Para publicarse el 11 de Marzo de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés
Por César Elizondo Valdés
Nuevamente, falsos certificados de estudio fueron detectados por la Secretaria de Educación Pública, es la segunda ocasión en el presente año que salen a la luz pública hechos de esta naturaleza, puede usted dar por sentado que existen muchos más casos como este, anteriores y posteriores, en Coahuila, en México y en el mundo.
La opinión pública se pregunta quienes vendieron estos certificados, la gente quiere saber quien ó quienes tienen tan pobre nivel de ética como para embaucar a los jóvenes en una aventura que inician perdiendo pero que esperan les abra las puertas del mundo. Otros nos preguntamos que fue lo que paso en la vida de los seudo estudiantes que adquirieron dichos títulos pensando que un papel los convertiría en lo que no son.
Cuando observamos la dinámica de nuestra sociedad y nuestro mundo empezamos a encontrar respuestas: Nos fijamos en la marca del reloj, pero atenuamos la impuntualidad; vamos a misa los domingos por cumplir el requisito, pero no participamos en el ritual; nos certificamos en procesos de calidad administrativa, pero utilizamos insumos corrientes en el proceso productivo; preferimos rentar una gran mansión que poseer una modesta casa propia; compramos ropa de famosos diseñadores, sin reparar en la calidad; envidiamos las grandes residencias, pero no los hogares felices; en el deporte se rompen marcas, a costa de la salud de los deportistas; usamos fragancias caras, nos perfumamos el cuerpo, porque el espíritu no podemos; aplaudimos a los interpretes que no cantan, solo hacen mímica, los compositores no crean, solo renuevan viejas canciones; aceptamos políticos por su imagen, aunque carentes de propuestas; si nos conviene, nos acogemos a lo legal sin importar lo moral; buscamos en los demás la aprobación que nosotros mismos nos negamos; hoy tenemos celulares, pero seguimos sin contestar, hay más medios para comunicarnos, pero nos comprendemos menos.
En este mundo competitivo donde la cultura del tener se impone a la del ser, donde parecer es más importante que ser, no podemos esperar otra cosa que no sea la necesidad de los jóvenes por alcanzar aquello que les permite sacar una ventaja sobre sus semejantes, no podemos demandar integridad cuando hemos sembrado conveniencia.
Mientras como padres de familia nos preocupemos más por el futuro económico de nuestros hijos que por su formación como seres humanos, mientras como amigos procuremos la amistad de aquellos que nos pueden redituar en beneficios, mientras como matrimonio no seamos capaces de distinguir las prioridades al fundar una familia, mientras como trabajadores continuemos refugiándonos en conquistas laborales obsoletas para trabajar menos, mientras como empresarios invirtamos más pensamientos en como no pagar en lugar de cómo producir, mientras sigamos viendo con indiferencia lo que pasa en nuestro entorno siempre que no nos afecte directamente, mientras tanto, seguiremos produciendo graduados que ingresarán a un mercado laboral con su corrompida idea de lo que debe ser, el fin, sin dar importancia a los medios para alcanzarlo.
La pregunta entonces no es quien vendió esos certificados, eso que lo investigue, juzgue y castigue la SEPC. La cuestión, preocupación y reto es que acciones tomar como sociedad y familia para revertir la tendencia de una civilización de resultados y no de merecimientos que está afectando en la educación. 8444104775@prodigy.net.mx
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