Publicado el 27
de mayo de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia
Por César Elizondo Valdez
Resultaron más certeros los guionistas de las
películas del Santo con sus gadgets de comunicación instantánea cara a cara
desde un reloj (hoy smartwatch), a lo imaginado por los escritores de novelas
distópicas como Orwell, Huxley, Burgess o Bradbury. Claro, en las historias de
esa época del cine mexicano se retrata la utopía de una tecnología al servicio
del hombre, mientras en las novelas apocalípticas, el avance científico lleva a
la humanidad por un sendero de autodestrucción.
Pero nadie nos adelantó la forma de lo que sería el
comercio en el mañana, algo de lo que tuve oportunidad de conocer en reciente
visita a la ciudad de Seattle, en el noroeste de Estados Unidos. Y es que ya
sabes, aprovechando la vuelta a cualquier sitio, le da a uno por hacer aquello
muy bien descrito por alguien para quienes gozan del turismo tanto como de la
lectura: leer la ciudad con los pies.
De ahí el haber abandonado la ruta turística del
centro de la ciudad para visitar el portento de innovación comercial que es la
tienda de Amazon Go. Similar a un Oxxo en tamaño y oferta de productos, en ese
parpadeo al futuro accedes escaneando un código desde tu teléfono móvil -previa
instalación de aplicación-, que contiene entre otras cosas los datos de tu
tarjeta de crédito. Tomas una bolsa de un estante y vas llenándola con los
artículos que quieras comprar. Luego te sales…y ya. Olvídate de que te abran la
segunda caja o que la señorita de la Guadalajara termine de sacar copias o
surtir recetas, de esperar al de adelante pagando el recibo del agua o dictando
los números del celular para comprar tiempo aire. Cosas del diablo, diría el
abuelo. A los pocos minutos recibes por email el recibo de lo que compraste.
Distinto a lo que pensé en primera instancia, no es cuestión
de escaneos ni códigos QR o de barras, como ya existe otro proyecto en China.
Es una suma de innovaciones tecnológicas más cómodas con sensores dónde se lee
o percibe cada movimiento del cliente, el calor térmico, el peso y posición de
los productos en estantería…y más complicaciones técnicas difíciles de digerir para
quien entiende de lógica comercial, no de inteligencia artificial. Luego vienen
los asegunes de que pasaría si le pongo más productos a la bolsa con respecto
al crédito que tengo en la tarjeta, si funcionará en otro tipo de comercio como
el de vestir, el ferretero o en productos a granel; y muchos etcéteras más. Y
debido a esto último, es de quitarse el sombrero ante la gente de Amazon. Porque,
estarás de acuerdo conmigo, de que la empresa con más crecimiento y dinamismo del
mundo, y cuyo dueño ocupa el lugar donde antes estuvieron Gates, Slim, Getty, Vanderbilt
y Rockefeller, pudo haber lanzado por todo lo alto su prototipo para el
comercio detallista y/o de consumo diario, pero prefirieron hacerlo en pequeño,
lejos del bullicio de Times Square, Las Vegas o cualquier otro lugar de frenesí
consumista. Sin duda, ese período de curva de aprendizaje, de prueba y error, todavía
valorado por los más destacados emprendedores del mundo, le dará a Amazon Go
una ventaja competitiva que, aunada a su poder económico y su patente en esa
suma de tecnologías llamada Just walk out,
nos pondrá ahora sí, ante la posibilidad de experimentar una distopía predicha
por aquellos escritores apocalípticos: un mundo manipulado, dirigido y vigilado
por el poder económico. El monopolio dentro de un sistema de antimonopolios.
Al emprendedor, al innovador, a quien suma
conocimientos, como es el caso de Amazon, ¿Vale que alguna instancia de
gobierno o internacional le restrinja la intención y el derecho de hacer mejor
las cosas? Pienso que no. Pero si te pones a pensar, es de preocupar que ante
una patente y un poderío económico, logístico y tecnológico nunca antes visto
en la historia de la humanidad, penda sobre empresas como Oxxo, Soriana,
Farmacias Guadalajara y por supuesto de tu tiendita y la mía, del trabajo del
cajero y autoempleado, una fuerte y real amenaza de quedar marginados de una
competencia universal implacable y despiadada contra los adversarios
comerciales, aunque diligente, sonriente y amigable ante el consumidor.
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