De Nietzsche, a Strauss, a Kubrick… a ti.
Publicado el 24 de octubre de 2021
léelo también en Saltillo 360, de Vangurdia
Estallé en carcajadas al escuchar a Buzz Ligthyear
decir su icónica frase: al infinito, y más allá. Fue como entender un chiste
mucho tiempo después de haberlo escuchado. Todo el cine pensó que estaba
chiflado.
Era la segunda o tercera película de Toy Story, pero
yo no había visto la primera; entonces apenas ahí me enteré de donde venía la
consigna que tantas veces escuché decir a Flik, la hormiga de Bichos. Debí ver
esa aventura en miniatura unas diecisiete veces en la sala de televisión de mi hogar
durante mi primera etapa de paternidad, sin sospechar que lo dicho por Flik,
era una alusión a una película más importante de los mismos estudios. Clásico
de Disney, clásico del séptimo arte.
Ahí empecé a pensar, cuando entendí la alusión, que
existen pocos clichés más desgastados y falsos como decir que quienes se
dedican al espectáculo son unos vividores carentes de cultura, ingenio,
creatividad y ética de trabajo.
Las deficiencias de un artista en cuanto al estudio
geográfico o composición política del mundo se desvanecen ante el conocimiento
de partituras, iluminación, géneros literarios y un sinfín de cosas que al común
de los mortales nos pasan de noche…es igual a eso que no pone comida sobre la
mesa como saber cual es la capital de Suecia, quien te representa en el
Congreso, o la diferencia entre un seno y una hipotenusa. Conste, dije
hipotenusa, y no hijoeput…
Uno de los mayores deleites de leer, es esa sensación
de soberbia cuando observas en una película, serie de televisión o cualquier
expresión artística, el guiño que hace su creador hacia lo que has leído.
Cualquier filme que escojas hoy en cartelera, se encuentra repleto de esas
intertextualidades, referencias, citas, e incluso, plagios hacia otras artes.
Igual, reconocer en un libro la apropiación que hace el autor de obras de
distintas disciplinas o de cultura general, te hace sentir un poquito menos
ignorante.
Canon, podríamos decir también, es cuando un estilo,
obra o carrera, está fuertemente influenciada por lo que antes hizo alguien
más.
Luego, resulta que los artistas son los mejores promotores
de los artistas, cuando apoyan su obra en las creaciones de quienes les
precedieron. Y lo mejor para acá nosotros, la racita de bronce, es ponernos a
elucubrar cual de las obras superpuestas es la mejor o más trascendente.
Igual a casi todo en esta matraca vida, es un
ejercicio estéril, pero de lo más entretenido. Lo mismo saber que la Penélope
de Serrat proviene de la Odisea de Homero, o ser testigo en cualquier ámbito o
escala del “yo soy tu padre”, así como escuchar Carros de fuego, de Vangelis, o
Gonna Fly Now (Rocky) para cualquier evocación artística o paródica de hazañas
deportivas.
Y resulta que en ocasiones, reparas en una forma de
humildad de aquellos que siendo grandes, se valen de los más grandes, para
aspirar a sublimes. Me gusta pensar en eso, en la interminable hebra de iniciar
en un decurso de lo nuevo hacia lo viejo, de lo actual a lo pasado, para ir
destapando capas de un genio sobre otro genio.
Entonces, empiezas por ver la Odisea del Espacio y ahí
apreciar la ópera 30 de Strauss, llamada igual que un libro muy comentado: Así
hablaba Zaratustra. Para al final conceder, que el filme de Stanley Kubrick, le
dio nueva y mayor audiencia a la obra de Richard Strauss, quien a su vez se
inspiró en un libro para todos y para nadie, un tratado de filosofía de un
ingenioso alemán, Friedrich Nietzsche.
Y así, si le rascas, encontrarás que no hay película,
libro, canción o pintura, por sinsentido que luzca o por genial que parezca,
que no tenga un pedacito, un trozo de inspiración, o una directa influencia, de
alguna cosa más grande, o por lo menos, más vieja.
¿Buena Prensa?
Publicado el 12 de septiembre de 2021 en Saltillo 360, de Vanguardia
léelo en la versión digital de Saltillo 360, de Vanguardia
Atendiéndome en salud he de decirlo: no, no soy ningún santurrón por ser habitual parroquiano en misa. Igual soy asiduo de lugares muy profanos y no me considero el diablo.
Ahí ando golpeándome el pecho como gorila, nomás porque un par de curas me dan por mi lado (sin albur, por favor) diciéndome que ahí esta diosito con su retoño, esperando a que me caiga el veinte para regresar al camino que extravié entre la secundaria y el antro, entre Zaratustra y Meursault, entre lo humano y mundano.
Pero en fin. Ahí me tienes el domingo pasado, sin NFL en la tele ni trabajo por hacer, matando tiempo y demonios, absorto escuchando misa. Cuando, de repente, algo no me cuadró en el misal.
Cita textual de una petición durante la plegaria universal: “Por los gobernantes y los políticos, los responsables de la administración pública, especialmente el Presidente de la República, para que fomenten la concordia, la paz, la justicia, la libertad, el bienestar y la unidad entre todos los ciudadanos”.
De forma peyorativa, la gente me llama ortodoxo, pero dime tu, lector, si no es de arrancarse los pelos ese parrafito que toda la iglesia católica recitó sin inmutarse siete días atrás.
Olvídate del pejelagarto, ganso o conejo que despacha en palacio nacional, ya no están en discusión sus capacidades. Por una vez, dejemos su cuestionada labor fuera del debate y leamos entre líneas, para lo cual, vale la pena tomar la lupa y enterarnos de lo que dicen las letras chiquitas al último del misal, entre otras cosas: Con aprobación eclesiástica; edita y distribuye: Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C.; se terminó de imprimir ¡el 08 de julio de 2021¡ (los exclamativos son míos).
Aprobación eclesiástica. Con eso tenemos para mentar madres. ¿8 de julio? Eso fue un mes después de…las elecciones federales. A mentar más madres. Impreso el 8 de julio, misal del 5 de septiembre, me parece mucho tiempo entre impresión y publicación, en especial para una religión que cacarea de milagros en un lapso de tres días.
No sé tú, pero siempre entendí que la tropicalización de contenidos querría decir adecuar al público el qué y el cómo se dice. De manera que, estuvimos de acuerdo en que parecían huecas las peticiones del tipo certamen de belleza en el sentido de acabar con el hambre y que la paz reinase en cada rincón del planeta. Así pues, perfecto, si estamos bien madreados aquisito, mejor preferimos rogar por el entorno inmediato antes de arreglar el universo. Bien hasta ahí.
Entonces, muy bien y muy aplaudido que la Iglesia nos ponga a pedir por los problemas que nos aquejan a unos y otros mexicanos. Pero, que politicen un misal en donde existe la bendición eclesiástica para que se publique y fomente la señalización personalísima de un gobernante, eso, para mí, es muy, muy salido de la razón…o de la prenda que rima con eso. Amén.
cesarelizondov@gmail.com
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