Anotando compromisos en la agenda que me regalaron hace doce meses me di cuenta que no
tenía hojas para Enero. Entonces, bajo el razonamiento de quienes dicen que el
calendario Maya marca que sería el día 21, diríamos que la Compañía de Arte
Gráfica Gapri SA de CV, editora de mi almanaque, tendría el 31 de Diciembre como
fecha fatal. ¿Tiene lógica no?
Calendario Maya |
Pero si estás leyendo esto seguramente es
porque las supuestas profecías Mayas sobre el fin de los tiempos no se hicieron
realidad el día de ayer…. Al menos no en ti. Pero, basta con hojear las páginas
de obituarios y esquelas de cualquier periódico del mundo para darnos cuenta
como fue que el solsticio de invierno si coincidió con el final para muchas
personas.
Igualmente, en el lejano once de Septiembre de
2001, miles de neoyorkinos vivieron la versión Nostradamusina del fin de los
tiempos de una forma que ni las más fantasiosas producciones hollywoodescas
habrían podido imaginar. ¿Y que podríamos decir de Diciembre de 2004? Los
aterrados turistas vivieron en carne propia la adaptación por parte de la madre
naturaleza del cataclismo previsto por Juan en su libro de las revelaciones, el
tsunami en las costas de Sumatra fue de una crudeza tal que los inspirados
escritos bíblicos quedaron como guiones de Disney ante la increíble
demostración destructora de la fuerza de la naturaleza.
Luis Donaldo nunca lo vio venir pero su apocalipsis
lo alcanzó en Lomas Taurinas, Cristo supo que su tragedia estaba cerca cuando
el beso de Judas y a Jenny Rivera ya sabemos lo que le pasó. Los dinosaurios
vieron caer un meteorito de dimensiones gigantescas por Yucatán como aviso de
su extinción y los nativos norteamericanos tuvieron en la colonización inglesa
el principio del fin. A mi padre le llegó en forma de cáncer veinte años antes
de lo que era su esperanza de vida, unos presienten que se acerca el final
cuando ingresan al crimen organizado ó a las fuerzas armadas, otros lo saben
cuando ven a los secuestradores rodeándolos y unos cuantos afortunados llegan
al final en una apacible serenidad sentados en la mecedora como le pasó al tío
Joaquín.
Pero a todos nos llega ese temido final. Y
si de algo sirve interpretar las profecías, no será para tener la certeza de
una fecha, sino para darnos la seguridad de que nadie es inmortal. Faltan miles
de millones años para que el sol deje de brillar y entonces sí, a este planeta llamado
tierra se lo habrá cargado el que hace reír, pero podemos apostar a que para
cuando eso suceda, la humanidad habrá alcanzado avances tecnológicos que le
darán nuevas formas de sobrevivir como especie.
Dudo que los Mayas hayan pretendido dejar
un mensaje con su calendario, pero si quisieran transmitir una enseñanza, sería
algo que nada tiene que ver con la muerte, sino más bien con vida. Y es que los
calendarios fueron ajustados en base a observación astronómica por distintas
civilizaciones a lo largo de la historia no para medir el tiempo en función de
años vividos y mucho menos como sentencia de muerte, sino como indicadores para
sembrar, fertilizar, cuidar y cosechar semillas ó alimentos. Todos los
calendarios de la antigüedad tienen como finalidad sacarle el mejor provecho a
la tierra, nunca fueron el tirano e implacable reloj en lo que ahora se ha
convertido nuestra forma de vida.
Dejemos entonces de pensar como modernos citadinos
del siglo XXI que hurgan obsesionados en el pasado para descubrir como van a
morir; pensemos mejor como los Mayas de hace siglos, esos que miraban al cielo
para saber que en el futuro estaba lleno de oportunidades que les garantizaban una
vida mejor.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
1 comentario:
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