cometidos por su fundador, culpamos a una religión y aprovechamos para espetar que ya no queremos saber nada de sus doctrinas, ocultando con destreza el hecho de que en el pasado tampoco fuimos fieles devotos de nada, es solo que ahora parece oportuno tomar pretexto para rechazar formalmente aquello de lo que siempre estuvimos alejados en la práctica.

Por otro lado, aunado a la caída bursátil de las empresas que esbozaron el mesurado camino por el cual la moral saltillense transitó durante la segunda mitad del siglo XX, se ha desplomado también el liderazgo que estos grupos tendrían para proponer a la sociedad las rutas que nos lleven no solo al necesario bienestar económico, sino también a la trascendencia de mejorar como sociedad.
Como saltillenses hoy debemos decidir en lo particular lo que vamos a privilegiar en nuestra escala de valores comunal: ¿Mojigatería que blinda ó liberalismo que expone? ¿Doble moral con riendas ó nula moral desbocada? ¿Religiones con defectos ó ateísmo sin esperanza? ¿Movimientos cuestionados ó cofradías recaudatorias? ¿Empresas socialmente responsables ó empresarios como Madoff? ¿Sociedad fragmentada ó delincuencia organizada? No existe salida fácil, no existe respuesta perfecta, pero existen grandes riesgos.

Desapareció China, emergió Jalisco, ¿Y Coahuila?

Publicado el 23 de Febrero de 2009

En un rito que vengo haciendo desde hace más de quince años, la semana que termina estuve en las ciudades de Guadalajara y Ocotlán del estado de Jalisco. Los eventos que me llevan cada doce meses al occidente del país son las exposiciones nacionales más importantes del giro en el cual trabajo, las muestras a las que asisto están separadas por menos de un centenar de kilómetros, pero unidas en un clúster económico dentro de una misma zona de México. Clúster que, aún estando en la franja agavera nada tiene que ver con la industria tequilera.

Durante lo que llevamos del siglo, los visitantes observamos como cada año se iba incrementando la oferta de productos importados desde lugares tan remotos para el comercio al detalle como India, Filipinas, Brasil, Estados Unidos y por supuesto el coco mundial, China. Pero siempre existieron fabricantes mexicanos que se resistieron a convertirse en simples importadores resolviendo tomar el largo y sinuoso camino de eficentar procesos para competir ante los subsidios fiscales, tecnológicos, arancelarios, laborales, monetarios ó cambiarios de los que los productores internacionales gozaban.

En este 2009, como previsible efecto de una crisis económica mundial y resultado también de un peso devaluado frente al dólar, nos encontramos con una escasísima oferta de productos de importación y unos satisfechos fabricantes mexicanos conocedores de que hoy el mercado interno nacional les sonríe tras años de hacer malabares para contrarrestar condiciones que fueron artificialmente favorables para el consumidor mexicano, pero tortuosas para el empresario nacional.

Por otro lado, aquellos que decidieron desmantelar sus plantas en la fácil alternativa de convertirse en intermediarios del intermediario del consumidor final, se encuentran hoy sin los activos que les permitan reaccionar rápidamente ante la nueva demanda de productos nacionales que si bien ha sido afectada por la caída del poder adquisitivo en todo el país, le brinda a los empresarios que compitieron en estándares internacionales la ventaja de saber como hacer las cosas a bajo costo sin mermar la calidad, lo que ante una paridad cambiaría que ha tenido un agregado del cincuenta por ciento en menos de cinco meses se entiende como oro molido ante la oferta internacional.

Y de todo lo anterior, se preguntará usted, ¿En dónde cuadra Coahuila? Bueno, la respuesta está en los agónicos programas que los gobiernos de los tres niveles realizan para tratar de mantener un flujo económico regional que busca contener un problema social de dimensiones mayores, esfuerzos que aunque loables, resultan insuficientes al ser políticas del tipo regalar el pescado en lugar de propiciar dónde y cómo pescar. La diferencia entre los casos tapatío y coahuilense siguen siendo las mismas que se han señalado insistentemente desde hace tiempo: No es suficiente basar una economía en ventajas competitivas únicas (llámese tequila ó industria automotriz, turismo playero ó cercanía con la frontera, ganadería ó minería). Las economías, entre más grande ó diversa sea la entidad a gobernar, mayor deberá ser la gama de clústers ó grupos de actividades económicas afines para poder contar con el apoyo de uno cuando algún otro este deprimido, clásica realidad financiera que tiene que ver más con ciclos económicos que con políticas públicas cicladas.

Localmente hemos atestiguado como los clústers ajenos a la industria automotriz no han podido despegar, por citar solo ejemplos recordaremos como fue que la industria cerámica se topó con la implacable voluntad de personajes que no permitían edificaciones colindantes; de cómo una incipiente vocación farmacéutica y herbolaria regional fue destazada para cambiar aspirinas por bienes raíces; de cómo la industria agroquímica traslado sus corporativos al lejano oriente debilitando la posibilidad de sinergia que se empezaba a gestar con los recursos humanos locales.

