Publicado el 01 de Septiembre de 2006
Hoy veremos en cadena nacional si uno de los más gastados rituales de nuestro sistema político sigue siendo lo que fue, si cambia para convertirse en lo que debe ser, ó si pasa a ser una mancha más en está penosa historia que la “Maldición por el bien de bobos” se empeña en escribir.
Hoy veremos en cadena nacional si uno de los más gastados rituales de nuestro sistema político sigue siendo lo que fue, si cambia para convertirse en lo que debe ser, ó si pasa a ser una mancha más en está penosa historia que la “Maldición por el bien de bobos” se empeña en escribir.
Por otro lado, el gobernador coahuilense ha anunciado su intención de hacer cambios sustanciales en la ceremonia del tradicional grito de independencia la noche del próximo quince de Septiembre. La cuestión de estos eventos no debemos tomarla a la ligera.
No debemos confundir el protocolo que nuestras leyes indican con lo que fue una práctica de sumisión anual durante décadas que se convirtió en circo a partir del último informe de Miguel de la Madrid. Tampoco confundamos la representación que una festividad hace de nuestra soberanía con las opulentas manifestaciones y distingo de clases que veíamos antaño.
La política actual parece decir: Cumplir con el protocolo, prescindir lo que es decoro.
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