Publicado el 08
de octubre de 2017 en Círculo 360, de Vanguardia
Por César Elizondo Valdez
La
lejana geografía y el frenético ritmo de vida que nos brinca de un problema a
otro sin previa notificación o aviso, hacía preguntarse si era prudente quitar
los lazos negros, símbolos de duelo por la devastación humana y material
causada por un terremoto, lazos que ya estaban ahí tras el temblor de días
antes, que habían sido colgados por los terribles huracanes, que… en fin, una extensa
sucesión de lutos sin tiempo para ser sanados, que hacen dudar del amor del
dios omnipotente por el mexicano, que bien se podrían rastrear hasta la
revolución, la independencia o hasta la conquista, con la inserción entre esos
conflictos de los más crueles episodios de tragedias, unas producto de la
naturaleza, las más, resultado del pésimo actuar de las clases gobernantes.
Así, sin
oportunidad de asimilar el luto nacional, entramos en solidaridad con los
inventores de los tenis Nike, de la NFL, del pollo Kentucky y claro, de Las
Vegas. El terror. Perpetrado por un loco de quien a la mañana del jueves en que
entrego mi columna semanal, solo atisbamos el erróneo silogismo que muchos
insisten en dar por bueno de que, si de niño tuvo juguetes bélicos o violentos
video juegos, de adulto cometería una calamidad como la del domingo pasado en
la ciudad del pecado.
Pero si el silogismo de los juegos de la
niñez es equivocado, entonces, ¿Qué pasa por la mente de un hombre en
apariencia normal y adaptado a la sociedad para ponerse a matar personas desde
su cuarto de hotel? Descartemos también la pobreza o falta de oportunidades: no
cualquiera puede pagar la habitación que tenía este tipo ni hacerse del arsenal
que utilizó. Tampoco era un fanático a quien alguna divinidad o expresión de
satanás le dictó cosas al oído. Sin móvil político, sin ideas radicales, sin ser
una declaración de racismo y sin que haya sido un acto impulsivo derivado de
alcohol o drogas, ¿Por qué? ¿Para qué?
Quizás habrá
quien piense, que luego de encontrar los huecos y puntos flacos de los dogmas
religiosos, o de leer a un par de filósofos del absurdo y darse de frente con
el sinsentido de la vida, una persona puede quedar a merced de un instinto o
mandato primitivo para conducirse por el mundo sin bozales y sin frenos, sin
moralidad y sin cargos conciencia, y de esta manera hacer lo que le venga en
gana sin remordimiento alguno…. pero, lo que no hace un individuo así, es luego
atentar contra sí mismo.
¿La
impotencia, la llamada de atención, quizás? En el párrafo inicial,
deliberadamente escribí de las clases gobernantes, así, en plural. Porque no
encuentro otra explicación para lo ocurrido en Las Vegas que la enferma manifestación
de la inconformidad de un individuo, hacia una sociedad que no cuestiona, que
va a la deriva, que es ciega por decisión propia, hipnotizada por quienes,
desde las clases gobernantes que incluyen a políticos, pseudo empresarios, comunicadores
y otros grupos de poder, hacen y deshacen a su antojo con la anuencia del
pueblo que consume pan y circo.
Estamos de
acuerdo en que ningún factor externo a la voluntad de un asesino es atenuante
para justificar sus horrores. Pero estoy claro que, si quienes gobiernan al
mundo desde la política y sus complicidades, siguen ignorando la dignidad del
individuo, seguirán emergiendo por cada rincón del planeta los locos solitarios
que, al no poder hacer justicia por propia mano, por votación o razón ante los
encumbrados poderosos, volverán a ser cobardes e injustos sobre los demás
mortales.
cesarelizondov@gmail.com
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