El gran reto entonces empieza por discernir dónde está trazada la línea entre la responsabilidad de un gobierno en su papel de gestor de voluntades y una clase empresarial que no define aún si su rol dentro de la comunidad será como especulador a la caza de fáciles negocios ó como gremio comprometido con la generación de empleos.
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Para salvar el comercio local

Publicado el 06 de Febrero de 2009

Decenas de diplomados en comercialización le habían enseñado al novel agente de ventas que la adulación es una buena llave para abrir puertas en una negociación. Sabía que el viejo comerciante al que visitaba acababa de construir su nuevo local después de años de sacrificios y trabajo, el orgullo de aquel empresario sería lo que el vendedor utilizaría para lograr su objetivo. Una vez recibido por el veterano comprador, hábilmente introdujo en los saludos el tema de lo impresionante que era haberse hecho de una propiedad que brindaba solidez a su patrimonio y a su empresa.

De ahí pasaron al tema del negocio, el vendedor buscaba en vano realizar una operación tratando sin éxito de derrumbar los sólidos argumentos que el viejo comprador esgrimía; el agente le hacía ver insistentemente la oportunidad de comprar a precios que jamás volverían a ver debido a la recesión que imperaba, sacaba a relucir viejos axiomas empresariales que son verdades solo desde una perspectiva como lo es la importancia de saber comprar. No comprar al precio que le ofrecía rayaba en la irresponsabilidad, lo que dejaba a los clientes del empresario sin la posibilidad de hacerse de bienes materiales a bajo costo.

El comprador lo escuchó atentamente hasta que la saliva del vendedor se terminó, fue entonces que le lanzó una oferta irresistible. Los papeles cambiaban, ahora él era el oferente y le brindó al joven la oportunidad de su vida, quedarse con la nueva propiedad por la décima parte de su valor. Aquella oferta tomo desprevenido al vendedor profesional, esto estaba fuera del guión, pero una vez recuperada la compostura preguntó si el ofrecimiento era real y bajo que condiciones. La respuesta fue lapidaría: la oferta era real pero existía una sola condición, hacer el pago en ese preciso momento y en efectivo. Obviamente el agente viajero no cargaba la cantidad de dinero necesaria y fue imposible comprar una propiedad que hubiese dado un inesperado giro a su futuro.

Fue entonces que el maestro le dijo al alumno: Con esto entenderás que sin importar lo generosa que sea una oferta, cuando la gente no tiene dinero para comprar los bienes, ni el más bajo precio ofertado será suficiente para realizar una venta. Es por eso que no podemos cerrar un trato hoy, saber comprar implica más la variable del “cuando” en vez del “por cuanto”.

Derivado de la historia anterior podemos entender donde están fallando los esfuerzos gubernamentales por atemperar la crisis económica que nos aqueja. En los tres niveles de gobierno hemos escuchado de programas que tratan de llevar recursos a los empresarios nacionales en una receta en la que más que un salvavidas pudiera ser un ancla. La crisis que atravesamos actualmente es diferente a la de 1995 y a la que sufren los estadounidenses desde finales del año pasado, en esos casos el aparato productivo de ambas naciones estaba quebrado y había que rescatarlo a cualquier precio. En la situación actual de nuestro país y nuestro estado, todavía no son las empresas quienes están quebradas, en este caso son las familias quienes necesitan del rescate.
La mayor parte de los comercios mexicanos requieren de un mercado interno con poder de consumo, no un préstamo de Nacional Financiera para comprar capital de trabajo. Es por eso que los créditos a fondo perdido deberían orientarse hacía los consumidores, ya que por extensión estos llegarían a los negocios vía ventas y no por medio de obligaciones financieras. No importa el dinero ni la tasa que pueda acomodar NAFIN entre las Pymes, si no existe un mercado con capacidad de compra los pequeños empresarios estarán destinados a sucumbir ante la feroz competencia que siempre tendrá un respaldo económico para aprovechar esas famosas oportunidades que las crisis ofrecen.

Programas como el monedero de la gente emprendido en Coahuila son ejemplos de cómo se puede privilegiar a los generadores de empleo desde una auténtica política social de asistencialismo, extender este tipo de ayudas a otras necesidades puede ser la solución que las pequeñas empresas coahuilenses necesitan para lograr superar un año que de entrada parece amenazador.

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¿VES, es bueno para Saltillo?

Publicado el 30 de Enero de 2009

Spelling-Bee es un programa de la escuela donde mis hijos estudian, es una especie de concurso en el que desde cada salón de clases se van filtrando los alumnos que mejor deletrean en el idioma ingles para finalmente llegar a una presentación estelar en la que los padres de familia somos invitados para atestiguar el avance de los alumnos más sobresalientes en la materia.

En este colegio el alumnado es tan numeroso que es común toparse un día con un estudiante y jamás volver a verlo, es como un aeropuerto: Te cruzas con personas por estar en un mismo lugar, pero los orígenes y destinos son tan variados que la probabilidad de un encuentro futuro es escasa.

