La pobreza del que es pobre
Era un pobre desgraciado, daba pena al escucharlo,
quejarse fue su bandera, maldijo siempre a la suerte,
-me toco una vida dura, nadie vio nunca por mí,
otros recibieron todo- , razonaba así en su mente.
Desde su temprana infancia, acusaba sus miserias,
culpaba a los niños ricos, por recibir sus ofensas,
atribuidas a otros, inflingidas por sí mismo,
su ya citada pobreza, le acentuaba el conformismo.
Con eso regía sus actos, actuando en ese tenor,
esperando de la vida, lo que nunca a nadie dio,
calificando a personas, con la vara de su altura,
cosechando enemistades, fustigando con su furia.
Su juventud fue vacía, igual que su edad adulta,
llegó hasta la senectud, viendo en los demás su culpa,
negando sus escenarios, oculto tras el disfraz,
ser poco fue placentero, para no esforzarse más.
Hacía el final de su vida, pensó que se haría justicia,
que por fin él ganaría, que el paraíso existía,
-mi sufrimiento en la tierra, el cielo compensará,
haber nacido sin nada, es garantía para entrar-
la fila en el paraíso, le pareció terrenal,
de nuevo le precedía, un tipo de sociedad,
muy fiel a su antiguo estilo, le reprochó al de la entrada:
-¿también acaso en el cielo, es el linaje el que manda?-
Le respondió aquel portero, de largas y canas barbas,
-esto no es muy diferente, de lo que siempre alegabas,
someterse a la riqueza, también aquí es esencial,
pero aquí calificamos, la riqueza espiritual-
-desperdiciaste la vida, se te fue en puro quejar,
tus poderes no apreciaste, preferiste no avanzar,
hoy, que por fin llegas al cielo, envidias a los demás,
la tristeza de tu cuento, que otra vez lo sufrirás-....
Hemos sido consecuentes, cuando el pobre ha fracasado,
se le sigue protegiendo, porque que nació destapado,
es más fácil regalarles, que enseñarlos a pescar,
con frases hechas tratamos, de negar la realidad:
La validez de los logros, se mide desde la cuna,
así cuando el pobre falla, se le concede la duda,
el rico, por otro lado, no tiene margen de error,
si falla es incompetente, cuando acierta, es su labor,
Ser el último lugar, para el pobre es lo normal,
ser rico no tiene gracia, todo lo puede comprar,
la verdad es diferente, a algunos les va a doler:
es virtuoso aquel que avanza, sin importar el moisés.
El noble no desmerece, por disfrutar de las mieles,
su dignidad es ganada, por no dormir en laureles,
no gana cielo el plebeyo, por haber nacido pobre,
supera sus condiciones, en pro de formar un nombre.
La pobreza del que es pobre, es por causa de su estima,
no la que la gente brinda, la que uno mismo se da,
medir el mérito en logros, no siempre resultará,
medirlo en merecimientos, resulta en felicidad....
Por cierto, aquel pobre desgraciado a este mundo regresó
no es consciente de su historia, no sabe lo que aprendió
igual de pobre en dinero, distinto enfoque está vez,
hoy, busca las cualidades, inherentes a su ser,
en su nueva oportunidad, que la suerte le obsequió,
a los obstáculos vence, con eso es hombre mejor,
no sufre por las carencias, cuestión de labor y tiempo,
optimista va a la vida, tan pronto acabe este cuento.
César Elizondo Valdés
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