publicado el 09 de marzo de 2025 en Saltillo 360, de Vanguardia
HOY SE HABLA DE… DEL FEUDALISMO AL MERCANTILISMO, A LA INDUSTRIALIZACIÓN…A MUSK – Saltillo360
Sabrá
dios qué veremos este domingo en el zócalo de la ciudad de México, pero lo que
sea, augura un doloroso parto en la historia de México, y de la región sureste
de Coahuila.
Reducir
la política económica a comunismo o capitalismo fue durante mucho tiempo el
tema preferido de muchos, sesgando desde uno y otro extremo las realidades de
un mundo (país o región) cuyo principal motor es el ser humano, tan individual
y personalizado, como social y multitudinario.
La
fotografía de la evolución en la economía mundial la podemos ver de manera más
sencilla revisando nuestra historia como región en los pasados cien años: del
mercantilismo pasamos a la industrialización, y ahora…¿quién podrá defendernos?
Es
de dominio público cómo fue el desarrollo en Saltillo y sus alrededores en
materia económica. De ser el comercio la fuente principal de riqueza y
crecimiento, durante la segunda guerra mundial, exitosos comerciantes
ferreteros se convirtieron en fabricantes de peltre, para de ahí expandir sus
negocios a mucho de lo que el mundo consumió en la segunda mitad del siglo.
Subidos
en el tren de un mercado mundial en crecimiento gracias a factores tan variados
como la explosión demográfica derivada no solo de más nacimientos sino de menos
defunciones tempranas y mayor longevidad gracias a los avances médicos, así
como el achicamiento del mundo por la apertura de rutas marítimas, aviones e
infraestructura vial y ferroviaria, aunado a los avances tecnológicos que
dejaron de ser en exclusiva materia de seguridad nacional o investigación, para
convertirse en bienes y servicios de consumo particular, pudimos como región
adaptarnos y ser exitosos en la tarea de continuar vigentes en ese
vals-baile-slamming que se da en el concierto de la economía universal.
El
problema que tenemos hoy y que parece nadie darse cuenta o querer reconocer, es
que estamos ante un cambio de era. Ni la caída del muro de Berlín, ni la
globalización, el internet o el reggaetón, han tenido en la historia de la
humanidad un impacto tan importante como la implementación de la agricultura y
la ganadería, la creación del Estado como garante del bien común, las rutas de
comercio y la revolución industrial. Hoy estamos ante el fin de la era de la
revolución industrial. A lo que sigue.
Con
una población mayor a los ocho mil millones de habitantes y ante los atisbos
que hoy presenciamos en cuanto a automatización, robotización e inteligencia
artificial, es fácil concluir que tan pronto como en una generación, las tareas
mecánicas y manuales cederán ante el progreso como ya lo vemos en las cajas de
bancos y supermercados, en la pisca, la construcción y por supuesto, la
industria. Sí, va a haber menos fuentes de trabajo físico e intelectual para
los humanos, esto quedará casi supeditado a los deportes y al arte… y del arte
hay quienes piensan que igual, se irá por la coladera.
Estados
Unidos se prepara para conservar a quienes tengan los medios para consumir
internamente y producir ganancias dentro y fuera de sus fronteras: una élite
empresarial que entiende bien una drástica reducción de la población mundial en
aras de dar sustentabilidad al futuro de la raza humana; no entender eso y
seguir en la jauja de la explosión demográfica, traerá hambre con guerras
civiles por comida y no por ideales, pobreza extrema, y a todos los jinetes del
apocalipsis en una sola exhibición.
Y
no, no son personas que quieran matar bebés o acabar con parte de la humanidad
de un pandemiazo, son gente que se ha dado cuenta que somos víctimas de nuestro
propio éxito como especie, dado que nadie pudo anticipar en lo antropológico,
político, económico o social, el infinito bucle de producir más para atender la
demanda que a su vez creció por haber más empleos, que luego necesitaron de más
bienes y por lo tanto se necesitó más producción, que entonces necesitó de más
trabajadores, y así, hasta convertir la espiral en un círculo vicioso en donde
los dueños del capital quedaron obligados a seguir invirtiendo e invirtiendo,
llegando a acumular tanto, que ni siquiera pueden gastarlo. Se han dado cuenta
que también son esclavos del consumo, porque no han tenido tregua en ochenta
años para tomarse un descanso: si una demanda no la atiende x empresario, lo
hará quien le pisa los talones.
Podemos
seguir satanizando a quienes han cambiado las reglas del juego mundial, o
podemos entender cuáles son sus motivos, asimilarlos, y prepararnos para
afrontar un futuro tan cambiante como lo fueron en su época el mercantilismo y
la revolución industrial. Esta vez, el problema raíz es la demografía, ya no
más la economía; esa es solo la consecuencia.
HOY SE HABLA DE… DEL FEUDALISMO AL MERCANTILISMO, A LA INDUSTRIALIZACIÓN…A MUSK – Saltillo360