Para publicarse el 04 de Agosto de 2006
Sabe que pasará un mal rato para llegar a su destino, las calles aledañas a la plaza que alberga la catedral y el palacio de gobierno están prácticamente cerradas a la circulación, independientemente de llegar en su propio vehículo, en taxi ó en el transporte público, sufrirá su propio vía crucis para ver de cerca al que millones identifican como el Mesías, aún cuándo muchas personas no lo vean de esa manera. En este caso él piensa que no lleva en el pecado la penitencia, sino que más bien la penitencia finalmente valdrá la pena.
Sabe que pasará un mal rato para llegar a su destino, las calles aledañas a la plaza que alberga la catedral y el palacio de gobierno están prácticamente cerradas a la circulación, independientemente de llegar en su propio vehículo, en taxi ó en el transporte público, sufrirá su propio vía crucis para ver de cerca al que millones identifican como el Mesías, aún cuándo muchas personas no lo vean de esa manera. En este caso él piensa que no lleva en el pecado la penitencia, sino que más bien la penitencia finalmente valdrá la pena.
Ya sobre la plaza no dejará de pensar en algún pasaje bíblico en el que Jesús se sacude los embaucadores cuestionamientos de algunos líderes religiosos de aquellos tiempos y lugares para dejar en claro que habrá que darle a Dios lo que le corresponde y darle al gobierno lo que es del César. Este pensamiento lo llevará a reflexionar en la clásica imagen de las casas de gobierno edificadas enfrente de las catedrales en prácticamente todo el país, lo que también lo lleva a considerar que más que una paradoja es una clara muestra del conveniente maridaje entre los representantes del poder divino y los que detentan el poder político.
A pesar de ir por propia iniciativa movido por el innegable arrastre que su Mesías tiene entre las multitudes, le molestará de alguna forma recordar que el hijo de Dios corrió a los mercaderes del templo y que los acontecimientos de estos días tienen prácticamente rodeado al templo de vendedores ambulantes que ofrecen todo tipo de mercancías, llegando los miles de seguidores ahí reunidos al extremo de olvidar por momentos cual es el motivo por el que están ahí. Por supuesto, recordará también las quejas reiterativas de los comerciantes de la zona que ven con estos fenómenos sociales como se les recortan los días hábiles de un mes en el que lejos de hacer su Agosto, harán milagros para seguir subsistiendo.
Se enfrascará solo en una discusión interna acerca de los inconvenientes que a terceros provoca por la manifestación que libremente hace hoy en día de la doctrina en la que cree, algo que no siempre fue así. Muy en su interior se justificará en la creencia de que cualquier persona que este al pendiente de los medios de comunicación y de las pláticas de café puede tomar sus precauciones para no salir perjudicado por el caos vial generado, de cualquier modo, está es una ocasión especial que propios y extraños deberían no solo entender sino también procurar.
Una vez que llegue, no le bastará con estar presente y escuchar los sermones que tantas veces han repetido, pero que no por eso dejan de ser verdad; Querrá entonces ver de cerca a su Mesías y para eso se armará con toda la paciencia que sea necesaria, está anunciado que de ahí no se moverá por lo que contará con todo el tiempo del mundo para acercarse. Finalmente, tendrá ocasión de estar ante él por algunos cortos segundos durante los cuales muchos dicen que le escuchará lo que tenga que decir, aunque a nadie le conste que así sea. De cualquier modo, se acercará lo más posible, bajará la voz para que nadie escuche lo que dirá porque no se da cuenta que cada cual tiene sus propias peticiones, agradecimientos y palabras de aliento; así se inclinará hasta tenerlo cara a cara, observará en sus ojos esa tranquilidad que solo los justos pueden alcanzar y nuevamente, como cada seis de Agosto en Saltillo, le confiará al Santo Cristo de la capilla todo aquello que es trascendente en su vida.
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1 comentario:
Excelente, salvo por que por la actual situación política del país, por un minuto pensé que estaba usted hablando del otro “Mesías”, pero solo por un minuto eh.
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