Veinte años criando hijos, cansancio hay en mis entrañas,
en un chasquido de dedos, los bebes pronto crecieron,
como deuda por pagar, llegó rápido el mañana,
un futuro ayer tenía, hoy, gran pasado es lo que tengo
las vivencias de mis hijos, las he tomado prestadas,
sus caídas y sus triunfos, mis fracasos y mis glorias,
cada instante de sus vidas, enriquecen más la mía,
la existencia antes de hijos, es carente de memorias
hoy recuerdo aquel buen día, un desfile de naciones,
los más chicos de la escuela, los del más pequeño grado,
desfilaban temerosos, todos, excepto el primero,
saludaba él a la gente, por supuesto, yo orgulloso.
otra experiencia de vida, después de mi operación,
por razones de salud, a ese parto no acudí,
me dolió no estar presente, en su llegada a este mundo,
pero al salir a cuneros, sus grandes ojos yo vi,
los más terribles momentos, con la tercera sufrí,
su vida y la de mi esposa, en peligro de morir,
las más pesadas jornadas, trabajo, casa, hospital,
pero el día en que me la dieron, todo fue felicidad.
sentados en la terraza, una tarde de domingo,
viendo a los otros jugar, la bebé su puso en pie,
vaciló pocos instantes, finalmente caminó,
los primeros pasos de ella, por fortuna presencié
hoy, César con ocho años, es el mayor de los cuatro,
Alejandro es el segundo, siete abriles ha cumplido,
Patricia de cuatro años, fue la primera mujer,
y Liliana, la bebé, recién cumplió doce meses
Si sumamos las edades, veinte años he sido padre,
Ya que no soy padre de uno, sino padre de los cuatro,
De sus pasos por el mundo, soy testigo con su madre,
¿veinte años a dónde han ido? No se van, los guarda uno.
César Augusto Elizondo Valdés
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