Estar acostumbrado a casi no reconocer a los alumnos de la escuela que no son habituales en mi vida diaria como familiares ó los amigos de mis hijos, fue lo que despertó mi curiosidad cuando en el último concurso de Spelling-Bee observé que los finalistas en el estrado eran niños que podía identificar por nombre ó al menos físicamente por haberlos visto repetidas veces en el pasado. Poca atención puse al evento tratando de descifrar cual era la causa de que entre cinco secciones de un mismo grado, los alumnos que habían logrado llegar a la final me fueran tan conocidos. Buscando el factor común de esos destacados estudiantes pude encontrar un motivo: La mayor parte de ellos cursaron el jardín de niños en Villa Educativa de Saltillo (VES), escuela bilingüe a la que mis hijas también asistieron.

Semanas después, los diarios locales daban cuenta de los resultados de las pruebas de enlace que la Secretaría de Educación lleva a cabo anualmente para medir el desempeño de alumnos, maestros y planteles educativos en general. Lógicamente, leí las notas para saber como están calificadas las escuelas de nuestra ciudad con respecto a los estándares establecidos, y fue muy agradable enterarme en esas páginas que una vez más, Villa Educativa de Saltillo ocupaba un destacado lugar entre otras prestigiadas instituciones.

Por lo anteriormente expuesto, además por el invaluable aspecto humano que siempre ha caracterizado a los directivos, maestras y trabajadores de VES, aún y cuando mis hijos emigraron por razones de edad a otra escuela para continuar sus estudios, es que me permito la libertad que siempre han brindado mis editores para unirme por este medio a la cruzada que los padres de familia de VES llevan a cabo actualmente: Salvar a la institución de un probable cierre por razones económicas.

Debido al marco legal mexicano en el aspecto educativo, este tipo de instituciones deben cumplir requisitos de tipo estatutario que les obliga a constituirse como asociaciones civiles cuando son de índole privado, esto quiere decir que su objetivo es meramente cumplir con una función social, estando sus asociados y patrocinadores aportando un capital por puro amor al arte, como coloquialmente se dice. De ahí que los colegios privados no califiquen para subsidios gubernamentales, ya que estos se destinan para las escuelas públicas haciendo posible lo que establece nuestra constitución en materia educativa.

Así tenemos que VES está en peligro de desaparecer debido a factores que nada tienen que ver con la calidad de la educación impartida, por eso es que los padres de familia, maestros, trabajadores en general y directivos de Villa Educativa de Saltillo estén haciendo todo lo humanamente posible para lograr inscribir para el próximo ciclo escolar al número de alumnos requerido para que la operación del instituto siga siendo posible. Esta columna es solo un grano de arena que busca llamar la atención de más personas.

Nos hemos dado el lujo de que las crisis económicas terminen con nuestros negocios, con nuestro patrimonio ó con nuestros trabajos, pero no podemos permitir que está crisis afecte la única herencia que realmente puede hacer la diferencia en nuestros niños: Una formación de calidad.

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Las Gallinas de los huevos de oro

Publicado el 12 de Diciembre de 2008

Esta variación de la fábula atribuida a Esopo trata de un gallinero completo en el que cada ave producía valiosos huevos de oro, pero en este caso no existió conspiración ajena fruto de la avaricia, ya que fueron las mismas gallinas quienes se pusieron en peligro de muerte:

Aquella granja iba viento en popa, cada gallina ponía diariamente su cuota de huevos de oro, los cuales eran el motor con el que todo se podía conseguir. Las gallinas no eran estúpidas, así que no solo proveían a los granjeros y demás animales de riquezas, ellas mismas obtenían grandes beneficios de su producción. Todo marchó bien durante un buen tiempo, hasta que aquellas gallinas se preguntaron si podrían ir en contra de lo ortodoxo y poner más huevos de los que la madre naturaleza les permitía.

Supusieron (y acertaron) que nadie dentro de la granja se opondría a que pusieran más huevos de oro, así que emprendieron todo tipo de acciones para alcanzar sus objetivos. Utilizaron fertilizantes, se prostituyeron, se dieron la oportunidad de convivir no solo con gallos enfermos y moribundos, sino con toda clase de animales sin importar su origen, organizaron orgías en las que todo era diversión y despilfarro con una finalidad aparente: Producir más huevos de oro.

En un principio parecía que podrían vencer a la naturaleza, pero tiempo después sobrevino lo que nadie quería escuchar: El ritmo y tipo de vida de las gallinas las llevaba irremediablemente a la muerte por enfermedades venéreas. Nadie quería que murieran, unos pocos por razones sentimentales pero la inmensa mayoría porque ya no sabría como conseguir los huevos de oro.

Los debates no se hicieron esperar, aunque nadie lo aceptaba todos tenían su porción de fundamentalistas. Por un lado unos señalaban con dedo de fuego los pecados de las gallinas y las condenaban a despedirse de este mundo para irse directamente hasta el infierno, omitiendo, eso sí, el hecho de que durante tanto tiempo ellos mismos se habían beneficiado de los huevos de oro. Por otro lado, había grupos que desde una posición paternalista le pedían al granjero su intervención para que hiciera lo necesario para que las gallinas fueran atendidas por los mejores veterinarios en los mejores hospitales, costase lo que costase.

