Publicado el 15 de abril de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia
Por
César Elizondo Valdez
El recién adquirido conocimiento del llamado grado
cero en la escritura de Barthes, entendido como despojarse de subjetividad en
aras de un acercamiento a la verdad, pareciera permitirme opinar desde
distintas percepciones cuando hablamos de la problemática -o circunstancia- si
así lo queremos ver, del Centro Histórico de Saltillo.
Porque, ¿Cómo conciliar lo utilitario con lo estético?
¿Cómo abrirle la puerta al progreso sin trastocar el pasado? ¿Cómo alentar una
causa sin afectar otras cosas? ¿Qué partido tomar? Cuando por un lado, tu madre
obtiene sus ingresos gracias al valor catastral de lo que existe en el centro
histórico y tú mismo tienes intereses comerciales en la zona, pero por otro
lado, como saltillense entiendes que el concepto de Centro Histórico difícilmente
es compatible al significado de centro comercial, en la acepción de la realidad
del primer cuadro de Saltillo: un área mercantil más que gastronómica; un
espacio de proveeduría de bienes de primera necesidad, más que de vida nocturna;
un destino para los saltillenses, más que para los turistas.
Esa es la realidad. Al Centro Histórico no hay
necesidad de rescatarlo, nomás es no asesinarlo. Contrario a la creencia de
muchos, según encuestas realizadas desde instancias gubernamentales, la mayoría
de quienes acceden al código postal 25 mil en el transporte público, no lo
utilizan como el simple distribuidor de rutas urbanas que algunos han sugerido,
el más alto porcentaje de quienes arriban a esa parte de la ciudad, lo hacen
porque es un destino; es decir, van al centro por una causa especifica de necesidad
por lo que ahí encuentran, no porque el autobús cruce accidentalmente por ahí.
Y hoy es fecha que el Centro Histórico de Saltillo
agoniza. Y siendo sinceros: tú, que lees la edición de 360 en Vanguardia,
¿cuántas veces has visitado el centro en los últimos 12 meses?, entonces,
¿porqué tomar decisiones en base a un mercado potencial que nunca va a regresar
al centro ante la atractiva oferta de los desarrollos comerciales y
gastronómicos del norte y orillas de la ciudad?
En aras de una estética y supuesta funcionalidad que no utilizan ni disfrutan
las clases sociales altas ni quienes toman decisiones encaramados en pedestal o
ladrillo, el estrangulamiento del centro ha obligado a las clases sociales
bajas a buscar proveeduría en las orillas de la ciudad, a precios más altos y
con menor variedad. No es políticamente correcto decirlo así, en grado cero,
pero es una realidad.
En este año electoral y ante una baraja de
candidaturas a la alcaldía que trae de todo, ¿Veremos una propuesta concisa,
prudente y viable para el sostenimiento del Centro Histórico-Comercial de
Saltillo? ¿Algún candidato le entrará a un asunto que las cúpulas rehúyen y la
clase trabajadora sufre? ¿Alguien tendrá los arrestos para regresar las rutas
de transporte urbano al Código Postal 25 mil? O, de entre toda la baraja, ¿le
darán la estocada final al último reducto de un Saltillo que parece
desdibujarse ante la incapacidad de conciliar estética y utilidad?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario