Publicado el 26 de Agosto de 2005 en El Heraldo de Saltillo
Por César Elizondo Valdés
Por César Elizondo Valdés
Desde hace años, todos los sectores que sostienen económicamente al país enfrentan la dura competencia que se da en los mercados internacionales, la industria, el comercio, la comunicación, la agricultura, la pesca, el turismo, la ganadería, en algunos casos hasta la minería ha tenido que ceder ante los avances tecnológicos que en otras economías permiten una ventaja competitiva en la explotación de recursos naturales. En otros rubros, como el deporte, la educación, las artes, quienes se dedican a esto han tenido que subir sus estándares de calidad para poder tener su lugar en un mundo cada vez más comunicado y por lo tanto más competitivo.
Si comparamos nuestro hábitos actuales con los que practicábamos hace veinte años, nos damos cuenta de la diversidad de opciones que tenemos para disfrutar los beneficios que la estabilidad económica y la paz social que disfrutamos en nuestro país nos ofrecen. Tenemos al alcance más de diez y siete marcas de autos para comprar un vehículo, antes teníamos cinco; si quiere uno comprar una hamburguesa, tenemos infinidad de establecimientos nacionales así como las principales franquicias y cadenas que existen en el mundo; si queremos una manzana, podemos ir al mercado a comprar la que se cultiva en Arteaga ó podemos ir a cualquiera de las grandes tiendas comerciales que ofrecen productos originarios de todos los rincones del planeta; si queremos una pieza de joyería tenemos la opción de comprar lo que nuestra tierra nos ofrece hasta lo que se extrae de las tierras más reconocidas como productores de piedras y metales preciosos. El resultado: subsisten solo aquellos oferentes que tienen la capacidad competitiva para atender la demanda de los consumidores, con la consecuencia de mejores condiciones generales de consumo para la población en general, lo que es mejorar la calidad de vida.
La sana competencia, es el filtro natural que la economía utiliza para poner en su lugar a cada ente productivo de acuerdo a sus capacidades, y ofrece al consumidor la más amplia gama de posibilidades, todos ganan, menos los que no pueden adaptarse a lo que el mercado necesita. En la vida política, los mexicanos sufrimos la incapacidad de nuestras instituciones para que cada persona pueda tomar su lugar en el escenario político, debido a la necesidad de tener que cuadrar una personalidad a un partido, que sería aceptable cuadrarla a la ideología, ya que todas dicen puras bondades, pero no es fácil incluir a personas valiosas en las intrincadas formas de operar de los partidos políticos, lo que hace que miles de mexicanos se queden sin una opción de participar activamente como posibles candidatos a puestos de elección popular. Hemos llegado a la penosa era en la que los partidos utilizan a las personas para subsistir, en lugar de que los partidos sean el escalón que ayude a los individuos a ejercer su derecho a ser votados; así, vemos los clásicos ejemplos del doctor del pueblo, que es invitado como candidato para aprovechar su imagen y darle al partido los votos para conservar su registro, en lugar de tener la solvencia para darle votos a sus candidatos producto de sus buenas gestiones como partido. Lo mismo pasa con el activista social, el artista, el comerciante, etc., prestan su imagen para subsistencia de los partidos.
No tengo dudas, si México está intentando ingresar al primer mundo, las candidaturas independientes son necesarias para ser un país de primera en todas las materias, nuestros futuros legisladores así lo entenderán y habrá la manera de hacer las modificaciones que se requieran para eso, y la competencia al interior de los partidos, entre partidos y ante independientes, arrojará mejores candidatos y por lo tanto mejores gobernantes.
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