El granjero sopesó un poco la situación. Comprometer el futuro por la salud de unas aves moribundas no era lo que su sentido común le dictaba. El poco dinero que tenía debía ser utilizado en beneficio de todos los animales de la granja, no solo en revivir a unas estúpidas y degeneradas gallinas. Pero al ver como se marchitaban las plantas del huerto por falta de agua y al ver que los animalitos más pequeños empezaban a morir de hambre, el viejo granjero estuvo ante la más grande encrucijada de su vida: Utilizar sus escasos recursos para mantener una granja en franco declive sin comprometerse con nada, alargando el fatídico liberalismo que privó en su granja, ó utilizar sus líneas de crédito para revivir a sus gallinas con la esperanza de que aprendieran la lección junto a los demás animales de la granja, dentro también de un liberalismo responsable.

Esta historia se repitió en épocas y lugares distintos. La primera vez que la vimos fue en Enero de 1995 después del error de Diciembre en México, con Ernesto Zedillo en el papel del granjero y Bill Clinton haciendo las veces de médico veterinario poniendo una vacuna llamada Fobaproa a la gallinas, y sigue la granja andando. La segunda vez la estamos viendo ahora con Barack Obama y George Bush como los granjeros, el tesoro estadounidense como el veterinario, las gallinas siguen siendo las empresas transnacionales. Y los demás animalitos, adivinó usted, somos los que estamos a merced de ellos.

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¿Votar ó no Votar?

Publicado el 17 de Octubre de 2008

He escuchado toda clase de opiniones en torno a las elecciones que celebraremos el próximo domingo en Coahuila para conformar la siguiente legislatura local. Lo que he percibido no es muy distinto a lo que seguramente usted piensa: Las opciones son cualquier cosa, menos la respuesta a nuestras necesidades y la representatividad de la ciudadanía.

Las ofertas que los principales partidos presentaron como imagen de sus campañas produjeron más preguntas que respuestas. La constante entre los candidatos con reales posibilidades de ganar su elección es haber sido parte del poder ejecutivo en el pasado desde posiciones tan importantes como alcaldías, secretarías, subsecretarías ó regidurías, aún cuando esta última figura parecería ser más compatible al poder legislativo. La noble vocación de servidor público tiene en el poder ejecutivo su máxima expresión y la mejor oportunidad de trascendencia ya que como su nombre lo indica, es el encargado de hacer realidad las políticas que llevan beneficios tangibles a la población, dejando el perfil abstracto de la administración pública en los restantes dos poderes.

La principal pregunta que surgió durante las campañas que recién terminaron para dar paso a la elección del domingo tiene su origen en la misma ascendencia ejecutiva de los candidatos: ¿Se busca ser legislador porque con la experiencia como ejecutante se alcanza el conocimiento para mejorar desde el congreso las políticas públicas?

La respuesta es importantísima porque resulta paradójico que candidatos de oposición ofrezcan para el ámbito estatal mejorar algo que no pudieron hacer en la esfera municipal desde el área más parecida a la legislación; y por el lado de los candidatos del partido gobernante, también parece incongruente pretender algo desde el congreso cuando siempre han aprobado sin reservas el accionar del ejecutivo siendo parte medular del mismo ó han sido legisladores en el pasado sin haber presentado iniciativas que realmente hicieran la diferencia en el bienestar común.

Desde esa óptica, muchas personas que ven en la política un rubro externo a su cotidianeidad pero que definitivamente comprenden como esta afecta su entorno, no encuentran la manera de hacer valer su derecho civil de expresión ya que las demás fórmulas que compiten este fin de semana tampoco cubren los deseos que como individuos tienen por razones de formación ideológica ó simple análisis de lo que es un partido minoritario, haciendo casi imposible distinguir la línea entre representatividad popular y negocio personal.

Desgraciadamente, las personas que no encuadran en las militancias partidistas, las cuales conforman la mayoría del padrón electoral, parecen estar decididas a no participar más en el juego de legitimar con su voto un sistema en el que el saldo final ofrece un solo y crudo veredicto: La administración pública no es manejada por partidos políticos ó por ideologías, esta es esgrimida por personas que se rigen más por la naturaleza individual humana con todas sus virtudes y defectos que por doctrinas sociales, económicas, políticas ó judiciales.

Pero lo que no esta viendo este grupo de personas que no quiere salir a votar, es que además de poder obtener el consentimiento expresamente para algo, la única otra manera de lograr aprobación es por la anuencia silenciosa que se explica en el dicho popular de que el calla, otorga. De manera que si usted es de los piensa que no habrá en la boleta de elección alguien que represente dignamente a su distrito, ó si piensa que el sistema de representación plurinominal es salvavidas de comparsas de un sistema viciado, no otorgue complicidad con el silencio de un voto no emitido, mejor acuda a la urna y anule su voto, que si será contabilizado como intención. Esta vez no, quizás tampoco mañana, pero algún día en el futuro los políticos empezarán a tomar a cuenta a la gente común si en cada elección los votos anulados deliberadamente envían el mensaje correcto.

