Publicado el 20 de Enero de 2006 en El Heraldo de Saltillo
En torno a la carrera por la presidencia de México, todos los sondeos de opinión serios que fueron publicados en días pasados coincidieron, puntos más puntos menos. Andrés Manuel López Obrador (no el Partido de la Revolución Democrática) es el candidato a vencer con una intención del voto que próximamente alcanzará los cuarenta puntos porcentuales y que por más trapos que le saquen no bajará de treinta y cinco de aquí al día de la elección; Felipe Calderón Hinojosa, del Partido Acción Nacional, está en segundo lugar y ascendiendo, y, aunque la apretada diferencia de aceptación entre los votantes concede el empate técnico con Roberto Madrazo, candidato del Partido Revolucionario Institucional, la frialdad de los números lo ubican como el principal retador.
Por más perspectivas que le busco a las encuestas, es difícil entender como es posible que este naufragando la candidatura de Roberto Madrazo, persona que lideró a su partido para gobernar los estados que representan al cincuenta y cinco por ciento de los mexicanos, es decir más de cincuenta y tres millones de personas, si vemos que el partido que abandera el puntero López Obrador gobierna desde las entidades federativas a solo el dieciocho por ciento del país y que Acción Nacional, ya con cinco años en el mandato federal, apenas alcanza a gobernar al veintisiete por ciento de la población vía los gobiernos estatales. El panorama a nivel municipal es más ó menos el mismo, y si analizamos el poder legislativo nos encontramos con que en los congresos locales el PRI tiene mayoría en las dos terceras partes de los mismos, y que además es el partido que más representantes conserva en las cámaras de diputados federales y senadores.
¿Puede alguien perder la elección presidencial teniendo su partido el control político de la mayor parte del país? La respuesta ya la conocemos, de hecho pasó hace seis años. Pero a diferencia de las elecciones del año dos mil, está vez Madrazo tiene a su favor un elemento con el que el PRI no contó la vez pasada, está vez no existe un candidato tan fuerte y tan apoyado como lo fue Vicente Fox, lo que le da a los tres principales contendientes la posibilidad de ganar la elección si logran realizar una campaña inteligente.
La oportunidad de Madrazo está en convertirse en una buena opción para captar los millones de votos que aún están indecisos pero que serán los que determinen el resultado de la elección, la manera de lograrlo es presentarse como el conciliador que debe ser el líder de una nación, de lo contrario pagará caro su soberbia. La dirigencia nacional del PRI ha negociado con los grupos locales las candidaturas para mantener el control de las cámaras legislativas y recuperar la presidencia, así que los nombres ventilados en varios estados de la república y por supuesto en Coahuila para ser la fórmula del PRI con Madrazo en los comicios del próximo dos de Julio nos indican que el partido está haciendo su trabajo hacía adentro, buscando con la operación cicatriz garantizar votos que suponen serán en bloque para legisladores y presidente. Pero es hacía afuera hacía donde el PRI ha olvidado fijar su estrategia, ahí es donde el candidato presidencial tiene un porcentaje de rechazo del cuarenta por ciento y el partido del treinta y siete, comparados con el veinte y veintidós respectivamente de los que les siguen como peor vistos.
El enemigo de Madrazo no se llama Andrés Manuel, ni Felipe, ni abstencionismo, ni PAN, ni Fox, el enemigo se llama Roberto, y su cómplice se llama PRI.
En torno a la carrera por la presidencia de México, todos los sondeos de opinión serios que fueron publicados en días pasados coincidieron, puntos más puntos menos. Andrés Manuel López Obrador (no el Partido de la Revolución Democrática) es el candidato a vencer con una intención del voto que próximamente alcanzará los cuarenta puntos porcentuales y que por más trapos que le saquen no bajará de treinta y cinco de aquí al día de la elección; Felipe Calderón Hinojosa, del Partido Acción Nacional, está en segundo lugar y ascendiendo, y, aunque la apretada diferencia de aceptación entre los votantes concede el empate técnico con Roberto Madrazo, candidato del Partido Revolucionario Institucional, la frialdad de los números lo ubican como el principal retador.
Por más perspectivas que le busco a las encuestas, es difícil entender como es posible que este naufragando la candidatura de Roberto Madrazo, persona que lideró a su partido para gobernar los estados que representan al cincuenta y cinco por ciento de los mexicanos, es decir más de cincuenta y tres millones de personas, si vemos que el partido que abandera el puntero López Obrador gobierna desde las entidades federativas a solo el dieciocho por ciento del país y que Acción Nacional, ya con cinco años en el mandato federal, apenas alcanza a gobernar al veintisiete por ciento de la población vía los gobiernos estatales. El panorama a nivel municipal es más ó menos el mismo, y si analizamos el poder legislativo nos encontramos con que en los congresos locales el PRI tiene mayoría en las dos terceras partes de los mismos, y que además es el partido que más representantes conserva en las cámaras de diputados federales y senadores.
¿Puede alguien perder la elección presidencial teniendo su partido el control político de la mayor parte del país? La respuesta ya la conocemos, de hecho pasó hace seis años. Pero a diferencia de las elecciones del año dos mil, está vez Madrazo tiene a su favor un elemento con el que el PRI no contó la vez pasada, está vez no existe un candidato tan fuerte y tan apoyado como lo fue Vicente Fox, lo que le da a los tres principales contendientes la posibilidad de ganar la elección si logran realizar una campaña inteligente.
La oportunidad de Madrazo está en convertirse en una buena opción para captar los millones de votos que aún están indecisos pero que serán los que determinen el resultado de la elección, la manera de lograrlo es presentarse como el conciliador que debe ser el líder de una nación, de lo contrario pagará caro su soberbia. La dirigencia nacional del PRI ha negociado con los grupos locales las candidaturas para mantener el control de las cámaras legislativas y recuperar la presidencia, así que los nombres ventilados en varios estados de la república y por supuesto en Coahuila para ser la fórmula del PRI con Madrazo en los comicios del próximo dos de Julio nos indican que el partido está haciendo su trabajo hacía adentro, buscando con la operación cicatriz garantizar votos que suponen serán en bloque para legisladores y presidente. Pero es hacía afuera hacía donde el PRI ha olvidado fijar su estrategia, ahí es donde el candidato presidencial tiene un porcentaje de rechazo del cuarenta por ciento y el partido del treinta y siete, comparados con el veinte y veintidós respectivamente de los que les siguen como peor vistos.
El enemigo de Madrazo no se llama Andrés Manuel, ni Felipe, ni abstencionismo, ni PAN, ni Fox, el enemigo se llama Roberto, y su cómplice se llama PRI.
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