Para publicarse el 07 de Octubre de 2005 en El Heraldo de Saltillo.
Por César Elizondo Valdés
Si, ya sé que estamos a siete de Octubre y a casi cuarenta años de aquella negra jornada para nuestro país, pero está vez el segundo día del décimo mes del año nos trajo muy diferentes lecciones de las que con sangre aprendimos durante aquel agónico sexenio diazordacista.
El domingo pasado, miles de mexicanos reivindicaron una fecha que durante mucho tiempo ha sido la marca en el calendario de un México que todos queremos dejar en el pasado, de un pueblo que copió lo peor de los movimientos sociales surgidos en el mundo durante el verano del ´68, de una nación en la que la población tenía (y temía) el gobierno que merecía, de una historia postrevolucionaria marcada por sucesivos fracasos en casi todos los campos.
Primero, la noticia de ocho columnas, el triunfo de un grupo de futbolistas que representando a nuestro país lograron coronarse campeones universales en el mundial sub 17, arrasando a las potencias internacionales en este deporte. Segundo, lo que ya no fue noticia pero que despertará a millones de mexicanos para volver la mirada hacía la política, la victoria de Felipe Calderón Hinojosa en la segunda ronda de votación entre militantes panistas, lo que casi le asegura la candidatura de su partido para la presidencia de la república.
Según palabras del entrenador de la selección de jóvenes menores de diecisiete años, la clave del gran desempeño que tuvieron sus pupilos fue la motivación personal que cada uno de ellos puso durante su preparación, la cual tuvo mucho de fútbol, pero más de sicología. Por primera vez en un evento con trascendencia internacional algún representativo mexicano pudo lograr lo que un puñado de compatriotas han hecho de manera individual, ver la bandera de nuestro país erigirse sobre las demás. Saberse capaces de vencer a cualquier equipo del mundo llevó a estos muchachos a congregar sus capacidades individuales para alcanzar el objetivo común; tener la facultad de visualizarse como los mejores del mundo fue lo que necesitaban para dar ese pequeño paso que como país nos sigue faltando. El “si se puede” no fue una frase, fue una convicción para ellos.
En las votaciones internas de Acción Nacional, por segunda ocasión consecutiva, la militancia activa del partido gobernante ha expresado su opinión en contra de los abusos de poder y de los políticos improvisados. Cívicamente, miles de ciudadanos que por su simpatía y servicios hacía el PAN tienen derecho a votar para elegir a sus candidatos, están decidiendo darle la espalda al aparato gubernamental en apoyo a la trayectoria partidista. El resultado de las elecciones primarias del partido fundado por Gómez Morín le da a millones de mexicanos apartidistas la noción de que las elecciones constitucionales del año entrante tendrán un elemento que parecía haber desaparecido del panorama político nacional: el idealismo.
En dos de los tres partidos con posibilidades de ganar la presidencia se están realizado ejercicios democráticos para elegir a su abanderado, los procesos de selección de candidatos nos van dando la confianza de que personas con más oficio están accediendo al poder. Independientemente del candidato que resulte ganador el próximo año, las lecciones del domingo nos ofrecen un futuro prometedor si comparamos pueblo y política de hace cuarenta años con la actualidad; hoy, los jóvenes campeones nos dicen hasta dónde puede llegar este país, los militantes de los partidos nos dicen quienes deben llevarnos hasta la meta. No se trata de olvidar el dos de Octubre, se trata de superar el del ´68 y de permanecer en el del 2005.
Por César Elizondo Valdés
Si, ya sé que estamos a siete de Octubre y a casi cuarenta años de aquella negra jornada para nuestro país, pero está vez el segundo día del décimo mes del año nos trajo muy diferentes lecciones de las que con sangre aprendimos durante aquel agónico sexenio diazordacista.
El domingo pasado, miles de mexicanos reivindicaron una fecha que durante mucho tiempo ha sido la marca en el calendario de un México que todos queremos dejar en el pasado, de un pueblo que copió lo peor de los movimientos sociales surgidos en el mundo durante el verano del ´68, de una nación en la que la población tenía (y temía) el gobierno que merecía, de una historia postrevolucionaria marcada por sucesivos fracasos en casi todos los campos.
Primero, la noticia de ocho columnas, el triunfo de un grupo de futbolistas que representando a nuestro país lograron coronarse campeones universales en el mundial sub 17, arrasando a las potencias internacionales en este deporte. Segundo, lo que ya no fue noticia pero que despertará a millones de mexicanos para volver la mirada hacía la política, la victoria de Felipe Calderón Hinojosa en la segunda ronda de votación entre militantes panistas, lo que casi le asegura la candidatura de su partido para la presidencia de la república.
Según palabras del entrenador de la selección de jóvenes menores de diecisiete años, la clave del gran desempeño que tuvieron sus pupilos fue la motivación personal que cada uno de ellos puso durante su preparación, la cual tuvo mucho de fútbol, pero más de sicología. Por primera vez en un evento con trascendencia internacional algún representativo mexicano pudo lograr lo que un puñado de compatriotas han hecho de manera individual, ver la bandera de nuestro país erigirse sobre las demás. Saberse capaces de vencer a cualquier equipo del mundo llevó a estos muchachos a congregar sus capacidades individuales para alcanzar el objetivo común; tener la facultad de visualizarse como los mejores del mundo fue lo que necesitaban para dar ese pequeño paso que como país nos sigue faltando. El “si se puede” no fue una frase, fue una convicción para ellos.
En las votaciones internas de Acción Nacional, por segunda ocasión consecutiva, la militancia activa del partido gobernante ha expresado su opinión en contra de los abusos de poder y de los políticos improvisados. Cívicamente, miles de ciudadanos que por su simpatía y servicios hacía el PAN tienen derecho a votar para elegir a sus candidatos, están decidiendo darle la espalda al aparato gubernamental en apoyo a la trayectoria partidista. El resultado de las elecciones primarias del partido fundado por Gómez Morín le da a millones de mexicanos apartidistas la noción de que las elecciones constitucionales del año entrante tendrán un elemento que parecía haber desaparecido del panorama político nacional: el idealismo.
En dos de los tres partidos con posibilidades de ganar la presidencia se están realizado ejercicios democráticos para elegir a su abanderado, los procesos de selección de candidatos nos van dando la confianza de que personas con más oficio están accediendo al poder. Independientemente del candidato que resulte ganador el próximo año, las lecciones del domingo nos ofrecen un futuro prometedor si comparamos pueblo y política de hace cuarenta años con la actualidad; hoy, los jóvenes campeones nos dicen hasta dónde puede llegar este país, los militantes de los partidos nos dicen quienes deben llevarnos hasta la meta. No se trata de olvidar el dos de Octubre, se trata de superar el del ´68 y de permanecer en el del 2005.
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