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¿Es la persona ó el puesto?

Publicado el 26 de Septiembre de 2008
¿La persona le da lustre a un puesto, ó es el cargo lo que hace a un individuo trascender? La semana que termina nos deja a los coahuilenses con dos claros ejemplos de cómo en nuestra cultura por un lado el compromiso y por otro el desprecio de terceros por la continuidad de los proyectos provoca que las personalidades pesen más que las instituciones, a veces en beneficio de las masas, en ocasiones en perjuicio de las mismas:

El domingo concluyó la décimo primer Feria del Libro de Saltillo que tradicionalmente ha sido organizada por la Coordinación General de Bibliotecas Publicaciones y Librerías del Estado, acontecimiento que se pretende posicionar dentro de los primeros cuatro del país en su género. Quienes hemos visitado anualmente el evento desde sus inicios constatamos que a los largo de tres administraciones distintas, la muestra ha pasado de ser un proyecto, a ser una obligación, a ser una carga, para finalmente transformarse en una verdadera oferta cultural para los saltillenses. Por supuesto, estamos lejos de alcanzar lo que se hace en ciudades como Monterrey y Guadalajara, pero observando las proporciones que los mercados ofrecen, el esfuerzo que este año se hizo en nuestra ciudad evidencia un gran trabajo de cabildeo para hacer converger casi tres decenas de instituciones promotoras y casi cincuenta expositores en busca de un objetivo que por el momento es suficiente para nuestra realidad. Al margen de la feria del libro, el digno albergue que ofreció el Museo del Desierto puso de manifiesto la urgente necesidad de un centro de exposiciones para la zona sureste de Coahuila con las especificaciones técnicas que este tipo de inmuebles requieren en materia de espacios claros en un mismo nivel.

Pero regresando al primer párrafo, omitiendo aquello de ser políticamente correcto y no herir susceptibilidades, en referencia a la Feria del Libro de Saltillo podemos concluir que tendríamos que señalar a una persona como responsable del éxito de un evento que en el pasado apenas si fue algo más que gris. Definitivamente, en este caso Armando Sánchez Quintanilla le da brillo a su puesto.

Por otro lado, esta semana también marco el rompimiento largamente anunciado dentro del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información. Eloy Dewey Castilla, consejero presidente del organismo renuncio al instituto al no superar desavenencias con sus iguales. Por muchas razones la presencia del economista en labores de transparencia fue bien vista por buena parte de la población desde el nacimiento del instituto. Las pugnas personales entre los consejeros fueron tan grandes que lo orillaron a dar su brazo a torcer truncando seriamente un proyecto de transparencia al cual es un error atribuir paternalidad, ya que solo se deberían señalar beneficiarios.

Meterse a analizar el porqué del fracaso del ICAI sería darle la razón a aquellos que orquestaron una campaña para debilitar una institución que es pauta de los gobiernos progresistas en el mundo. Pero no todo está perdido, y aquí es dónde nos debemos cuestionar la conveniencia de que una persona sea la que le brinde credibilidad al cargo en vez de demandar que la magnitud de la responsabilidad sea la que norme el accionar del individuo. Ahora será tarea de todos exigir que el ICAI se convierta en un organismo que reivindique en sus integrantes el estar a la altura del compromiso que juraron cumplir y no comprar la idea de que los involucrados tengan que ser afines para que el acceso a la información sea una realidad.

Dos casos diferentes, dos resultados disimbolos, una misma constante: Personalidades que son más fuertes que sus responsabilidades. En un caso para bien de los saltillenses en la cultura, en el otro para desgracia de los coahuilenses en la transparencia.

Si no pueden, renuncien

Publicado el 13 de Septiembre de 2008

Domingo, despierto tarde y me dirijo a conocido negocio por unos tacos. Esperando mi pedido para llevar a casa observo a los comensales, me llama la atención una mesa en particular: Se encuentran ahí cuatro jovencitas desayunando alegremente, me doy cuenta de que a pesar de estar rayando en la edad adulta, su época es por mucho más cercana a la de mis hijos que a la mía. Es obvio por su apariencia que tuvieron una fiesta durante la noche, sus caras aún con pintura las delata, sus ojos medio cerrados dan cuenta de falta de sueño y el apetito con el que devoran el alimento denota cansancio. Tuvieron tiempo de mudar de ropa, las prendas deportivas de algodón son útiles en el guardarropa de alguien acostumbrado a pasar la noche fuera de casa.

Antes de juzgar cualquier cosa, preferí otorgar el beneficio de la duda y pensar en un sano grupo de amigas que se reúnen en casa de alguna de ellas para tener una pijamada, costumbre del siglo pasado entre mujeres al parecer destinada a ser desplazada por los hoteles de paso. Eso pensaba cuando llego hasta la mesa una pareja: Ella, con vestido de noche y tacones largos; él, con ropa de gala, exceptuando el saco que debió dejar en algún lugar.

