publicado el 11
de junio de 2017 en Círculo 360, de Vanguardia
Por César Elizondo Valdez
-¿Por qué razón
emprendiste ese tipo de campaña?- me preguntó mi hijo Alejandro mientras
leíamos los airados comentarios que mis publicaciones en redes sociales estaban
levantado. Definir posturas acerca de temas como Uber, aborto, foto multas,
matrimonio igualitario, legalizar o no drogas, horarios de antros, adopción
gay, pena de muerte y cosas por el estilo, es la forma más segura de perder una
elección. Me lo advirtió Alejandro, entre curioso y molesto.
Iniciamos
como familia una cruzada ocho meses atrás buscando ser el primer coahuilense
que llegase al congreso sin el respaldo de las siglas, recursos y estructura de
un partido político, y aún estamos en el proceso de cerrar ese ejercicio
electoral… con una dolorosa lección.
A la
familia nuclear rápidamente se sumaron familiares en siguientes grados, también
los amigos, socios, colegas y tod@s con quienes a diario trabajo, así como gran
parte de mis compañeros del CIZ, del ITESM y de Merca, de generaciones
ascendentes y descendentes; de mis grupos de esparcimiento, diversión y
deporte. Aunque no valga, -me escribieron muchos-, desde acá cuentas con
nuestro apoyo y nuestras oraciones: De todas partes del país, de varios países
y aún en distintos idiomas, recibí las muestras de confianza para una
candidatura que alguno de ellos poéticamente bautizó como el aleteo de una
mariposa en México.
Las
injusticias laborales y falta de oportunidades dentro del aparato gubernamental
sufridas por gente como Roberto, Oscar y Ariel, las ganas de progresar y el
deseo de tener mejores escuelas de jóvenes como Marco y Eduardo, un matrimonio
como el de Ramón y Mary, el tiempo libre que le quedaba a Almicar, y la
infaltable labor de mujeres como Karina, Adriana, Guadalupe, Blanca Esthela y
Nathalie, hicieron que se formara un compacto grupo de voluntarios liderados
por el mismo Roberto, que cargaron física y emocionalmente con el peso de una
campaña austera, limitada, discreta y humilde, pero llena de idealismo.
Muy
importantes fueron el entusiasmo de Brenda para representar la candidatura ante
las autoridades electorales, la guía profesional de Carlos para interpretar
intrincadas disposiciones de fiscalización y para que el noviciado no resultara
tan violento, las puertas abiertas y las sillas llenas en casas de mis amigos,
mis Compas, mis Huérfanos, mis Atléticos, mis Compadres y mis Compayes, vaya,
hasta de mi suegra. Los generosos espacios que compañeros de medios de
comunicación nos brindaron en sus columnas, programas y reportajes; y por
supuesto, el respaldo, carisma y buen nombre de mi compañero de fórmula:
Salvador Rodríguez Saade, Chavita, pues.
La sangre de
la campaña fluyó de todas esas personas que les gustaron, comentaron o
compartieron nuestras publicaciones en redes sociales, que me enviaron mensajes
de texto, que me saludaron en el supermercado o en los tacos mañaneros, que me
visitaron en mi trabajo para transmitirme conocimientos e ideas, que enviaron
cartas manuscritas, que recibieron un volante desde la ventanilla de su auto o
en su hogar, que abrieron su casa para que un par de extraños les platicarán de
su visión y sus ideales, de su exasperación, y de la suma de voluntades.
Mención aparte, me sorprendió agradablemente
encontrarme en distintas partes a quienes también buscaban un puesto de
elección popular bajo los colores de algún partido político así como a sus
dirigentes y militantes; a ellas y ellos, mi agradecimiento por ser
competidores de altura.
Para
quienes de alguna forma y sin abandonar la esencia de las candidaturas
independientes en esta región, que hicieron sinergia conmigo como Javier y
Lucho, Fausto, Lobo, Poncho y Moncho, y el doctor Cárdenas, mi más grande
admiración y respeto, así como el orgullo de compartir de por vida con ellos,
la etiqueta de Independiente. Así, con mayúscula.
Gracias a
todas las personas englobadas anteriormente y de los muchos coahuilenses que
desde ciertos parámetros votarían por mi, me vino la respuesta para Alejandro,
así que lo miré a los ojos y le contesté: arriesgué a presentarme en una
campaña sin máscaras y hablándole claro a la gente, porque la ciudadanía se
merece candidatos que desde un principio fijen sus posturas, porque la misma
gente ha estado exigiendo que personas sin dobles intenciones los representen,
porque hasta en la biblia dice que se vale ser caliente o frío, más nunca
tibio. Porque la forma de hacer política debería estar regida más por propuestas
sociales y menos por cálculos electorales; porque si queremos un mejor futuro
debemos aprender a hablar de lo que nos afecta de frente, sin miedos y con
argumentos. Porque siempre quiero mirar directo a los ojos a toda la gente,
como lo hago ahora contigo, aunque algunas personas puedan o no, estar de
acuerdo conmigo.
https://www.saltillo360.com/mis-razones
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cesarelizondov@gmail.com
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