César Elizondo Valdés
Los Juegos Olímpicos y la frustración de la gallina
Trate de evitarlo, pero al ver que todo México se empieza a colgar las medallas, termine por entrarle a la crítica a la delegación que nos representa en Atenas 2004, un grupo con algunas individualidades, ningún equipo y un ejercito de personajes de pantalón largo que disfrutan sus vacaciones como cada cuatro años. Es justo reconocer el esfuerzo de los deportistas, los cuales cumplen con los parámetros exigidos por el comité olímpico internacional, pero que ese nivel no les da para alcanzar la gloria, excepto, ya lo sabe usted, los casos de Ana Guevara, Oscar Salazar y Belem Guerrero, quienes con sus medallas de plata forman parte de lo mejor del mundo deportivo, no así México como delegación.
Desgraciadamente, el resultado en Atenas volverá a ser ignorado como es la costumbre de nuestras autoridades, olímpicamente. No soy crítico del gobierno por sistema, más bien mi posición siempre ha sido menos estado y más sociedad, he sostenido que lo que nos pasa es el resultado de las acciones de la sociedad en su conjunto, no del individuo gobernante; pero en está ocasión, tengo que culpar al gobierno por el repetitivo fracaso en cuestiones deportivas que nos acompaña en donde nos presentamos. Es inaceptable seguir con la cultura de que lo importante es competir, de dar el mejor esfuerzo sin esperar resultados, de que estamos sembrando, de que estamos en camino a ser una potencia, de que no se pueden tener resultados en seis años. Escucho eso desde los primeros juegos olímpicos que recuerdo, Moscú 80, han pasado 24 años y ahora ni siquiera somos contendientes en boxeo, caminata, maratón ó diez mil metros, competencias que por nuestra constitución física y herencia nos favorecen.
El deporte es parte esencial en la formación del ser humano, las partidas presupuéstales más importantes van para la educación, y el deporte está considerado dentro del ramo educativo; me gustaría ver un día un programa de becas y seguimiento para deportistas a futuro, que cada niño que sueñe con ganar una medalla olímpica ó un mundial de fútbol no dependa de la situación económica familiar, de la suerte ó de abandonar sus estudios para cumplir sus sueños, ó al menos intentar llegar a ellos, ya que lo educativo del deporte está en los medios, no en el fin, la mitad del orgullo es la preparación y la otra mitad es el triunfo; y por supuesto, a mayor cantidad de atletas de alto rendimiento, más éxitos deportivos para nuestro país. Espero que cuando eso pase, sigamos conservando el orgullo por cada medalla que ganen nuestros deportistas, que no caigamos en la indiferencia hacía el esfuerzo individual que cada participante realiza, que el presidente en turno continúe con la tradición de llamar a los ganadores, así tenga que hacer 50 llamadas cada olimpiada. Pero por ahora, lo que tenemos es el presente, que hace muy poco le llamábamos futuro.
Sabiendo que los mexicanos con capacidades diferentes son campeones en juegos olímpicos especiales porque han derrotado a la adversidad, después de conocer a través libros, periódicos y medios electrónicos los ejemplos de personas de nuestra raza que han alcanzado los niveles de excelencia como Hugo Sánchez, Ana Guevara, Armillita, Raúl Gonzalez, Fernando Valenzuela, Ernesto Canto, Adrián Fernandez, Fernando Platas, Lorena Ochoa, Raúl Ramírez, entre otros, todos ellos producto de su propio esfuerzo, huérfanos del apoyo del gobierno, en materia deportiva, como en tantas otras, sufrimos en México la frustración de la gallina: tener alas y no saber volar. mjoly@terra.com.mx
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