Ante esto no pude sino preguntarme que es lo que estos jóvenes hacían durante toda una noche y hasta bien entrada la mañana con la complacencia de sus padres. Alargar un evento de gala hasta esa hora no es por permiso, es por descaro. Al platicar esto con otras personas obtengo como respuesta lo que seguramente usted ha escuchado en otras partes: Es que ahora se estila así.

¿Ahora se estila así? ¿Es esa la mejor respuesta que tenemos para cegarnos a las costumbres de nuestros hijos? Escudarnos en lo que los demás permiten ha sido la mejor manera de esconder nuestras deficiencias como padres. No comprometernos a nada que tenga que ver con disciplina y formación es el mejor camino para llevar una relación estable con los demás. Que una mujer se deje ver con ropa de noche a media mañana hoy es cosa de juventud, antes se les asociaba a otra cosa.
Hoy se habla mucho de la confianza que los padres modernos tienen para con sus retoños. Ponemos relojes checadores en nuestras empresas para saber que ningún trabajador nos estafa con un minuto de retraso, podemos instalar sistemas de localización satelital en los vehículos para que los operadores no abandonen la ruta marcada, con un sencillo sistema recibimos un correo electrónico que nos informa lo que hacen en sus computadoras los usuarios, pero exigir a nuestros hijos que nos mantengan informados de que es lo que hacen y en donde están es como hacerles saber que no son dignos de confianza y que les coartamos su libertad. En un mundo de teléfonos celulares y de identificadores de llamadas debería ser lo más sencillo saber en casa de quien paso la noche nuestra hija.

“Si no pueden, renuncien”. Fue la sentencia que un dolido padre de familia hizo para tratar de encontrar en las autoridades la responsabilidad que como sociedad civil tenemos. Nadie quiere aceptar que los problemas que nos aquejan en seguridad pública tienen más que ver con una deficiente formación que con un limitado armamento, se debe más a las diferencias sociales que a los mandos policíacos. Del pequeño detalle de no llegar a dormir a casa se desprenden luego las acciones que nos llevan a frecuentar sitios donde se manejan toda clase de vicios, hermanos estos de la delincuencia organizada, además claro esta, convierte a los desvelados en blancos fáciles para el secuestro.

Puede usted estar seguro que quien esto escribe carece de la calidad para lanzar la primer piedra, pero porque otros no lo han hecho es que estamos sumidos en una gran crisis de valores que nos ha robado el presente y amenaza fuertemente el futuro de nuestros hijos.

Padres de familia: Si no pueden, renuncien.

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El análisis correcto

Publicado el 29 de Agosto de 2008

“Nada es verdad, nada es mentira; Todo es cuestión del cristal con que se mira”. El contexto en el cual situemos algo es lo que nos llevará siempre a poder hacer el mejor análisis, de esa manera es como se llega a las mejores conclusiones de acuerdo a lo que queremos obtener pudiendo darle el enfoque positivo en lugar de advertir la negatividad desde otra perspectiva.

Lo anterior viene a cuento por la forma en que cada quien revisa los resultados que los mexicanos tuvimos en los pasados juegos olímpicos. Desde el cristal que yo miro, puedo ver que México ha sido una potencia en Taekwondo habiendo subido al podio en cinco ocasiones desde que este deporte participa oficialmente en las olimpiadas, Sydney 2000; comparado con el desempeño de cualquier actividad donde los mexicanos hemos participado sin limitarnos al deporte, es mucho más de lo obtenido a nivel global por otras disciplinas ya sean físicas, culturales, de entretenimiento, económicas ó políticas. Los resultados de los dos últimos certámenes ubican a los taekwondoínes con más de la mitad de las medallas ganadas por nuestros compatriotas, obteniendo dos en Atenas 2004 y el mismo número en Beijing 2008, por solo tres restantes entre las distintas disciplinas. Por supuesto, en lo que va del siglo, en el deporte mexicano solo el taekwondo ha podido tener medallistas en cada olimpiada, mejorando de una de bronce en Sydney, a dos de plata en Atenas y ahora dos de oro en Beijing.

De ahí que entonces el análisis no debe ser preguntarnos que es lo que El Tibio, Carlos ó Felipe están haciendo por nuestro deporte, ya que la respuesta es obvia; el análisis debe llevarnos a saber que es lo que están haciendo en la Federación Mexicana de Taekwondo para ser cantera de campeones en un país dónde el apoyo oficial es apenas arriba de nulo y en donde las políticas públicas son dictadas en función de los funcionarios y no viceversa.

La respuesta está en una organización de intereses particulares que tienen que ver con la formación y no con el dinero, con el deporte y no con la política, con los niños y no con los adultos, con el mérito y no con la conveniencia. Cuando uno tiene un atisbo a la manera en que se maneja este deporte en nuestro país, nos damos cuenta de que Guillermo Pérez y María Espinoza son el fruto de la competitividad que miles de niños y jóvenes mexicanos inyectan al taekwondo al participar en las escuelas y competencias que existen a lo largo y ancho del país. El volumen de practicantes no da por si solo la excelencia, si así fuera seríamos campeones en fútbol, boxeo y béisbol; los resultados vienen por una filosofía y disciplina que en la mayor parte de la cultura mexicana es excepción.

