Publicado el
26 de agosto de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia
Por César Elizondo Valdez
Bendito problema, decían los
comerciantes locales cuando no había quien atendiera el mostrador por irse a
trabajar a las fábricas gracias al pleno empleo que, salvo la crisis mundial de
2009, viene gozando Coahuila desde los años noventa del siglo pasado. Empleos, justo
es decirlo, generados por las automotrices y su proveeduría mayormente, no por
legiones de turistas viajando al oriente con cargo al erario para luego
anunciar inversión gringa, alemana o canadiense.
Si, con un nivel salarial en
constante aumento por una ley natural de economía llamada oferta y demanda de
mano de obra, con la inflación anual por debajo del cuatro por ciento, y con
una globalización y tratados internacionales que primero pusieron al alcance de
los comerciantes tradicionales más productos a mejores precios, aquello de la
falta de personal en el comercio era un bendito problema, el buen nivel
adquisitivo del mercado interno subsanaba el reto.
Pero hoy, con una inflación
desbocada, inalcanzable para un hogar con uno, dos o tres salarios mínimos sumados,
con una realidad global que quiere decir marcas nacionales e internacionales
desplazando al empresariado local, con gastos operativos altísimos que suman
servicios como luz, agua, teléfono, rentas, salarios y carga fiscal, al
comerciante local ya no le hace tanta gracia escuchar de nuevas inversiones en
su tierra, por una simple razón: ya ven más problemas que beneficios sociales
en cada oleada de nuevas plazas laborales en la industria. Ya estoy escuchando
la llamada telefónica de cortesía, pero llena de reclamo: nada te embona Cesarito.
La razón es que nos ha pasado
algo muy curioso: nos agringamos. Y no quiero decir que nos brotó el pelo güero
o que cantemos el éxito anglosajón del momento en perfecto inglés sin
pomporruta (no es necesario consultar la última palabreja, se entiende la
oración y la próxima semana ahondaremos en pomporrutas mexicanas), pero es de
dominio público la problemática que enfrentan los responsables de recursos
humanos para proveer de mano de obra a las maquiladoras encargadas de sacar más
productos de los que la plantilla laboral tiene capacidad. Esto, primero trajo
como consecuencia la facilidad para cualquiera para hacerse de un empleo…cosa
desaprovechada. Ante la posibilidad de largarme hoy de un empleo y mañana encontrar
otro igual, yo, coahuilense de la región sureste, me hice acomodaticio, así
como los gringos que desdeñan los trabajos que terminan haciendo los latinos; y
los empleadores empezaron a importar gente de otros estados. De ahí que ahora,
al anunciarse en nuestra tierra nuevas inversiones y nuevos empleos, la noticia
caiga como bálsamo en lugares como Chiapas, Veracruz, Oaxaca y demás sitios de
la geografía nacional dónde si bien estiran la mano y arrancan el mango, no
tienen la facilidad de estirar la mano y fabricar un auto. Pero la gracia para
el maquilador es la desgracia del comerciante local: vienen por salarios
bajísimos. ¿Y que crees? Además, el paupérrimo salario se envía cada semana íntegro
a su casa, allá, al sur, nada se gasta en Saltillo o la región. Si, nos
convertimos en un mini-USA.
cesarelizondov@gmail.com
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