Por César Elizondo Valdés
Presupuesto 2005
Los que saben han dicho que la controversia levantada por el reciente round de nuestro presidente contra nuestra cámara de diputados puede ser analizada desde el punto de vista legal a través de diferentes ángulos, por lo tanto, la razón asiste a ambos, ó a nadie. De nuevo, el enfrentamiento entre ejecutivo y diputados deja interrogantes sobre el manejo político sin dar luz en el origen de la discusión, ¿es tan importante debatir si el presidente puede impugnar el presupuesto? ¿Que es más saludable para el país, que los diputados aprueben la propuesta de Fox ó que el presidente reconozca las facultades y autonomía de decisión que tiene el poder legislativo?
Lo que pasa por alto Vicente Fox, es que gobierna una república, conformada por tres poderes que balancean el ejercicio de la autoridad evitando que esta sea manipulada por una sola persona ó grupo, división de poderes que prevé no caer en los vicios que ya hemos padecido. Llegar por la vía del voto popular al poder ejecutivo, debió enseñarle al presidente Vicente el respeto que se merecen sus gobernados como para pretender pasar por encima de la cámara é imponer su opinión. Desde pequeños aprendemos que las mayorías siempre tienen la razón, aún si alguien considera que están errados, más en un ámbito demócrata. Ya no se trata de ver quien tiene el mejor plan presupuestal, se trata de respetar y acatar los cimientos de nuestra democracia.
Sigue causando molestias y aparentes retrocesos nuestra incipiente vida democrática, pero si hasta dentro del núcleo familiar es difícil respetar lo que cada uno quiere, en un país de más de cien millones de habitantes, con tres grandes partidos políticos y algunos más que representan minorías, aprender a conciliar doctrinas heterogéneas nos está doliendo, pero estamos en el camino correcto. Esperemos que se encuentre la cordura para impedir el regreso del presidencialismo, personal ó grupal, que es lo que en los pinos pretenden sin darse cuenta. ¿Sin darse cuenta?
Legal vs. moral
Se ha hecho cotidiano escuchar declaraciones de funcionarios públicos citando leyes que los facultan para actuar de acuerdo a polémicos intereses, escudándose también en lo que no está expresamente prohibido; su criterio es encontrar lagunas dentro de la ley que les permitan hacer lo que moralmente nadie les aprueba. Hemos caído en el absurdo de discutir la legalidad de las acciones, dejando en segundo termino la conveniencia general y la base moral de las mismas, esto, lamentablemente permea hacía toda la población como cultura de oportunismo. En ocasiones se deben promover las instituciones ó los programas, no las personas, debemos exigir que además de actuar conforme a derecho, se haga con honorabilidad. Demandemos pues, que se cuide tanto el fondo como las formas. mjoly@terra.com.mx
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