Pero lo más interesante que encontramos en el caso del taekwondo mexicano, es que no ha necesitado de los apoyos externos para proyectar a sus deportistas hasta el máximo de sus capacidades, no se han sentado a culpar a un gobierno que jamás será la solución, no señala la limitada ayuda privada cuyos patrocinios siempre serán insuficientes, menos acusa a sus propios miembros, por cuyos sacrificios en tiempo, recursos y costo de oportunidad existe un universo de taekwondínes mexicanos que son el filtro al que todo campeón tiene que superar.

Si dejamos de observar el fracaso que nuestro deporte en general ha tenido ante el mundo en las últimas décadas y nos enfocamos al éxito que en particular ha tenido el taekwondo, podemos ver la posibilidad que tenemos de olvidarnos de una vez por todas de papá gobierno para prescindir de las muletas que nos ofrece, podemos convencernos de que solo en nuestras manos tenemos el futuro que queremos para nuestros hijos ya sea que hablemos en materia deportiva, escolar, de seguridad pública, de oportunidades de trabajo ó de cualquier otra cosa por la que hoy culpemos a nuestros gobiernos.

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Robando Bases

Publicado el 22 de Agosto de 2008

Imagine usted a un veloz beisbolista que ha llegado a primera base, trate de entender sus pensamientos calculando la ocasión para correr hasta la segunda colchoneta. Observa al lanzador, aguanta dos ó tres revires de este para el primera base, repentinamente, cuando el pitcher envía una bola lenta a home, nuestro jugador arranca a toda velocidad para robarse la segunda base, el receptor ve con desesperación como la lenta pelota recorre cuarenta y cinco pies hasta su manopla, el bateador abanica deliberadamente para estorbarlo en su jugada, de cualquier manera el catcher se levanta y envía una raya por encima del montículo que se extiende hasta donde el segunda base ya está esperando la esférica para intentar sacar al corredor en una apuesta de sorpresa y velocidad contra preparación y reacción…

El corredor de bases, confiando tanto en su velocidad como en el factor sorpresa sabe que lleva el riesgo de que lo pongan fuera de la jugada con un buen lanzamiento desde home, aún así, intenta una maniobra en la que puede salir victorioso, él no piensa en las consecuencias y jamás pasa por su cabeza la posibilidad de ser atrapado, si creyera que lo van a sorprender no retaría a sus rivales con una faena tan temeraria, tiene plena confianza en que no fracasará.

De manera similar es como funciona la mentalidad de un delincuente: Intenta arriesgadas acciones porque piensa que no será capturado, pero, contrario a la opinión popular, en esto poco tiene que ver la eventual incapacidad de las autoridades. En cualquier parte del mundo y en todas las épocas, los malhechores han confiado en sus planes y sus capacidades más que fiarse de las fallas de los sistemas policíacos. Sería realmente estúpido que alguien intentara robar la segunda base esperanzado en un error de los contrarios en vez de retarlos en relación a la preparación propia.

Es por eso que castigos como la pena de muerte y la cadena perpetua nunca serán paliativos para la inseguridad, la amenaza no asusta a nadie porque ninguna persona comete un delito creyendo que va a ser descubierta. Desde aquel que roba los lápices en la oficina, pasando por los ladrones de casa, el evasor de impuestos, los delincuentes de cuello blanco, los que saquean al erario y hasta el más desalmado de los asesinos, todos ellos piensan que no tendrán la desgracia de ser llevados ante la justicia, independientemente de la actuación de está en sus distintas instancias. Afianzando la creencia de que una advertencia no coacciona los actos, basta con observar que la pena de muerte descrita en las cajetillas de cigarros no evita el consumo de estos. Entre paréntesis, es aberrante la posición que un muy definido perfil de personas de iniciativa en nuestra ciudad tiene con respecto a la pena de muerte al apoyarla como recurso válido, ya que el mismo perfil condena el aborto argumentando el respeto a la vida por verdades religiosas.

Por lo mismo expuesto en los párrafos anteriores, la capacitación humana y la inversión en equipamiento de las corporaciones policíacas tampoco es una solución de fondo a los problemas que nos aquejan actualmente, esto podrá ser en el mejor de los casos una medicina contra la delincuencia, pero nunca será el elemento preventivo cuya finalidad sea evitar en lugar de reprimir. En los casos de ciudades como Nueva York y Medellín, el objetivo de sus exitosas campañas no fue fortalecer las instituciones que combaten al crimen ni amedrentar a quienes los cometen, su finalidad fue bajar el índice delictivo a parámetros manejables por medio de ofertas alternas para los que aún no eran infractores de la ley. La mejor forma de que no se roben la segunda base es impedir que alguien llegue a la primera.

