Para publicarse el 28 de Mayo de 2005 en El Heraldo de Saltillo Por César Elizondo Valdés Cuándo nos enteramos de la muerte de un niño ó de un bebe escuchamos repetidas veces una frase que busca encontrar un poco de resignación en la tragedia de lo incomprensible: Dios se lo llevo porque necesitaba un ángel en el cielo. El reciente asesinato a manos de su madre de una niña de cuatro años llamada Brenda en nuestra ciudad, me deja con la impresión de que en ocasiones Dios no se lleva a los niños porque necesita ángeles en el cielo, se los lleva porque quiere hacernos ver los errores que como humanidad cometemos, aún cuándo esos yerros sean materializados por una sola persona. Creo que si Dios ya nos regaló en una ocasión a su único hijo, de vez en cuándo se ve en la necesidad de llamar nuestra atención cuándo vamos perdiendo el rumbo sin dar muestras de querer rectificar el camino, y lo hace en dónde más nos duele, en nuestros niños. Más allá del amarillismo que rodea este tipo de historias, la muerte de la pequeña Brenda deja grandes interrogantes para nuestra sociedad, nos cuestionamos que tipo de vida ha llevado una persona que en un arranque de furia descarga todas sus frustraciones en una niña que apenas iniciaría su educación académica; nos preguntamos quienes fueron los familiares de está asesina, que si bien es cierto que cada persona debe responder por sus propios actos, el medio ambiente y la formación en la que se crece son en gran medida las bases de lo que en el futuro nos podremos convertir, para bien ó para mal; queremos saber si la madre tenía amigos, que clase de apoyo se daban, donde fallaron para permitir que esta señora tuviera tan poco respeto por la vida que ella engendró, pero que no creó; nos preguntamos donde estaban tantas religiones que se promueven casa por casa, en busca de más seguidores, ninguna pudo crear conciencia; un sistema económico que condena a la pobreza financiera a los más necesitados, pero que peor aún, los condena a un insano conformismo que va acumulando complejos que tarde ó temprano explotan; no encontramos respuestas para saber que tanto daño le hicimos todos a una mujer para orillarla a actuar como lo hizo. No trato de culparnos a los demás por lo que hizo una persona, solo trato de entender que tan mala puede ser una vida como para atentar en contra de otra. No hay lugar a duda, Brenda nunca perdió su lugar en el cielo, ella hoy descansa en paz, la pregunta es, ¿La conciencia de la Iglesia, de la sociedad, del gobierno, de las personas que seguimos aquí, puede descansar en paz?. Dios no necesitaba un ángel, Él necesita que despertemos como raza humana y reconozcamos que hemos equivocado el camino, que entendamos que sí, que está vida la debemos de disfrutar, pero que también la debemos de entregar a nuestros semejantes, que debemos comprender que los seres humanos somos débiles, y que sin apoyo nos hundimos. Sería genial comprometernos a influir en nuestros círculos cercanos como familia, amigos, trabajo, para garantizar que nadie que este dentro de nuestro medio caiga en las penosas muestras de brutalidad que tanto nos aquejan hoy en día, imagine usted ver que cada vez más personas se comprometan a realizar un cambio positivo en las relaciones dentro de su radio de influencia, que cada vez vaya permeando hacía todos los que habitamos este planeta, seguramente otros problemas continuarían, no veremos la utopía de erradicarlos, pero esa vergüenza que a menudo sentimos por llamarnos seres humanos, podría desaparecer. 8444104775@prodigy.net.mx |
Dios no necesitaba un ángel
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