Dicen de quien no conoce su historia que esta condenado a repetirla. Hoy se hacen oír las voces de aquellos que se preguntan que diablos hay que celebrar durante el mes de la patria; mismas personas que se ufanan de eruditos para salir con la novedad de que la efemérides conmemoraría la Independencia de México cuando se consumó, no cuando se encendió.
Esta corriente de opinión tiene muchos adeptos entre los que durante setenta años patentaron el festejo de una Revolución iniciada con el Plan de San Luis, claro que nunca se inmutaron de que la cronología oficial dijera que este capitulo culminó con la Carta Magna firmada siete años más tarde.
Y la realidad del caso es que para fines prácticos del ciudadano común y no de la agenda gubernamental, tanto Independencia como Revolución Mexicana rindieron sus frutos mucho tiempo después de lo que hemos marcado como el final feliz de uno y otro movimiento. Desde mi interpretación de la historia de México, la revolución no cumplió su cometido cuando se promulgó la Constitución sino cuando cesaron las traiciones y los asesinatos entre la clase política para dar paso ahora sí al sufragio efectivo dando fin al caudillismo, más de una década después de muerto Venustiano Carranza y a casi dos del asesinato de Madero. Por otro lado, mucho más atrevido es afirmar que la independencia de facto fue todavía posterior cuando Lázaro Cárdenas tuvo el apoyo de todos los sectores que conforman la nación para expropiar aquello que había sido saqueado desde su descubrimiento por extranjeros siendo fuente de opresión y control económico sobre el país como desde la conquista venían haciendo distintas potencias con los metales preciosos y diversos productos naturales, esto en circunstancias globales diametralmente diferentes a las actuales.
¿Y a dónde voy con esta diatriba que no aporta nada a nadie? Voy a lo que tenemos que hacer notar los mexicanos para que nuestros políticos entiendan que es un hecho el que tengan que repasar la historia para saber que los movimientos sociales no son llamaradas de petate. Voy a que los actores de la política se enteren de una vez que el cambio demandado por la sociedad poco tiene que ver con posturas partidistas y mucho con actitudes personales. Voy a que los que viven del poder sepan que lo sucedido en el año 2 mil no fue por cambiar a un partido por otro sino para cambiar de una clase política obsoleta por una alternativa. Voy para que enteremos a la nueva clase política de que la ciudadanía es daltónica para apreciar colores de partidos pero lince para ver más allá de los discursos. Voy para que nos demos cuenta de lo que no hemos querido aceptar: Diez años han pasado desde que este país rompió con el viejo esquema y seguimos sufriendo los dolores de parto que la historia nos relata de 1810 a 1821 y nuevamente de 1910 a 1917.
Miguel Hidalgo fue fusilado mucho antes de que México fuera independiente y fue abatido Francisco I. Madero sin ver el triunfo de la revolución, en ambos casos la causa sobrevivió al hombre. Es un hecho que Vicente Fox será solo el símbolo malogrado de un cambio en la historia del país pero aún no sabemos quien será el que finalmente plante el estandarte de un nuevo México. No me desanimo y no soy inocente: Sé que cada vez es más difícil creer que las cosas puedan mejorar, pero estoy totalmente convencido de que la diferencia buscada desde los años noventa no la hace un mártir asesinado, un presidente que despilfarró su oportunidad ó un montón de legisladores en tribuna. El progreso lo empujamos los ciudadanos como lo hicieron nuestros antepasados. Yo si tengo que celebrar.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
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