Publicado el 11 de Agosto de 2006
En el pasado había comentado el concepto del “jugo de naranja”, está filosofía surge del resultado final a una serie de preguntas cuyas respuestas son obvias, las cuales nos conducen al termino del cuestionario a hacer una analogía que nos deja convencidos del concepto; de la mejor manera posible trataré de explicar el concepto:
En el pasado había comentado el concepto del “jugo de naranja”, está filosofía surge del resultado final a una serie de preguntas cuyas respuestas son obvias, las cuales nos conducen al termino del cuestionario a hacer una analogía que nos deja convencidos del concepto; de la mejor manera posible trataré de explicar el concepto:
Primero debemos responder a la pregunta ¿qué escurre cuando apretamos una naranja?, La respuesta natural, jugo de naranja. Después, ¿por qué salió el jugo de naranja?, Pues porque la apretamos, la exprimimos; entonces, ¿por qué salió jugo de naranja y no otra cosa?, Salió el jugo porque eso es lo que la naranja tiene adentro, de eso está compuesta y, al presionarla, es lo que arroja. El sabor del néctar ya es otro cantar, hay de naranjas a naranjas, sin albur. La analogía es más ó menos la siguiente: las personas somos como la naranja, susceptibles a que la vida nos exprima en todos los sentidos que pueda ser utilizada la palabra, así que cuando estamos expuestos a la presión, cuando los problemas más nos aprietan, en los momentos importantes, sale de nosotros el jugo que llevamos dentro, de nosotros no puede salir otra cosa que no sea todo lo que nuestros sentimientos guardan, toda nuestra nobleza ó toda nuestra bajeza, todo nuestra entereza ó toda nuestra debilidad, lo importante es que clase de jugo es el que destilamos cuando la vida nos pone a prueba.
Desgraciadamente, en las últimas semanas hemos sido testigos del agrio jugo que los mexicanos arrojamos cuando los asuntos políticos nos exprimen. Ya no se trata de un iluminado tratándose de convertir en mártir para ser presidente ó de ser presidente para martirizar a los que se sienten adinerados. Ya no es un gobierno buscando a toda costa lograr una continuidad que el candidato del partido en el poder parecería garantizar. Ya no es una maestra vendiéndose al mejor postor en aras de mantener un sindicalismo paternalista para sus agremiados pero nocivo para todos los que no lo son. Ya no es un empecinado líder de partido cargando los dados a su favor ni el bandido que le pusieron de examen para tratar de salvar lo inevitable. Ya no es la caricatura de un empresario sin escrúpulos buscando un registro en la carrera presidencial que le permitiese pisotear a las instituciones, instituciones a las que hoy todos hemos denigrado.
Ya no se trata de todo lo anterior, hoy se trata de comunicadores como Férriz que evidentemente tratan de salvar su pellejo y que lo único que logran es crispar los ánimos de una población tradicionalmente pacífica y educada. Hoy se trata del auditorio de estos comunicadores, que con adjetivos despectivos se refieren los que defienden una posición diferente a la suya. Hoy se trata de miles de seguidores en distintas plazas del país apoyando una resistencia civil soportada en negligentes demandas de sus líderes. Hoy se trata de millones de mexicanos que empiezan a ver en sus compatriotas a un enemigo olvidando que todos estamos bajo una misma bandera, se trata de clases sociales que con cada declaración ó acto irresponsable notan que la distancia se abre y no reconocen el peligro que esto puede ocasionar.
Recurrentemente sostengo que la democracia no es tan sencilla como cruzar una opción en una boleta, digo que para que esta funcione bien debemos participar activamente en todos los procesos que esta forma de libertad nos ofrece para perfeccionarla, pero esto debe ser cuando lo hacemos de manera constructiva, cuando no es así, como pasa ahora, lo mejor es saber que hemos cumplido con nuestro deber cívico y no poner más leña en una hoguera que ya se esta saliendo de control.
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