Publicado el 25 de octubre de 2006
A veces se siente uno como Michael Douglas en aquella película, no es que uno se torne violento, es más bien que parece que el mundo se confabula para hacernos el día complicado.
A veces se siente uno como Michael Douglas en aquella película, no es que uno se torne violento, es más bien que parece que el mundo se confabula para hacernos el día complicado.
Ayer tuve que ir a un juzgado a identificar una operación comercial hecha por nuestra empresa seis años atrás, va uno sin saber porque, pero el deber cívico se hace presente cuando escuchas la palabra multa. Vas a la hora indicada y te das cuenta que en algunas partes siguen consintiendo a los impuntuales, total que para una firma que no me quitaría mucho tiempo, me lleve más de una hora de la mañana.
Después, la institución con la que más volumen de movimientos realizo, me hace cargos indebidos que no podré recuperar hasta que todo este arreglado en el sistema, lo que se llevará algunos días. Con un simple Usted disculpe me arreglan muy fácilmente. Mientras tanto, mis proveedores piensan que los engaño. Y así por el estilo, se fue el día sin poder hacer lo uno debe para contribuir al desarrollo, se van los días arreglando los problemas, apagando incendios que no iniciamos, incendios que no permiten sembrar nada.
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