Con todo esto, la única opción que puede frenar el avance de la delincuencia es evitar que el padrón de criminales siga creciendo. El camino siempre será ofrecer mejores y atractivas oportunidades para todos aquellos que por su condición sean candidatos a engrosar las filas de la trasgresión. Pero esto se quedará en buenas intenciones si no es acompañado de políticas concretas como pueden ser reformas laborales que permitan a los empleadores esquemas que fomenten la productividad en sus posibles trabajadores en lugar de seguir atorados con legislaciones que orillan al empresario a mantener limitadas las cuadrillas productivas, incentivos y desregulaciones tributarias para que la gente inicie proyectos dentro del marco legal en vez de hacerlo en la economía subterránea y el crimen organizado, apoyos y programas gubernamentales que promuevan la práctica y desarrollo de habilidades deportivas y artísticas como medios de subsistencia y no solo como apéndices de la educación, y principalmente, un cambio de cultura en la que los mexicanos entendamos que la indiferencia hacía nuestros semejantes es la vía más rápida para la descomposición social que precede a la delincuencia desbordada.

Al momento de entregar esta colaboración no ha sido revelado la totalidad del Acuerdo Nacional por la Legalidad y la Seguridad, pero por lo filtrado hasta el momento sabemos con impotencia que el documento se limita a atacar con recursos e iniciativas de leyes más duras a la delincuencia. Desgraciadamente la raíz del problema sigue siendo ignorada, no necesitamos más cárceles, mejores armas ó más rudos policías, lo que necesitamos son menos criminales.

La Lección de la Era Ley

Publicado el 09 de Agosto de 2008

Subir Chowdhury, asesor profesional en aspectos de calidad y escritor de algunos best seller relacionados con el tema, en alguno de sus relatos puso en boca de un personaje la aseveración de la cual transcribo la idea solamente: En los deportes es la defensa quien gana los campeonatos, es la calidad de un conjunto, lo demás son adornos; de igual forma, en los negocios y la vida diaria, la calidad de lo que hacemos es la defensa más fuerte que existe para evitar el fracaso.

Comprobando el dicho de Chowdhury, escogiendo cualquier deporte, hemos visto a través de los años los casos de equipos ó personas que se impusieron a contrincantes aparentemente superiores, siempre existió una constante en las supuestas sorpresas, esta fue una defensa que hizo parecer ridículas a las potentes ofensivas de los adversarios. Así vimos como James Búster Douglas noqueó al invencible Mike Tyson por la sencilla razón de aguantar más golpes que el campeón mundial; en el pasado Súper Bowl, la férrea defensa de los Gigantes de Nueva Cork maniató en solo catorce puntos a una ofensiva de los Patriotas que impuso marcas de anotaciones durante toda la temporada; en la NBA, el entrenador Pat Riley lleva décadas de éxito en las duelas armando equipos que son pésimos para el espectáculo y por ende para el rating televisivo, pero excelentes para llevar campeonatos a sus ciudades aceptando menos de noventa puntos por partido; en el fútbol, cada cuatro años bostezamos en el mundial sabiendo que el representativo Italiano llegará a finales con menos de un gol anotado por juego.

Para nosotros como saltillenses, la era Ley al frente de nuestros Saraperos trae la lección de la calidad sin importar el grado de afición ó conocimiento que tengamos del juego de pelota. Durante diez años hemos tenido un equipo que ha sido bien manejado como negocio aprovechando la sinergia de las empresas involucradas en la operación del mismo, pero pésimamente guiado para los fines que los aficionados tenemos cuando pagamos nuestros boletos. Somos un mercado fiel y cautivo que cada año pone esperanzas en espejos que apantallan botando la bola del parque y que se imponen al promedio de los conjuntos en base a un poderío ofensivo que hace del juego un escándalo de fuerza bruta en lugar de una demostración de fina estrategia y adecuada defensa. Al analizar fríamente los números de la serie en que fuimos eliminados por los Sultanes de Monterrey, y revisando los descalabros de temporadas pasadas, podemos observar que las carreras anotadas por Saraperos en muchos juegos perdidos serían suficientes para vencer a cualquier conjunto que se pudiese contener en un aceptable dosis de anotaciones, es decir dos ó tres por encuentro.

Lo malo del caso es que la mística de los Saraperos del siglo XXI parece ser fiel reflejo de lo que somos los saltillenses hoy en día: Bonanza aparente pero sin sustento que pueda contener la embestida de la hora de la verdad, cuando la calidad de lo que somos y hacemos sea la única variable que podremos controlar debido a factores externos. En el campo deportivo las fechas son implacables y siempre están marcados los límites, ahí es fácil evaluar la calidad porque cada fin de temporada se realiza un sencillo balance en el que la ausencia de un trofeo en las vitrinas es el frío veredicto entre hacer ó no las cosas con calidad dentro del campo de juego. En lo demás, es más complicado ser medidos para saber si nuestros resultados son producto de la excelencia con la que hacemos nuestras tareas ó son simples pantallas de las reales capacidades. Pero cada uno de nosotros sabe si está poniéndole la dosis de esa calidad que no divierte a lo que hace ó si como el equipo de Ley, todo se nos va en espectaculares acciones que nos llenan mientras la corriente sea favorable, pero que al primer viento en contra se derriban como castillo de naipes.