Publicado el 28 de Julio de 2006
Es una lástima ver que las lluvias como las que refrescaron nuestra ciudad en días pasados se pierden por la nula cultura que tenemos para encauzar lo que la naturaleza nos brinda. Es cierto que los mantos acuíferos, el cauce natural de los arroyos y las venas subterráneas que vienen del norte no los podemos tocar por regulaciones federales, pero del agua que cae del cielo no hay legislación que nos impida utilizarla como mejor nos convenga.
Es una lástima ver que las lluvias como las que refrescaron nuestra ciudad en días pasados se pierden por la nula cultura que tenemos para encauzar lo que la naturaleza nos brinda. Es cierto que los mantos acuíferos, el cauce natural de los arroyos y las venas subterráneas que vienen del norte no los podemos tocar por regulaciones federales, pero del agua que cae del cielo no hay legislación que nos impida utilizarla como mejor nos convenga.
En otras culturas, los planes de desarrollo urbano de las ciudades contemplan la construcción de sistemas de captación de lluvias por los techos y por los desagües de las nuevas construcciones para almacenarla en cisternas, sótanos y pilas que en épocas de sequía son auténticos oasis para distintos usos. Se han perdido años en lo que a captación de lluvias se refiere, pero nunca es tarde para adecuar la normatividad en materia de permisos de construcción comercial é industrial. El cabildo tiene la palabra.
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