publicado 02 de julio de 2004, en "El Heraldo de Saltillo"
Por César Elizondo Valdés
Contra la delincuencia, si somos machos, y somos muchos.
Ni los triunfos de la selección Nacional, ni López Obrador, ni el triunfo de Fox el 2 de Julio de 2000, ni la maquinaria priísta, ninguna de las visitas de Juan Pablo II, ni en 1968; nunca se había visto una manifestación de apoyo ó repudio para causa alguna como la que presenciamos el domingo pasado en el DF, la sociedad mexicana se pronunció por la necesidad de una respuesta a la inseguridad pública imperante en la capital de la república y extendida en diferentes escalas por todo el territorio nacional.
El poder de convocatoria de las organizaciones que congregaron a la marcha es lo que debe traer a varios políticos preocupados, ya que les recuerda que son los fines, las semejanzas y la necesidad de unión lo que mueve a las multitudes, les recuerda que “pan y circo” ya no funciona, sobre todo cuando pan se refiere a partido y circo a política, les recuerda que cuándo el gobierno no hace bien su trabajo, alguien reclamará el vacío, les recuerda que a final de cuentas, el sol no se puede tapar con un dedo, aunque si un pequeño rayito.
Los mexicanos tenemos herencia de guerreros aztecas, algo de observación maya, de civilidad española; la mezcla de nuestra herencia nos da una raza que tiene la garra y el coraje para alcanzar sus objetivos, así como la inteligencia y la cordura para alcanzarlos de manera pacífica, paulatina y ordenada. No pedimos los mexicanos que acusamos a la delincuencia la ley del más fuerte, tampoco la de ojo por ojo, ni la represión, lejos estamos de ver que la sociedad tome la ley en sus manos. Estamos siendo testigos de un pueblo que ya se percato que sí ha tenido el mal gobierno que merece, no durante 70 años, ni durante los últimos tres, ha sido desde la conquista; pero ese pueblo ha madurado, y ahora es consiente de que el gobierno no es un partido ó una persona, que el gobierno debe ser un pueblo más fuerte que el más corrupto de los policias, más capaz que el más inexperto de sus funcionarios, más inteligente que el más elocuente orador, más persistente que el más cínico representante popular, más valiente que los anónimos y cobardes delincuentes, un pueblo que se puede equivocar al votar, pero nunca al botar.
Siempre se ha dicho que la semejanza mayor entre los mexicanos es la religión, alrededor del noventa por ciento de los habitantes de este país somos católicos; en la marcha contra la inseguridad constatamos que más que la religión, lo que compartimos es el sentimiento y la voluntad de forjar una nación desarrollada y segura para nuestros hijos, en eso, todos, sin distingos de religión , credo ó preferencias políticas, excepto los delincuentes, estamos de acuerdo; y seguro estoy de que el grupo de gente que ha tenido secuestrada nuestra seguridad ha tomado conciencia del poder de la sociedad, que se traducirá en acciones de gobierno.
mjoly@terra.com.mx
Por César Elizondo Valdés
Contra la delincuencia, si somos machos, y somos muchos.
Ni los triunfos de la selección Nacional, ni López Obrador, ni el triunfo de Fox el 2 de Julio de 2000, ni la maquinaria priísta, ninguna de las visitas de Juan Pablo II, ni en 1968; nunca se había visto una manifestación de apoyo ó repudio para causa alguna como la que presenciamos el domingo pasado en el DF, la sociedad mexicana se pronunció por la necesidad de una respuesta a la inseguridad pública imperante en la capital de la república y extendida en diferentes escalas por todo el territorio nacional.
El poder de convocatoria de las organizaciones que congregaron a la marcha es lo que debe traer a varios políticos preocupados, ya que les recuerda que son los fines, las semejanzas y la necesidad de unión lo que mueve a las multitudes, les recuerda que “pan y circo” ya no funciona, sobre todo cuando pan se refiere a partido y circo a política, les recuerda que cuándo el gobierno no hace bien su trabajo, alguien reclamará el vacío, les recuerda que a final de cuentas, el sol no se puede tapar con un dedo, aunque si un pequeño rayito.
Los mexicanos tenemos herencia de guerreros aztecas, algo de observación maya, de civilidad española; la mezcla de nuestra herencia nos da una raza que tiene la garra y el coraje para alcanzar sus objetivos, así como la inteligencia y la cordura para alcanzarlos de manera pacífica, paulatina y ordenada. No pedimos los mexicanos que acusamos a la delincuencia la ley del más fuerte, tampoco la de ojo por ojo, ni la represión, lejos estamos de ver que la sociedad tome la ley en sus manos. Estamos siendo testigos de un pueblo que ya se percato que sí ha tenido el mal gobierno que merece, no durante 70 años, ni durante los últimos tres, ha sido desde la conquista; pero ese pueblo ha madurado, y ahora es consiente de que el gobierno no es un partido ó una persona, que el gobierno debe ser un pueblo más fuerte que el más corrupto de los policias, más capaz que el más inexperto de sus funcionarios, más inteligente que el más elocuente orador, más persistente que el más cínico representante popular, más valiente que los anónimos y cobardes delincuentes, un pueblo que se puede equivocar al votar, pero nunca al botar.
Siempre se ha dicho que la semejanza mayor entre los mexicanos es la religión, alrededor del noventa por ciento de los habitantes de este país somos católicos; en la marcha contra la inseguridad constatamos que más que la religión, lo que compartimos es el sentimiento y la voluntad de forjar una nación desarrollada y segura para nuestros hijos, en eso, todos, sin distingos de religión , credo ó preferencias políticas, excepto los delincuentes, estamos de acuerdo; y seguro estoy de que el grupo de gente que ha tenido secuestrada nuestra seguridad ha tomado conciencia del poder de la sociedad, que se traducirá en acciones de gobierno.
mjoly@terra.com.mx
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