Escucho otra vez el llanto, de nuevo se despertó,
por cuarta vez en la noche, que cansancio, que fastidio,
a pesar de su entereza, su espíritu era un quebranto,
esto era solo el principio, que difícil, cuanto hastío.
El sueño que le contaron, parecía una pesadilla,
bien conocía sus deberes, su razón los comprendía,
aquel pequeño indefenso, solo de ella dependía,
de niña a madre viajó, presurosa, así es la vida.
Más dormida que despierta, se levantó y caminó,
por cuarta vez en la noche, que cansancio, que fastidio,
otra vez, cruzar el cuarto, otra vez, prender la luz,
por cuarta vez en la noche, que cansancio, que fastidio,
con cada paso que daba, la entereza regresaba,
aclarando sus ideas, pensamientos, sentimientos,
nuevamente en la balanza, lo primordial más pesaba,
se dibujo una sonrisa, ya disfrutaba el momento
Así llego hasta la cuna, le dijo cuanto lo amaba,
con solo escuchar la voz, aquel sollozo amainó,
lo envolvió en sus mozos brazos, como siempre lo arrullaba,
percibió algo muy lejano, algo que ella conoció
Unas lágrimas brotaron, las que no quiso guardar,
era un llanto de alegría, su misión ahora entendía,
así, durmiendo a su hijo, se le escucho musitar:
por tu entrega a mi persona, te agradezco, madre mía.
César Elizondo Valdez
Por cuarta vez (P)
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