Publicado el 11 de Mayo de
2014 en Revista 360 de Vanguardia
Hoy tengo la
obligación de olvidarme de quién soy para darme a los demás, de quitarme los
prejuicios, tener objetividad. Y es que mi influencia es tan grande como grande es mi país. Dejo de ser lo que soy por convertirme en mejor.
En ocasiones soy
madre, si tengo que dar apoyo o tengo que aconsejar; otras veces soy un padre,
si tengo que corregir, cuando impongo disciplina.
Soy a veces
defensor de Stalin, Lenin o Marx, en teorías de igualdad. Luego aplaudo al
capital, si exhorto a lo individual.
Soy católico y
judío, soy protestante y masón, budista, cristiano, ateo. O de cualquier
religión.
Expongo
conocimientos basado a imparcialidad, respeto el libre albedrío de interpretar
la verdad. Se me confía lo mejor, lo que más vale y trasciende, y en respuesta
a esa encomienda yo me entrego por completo.
Mi compromiso
pactado es dar más de los que es deseado. Soy dictador por decreto, por
convicción, democrático. Si el producto sale bien pocos me agradecerán, pero si
algo sale mal, hacia mi señalarán.
Soy querido y soy
odiado por ser de naturaleza humana, aunque al paso de los años muchas veces se
me añora, se me entiende y me perdona. Mis amigos son los libros, la familia,
la sociedad y el estado, ¿Mis enemigos?: El tiempo, la ignorancia y la apatía.
He visto árboles
crecer en diferentes terrenos, pero todos se nutrieron con agua del mismo
arroyo. No pretendo ser arroyo que es la fuente de la vida, soy más bien
agricultor, que con tierra, agua y semilla, hace todo florecer.
Entonces Soy quién
tiene el futuro en sus manos pues soy padre, madre, amigo; voy de la izquierda
a derecha. Atravieso por el centro, y regreso a repasar:
Dictador,
paternalista, democrático, religioso en la doctrina pero laico en opinión.
Doctor de todos los males, animador de cumpleaños, conocedor de respuestas o de
donde consultar.
Artista, actor y
cantante, deportista de algún modo, confesionario de culpas. Soy Cupido y
Celestina, peldaño para escalar, payaso en algunos ratos, y hasta hombro para
llorar.
Soy de
todo, y ese todo, se resume en singular: Soy maestro mexicano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario