Para publicarse el 04 de julio de 2010
No es que me adhiera al monstruo de mil cabezas cuya razón se nubla durante algunas horas en función al desempeño de los gladiadores modernos que en el campo de juego dejan constancia de su entrega, preparación y capacidad atlética. Tampoco es que el deportista mexicano más reconocido del momento tenga en mí ese efecto que en el sexo femenino ha ido desde el instinto maternal hasta la proposición de matrimonio en cadena nacional. Por supuesto que tampoco es que el ex delantero de Chivas y próximo jugador en Europa haya expresado en alguna ocasión ideas para guiar a los mexicanos a un futuro más próspero y prometedor.
No, el deseo no es que el Chicharito, Rafa Márquez ó hasta el mismo Guille Franco sean quienes lleven las riendas del país; la aspiración más bien es que aquellos que dirigen a la nación muestren la vergüenza, el compromiso y el amor por México como lo hicieran los seleccionados nacionales el pasado domingo en las entrevistas que les hizo Miguel Gurwitz de televisa deportes horas después de quedar eliminados ante Argentina de la Copa Mundial Sudáfrica 2010.
Plagiando de la obra de Thomas Harris el término, el domingo negro que recién sufrimos los mexicanos me envió temprano a mi hogar con doble resaca, la peor era el malestar anímico de nuevamente presenciar como nuestras esperanzas de avanzar a la siguiente ronda en el certamen deportivo más popular del mundo se quedaron en ilusiones ante un digno rival que en la cancha fue mejor que los nuestros. Así, sin más adjetivos que el frio marcador final.
Sabedor que en mi persona no cabría más emoción en lo que resta del mundial una vez eliminado mi equipo, decidí ver por televisión la cobertura informativa que aún había en torno al partido. Del análisis de los expertos a la belleza de Montserrat Oliver, de las ocurrencias del compayito a las irreverencias de Facundo y de las repeticiones de la jornada a lo repetitivo de Derbez. Entre toda la paja, estuvieron ahí las interesantes entrevistas de Gurwitz.
Con la moral por los suelos, algunos jugadores accedieron al entrevistador a darle sus impresiones de lo que acababa de suceder: Con varios equipos europeos a sus pies, luego de concluir en lo individual un exitoso debut mundialista durante el cual ha sido calificado como el mejor mexicano y en dónde marco dos goles, toda la atención de Javier “El chicharito” Hernández estaba en el sentimiento de haber fallado por no lograr como equipo más triunfos para la afición mexicana. Por otro lado, a pregunta expresa de la importancia que tenía el record impuesto ese día por Rafael Márquez como el mexicano con más partidos disputados en la historia de los mundiales, Rafa, el defensa que conquisto Barcelona, solo respondía una y otra vez que nada valía su logro personal cuando a nuestro país no había podido darle un gusto en estos momentos de tanta problemática social. Finalmente, en el último diálogo explotaron las lágrimas de un profesional como el Guille Franco al sentirse impotente por no haber hecho la diferencia positiva para pagarle a México todo lo que ha recibido desde que adopto nuestra nacionalidad.
Perfecto sería que las entrevistas de Gurwitz fueran un referente en el futuro, pero no necesariamente por su valor periodístico, sino como la muestra pedagógica que estos futbolistas dieron a todos los mexicanos de lo que es el compromiso con su país más allá de las válidas aspiraciones personales, de cómo es que aún en los más altos estándares se puede tener humildad para pensar en los demás y sobre todo de cómo debemos aprender de su actitud profesional, la cual definitivamente nos dice que cada uno de nosotros tiene la obligación de hacer lo que mejor sepa hacer en su propio beneficio, pero siempre conscientes de ser parte de un proyecto mayor llamado México.
El fútbol no es el país, pero si empresarios, políticos, líderes de opinión y público en general pudiésemos tener el coraje, la entrega y el orgullo por la patria para sentir su peso en nuestras espaldas como revelaron en esas entrevistas nuestros seleccionados, tendríamos un pie en el primer mundo, tal como lo tienen ellos.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
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