Bella dama
Bella dama, peligrosa, siempre la veía atractiva,
había escuchado algo de ella, decían que era traicionera,
sucumbí ante sus encantos, ¿quien no lo hace ante una diva?,
un mal día sin aviso, sufrí sus malas maneras
abrí los ojos, lo que vi fue aquel gran charco de sangre,
mis palmas tocaron suelo, así empecé a levantarme,
volví la vista hacía el cielo, para verla y cerciorarme,
por más que no lo creyera, ella me había derribado.
fue difícil entenderlo, ¿cómo es que me había pasado?
ella me había avergonzado, ¡a mí¡, yo que tanto la quería,
fueron momentos de trance, jamás serían olvidados,
con la pena aún a cuestas, supe que a ella volvería.
lenta, frágil y penosamente me fui incorporando,
ella apenas se fijaba, se mostraba indiferente,
pero no tuvo ese gusto, de verme hombre derrotado,
aunque en algo fue implacable, en el flagelo a mi gente.
al final, me puse en pie, le sostuve la mirada,
sus ojos me sedujeron, como tantas otras veces,
sabía que la había vencido, por eso es que le grité:
¡te merezco, no me rindo, vida: me humillaste y regresé¡
César Elizondo Valdés
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