publicado el 22 de Marzo de 2006 en El Diario de Coahuila.
Ayer martes concluimos el segundo de cuatro puentes vacacionales que tendremos en el dos mil seis, nuestros legisladores así lo han establecido, por lo que tendremos cada año un mínimo de tres fines de semana largos cuando celebremos días conmemorativos.
Escucho opiniones de personas argumentando que vivimos en un país que lejos de tomarse descansos laborales debería aumentar sus horas de trabajo para descontar terreno ante el mundo en el marco de la competitividad. Parecen tener razón desde el punto de vista productivo, decir que adolecemos de una cultura laboral sólida es buen razonamiento, pero siempre existe un pero.
También debemos considerar que tenemos un sistema económico que prácticamente condena a las mayorías a vivir en un conformismo que brinda seguridad financiera, pero rara vez autorrealización, lo que acumula complejos por la reincidencia de un estilo de vida cíclico. Los puentes, las fiestas, las tradiciones, son ocasiones que rompen con esa monotonía, es la forma en que se puede ganar la batalla psicológica contra la idea de resignarse a una existencia en que se nace, se vive y se muere en la línea de producción.
Al final, cuando hablamos de productividad sabemos que está se logra con más actitud, no es cuestión de más horas de trabajo.
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