Publicado el 05 de agosto de 2018 en Círculo 360, de Vanguardia
Por César Elizondo
Valdez
No hay mujer que le llene el
ojo a Brad Pitt, esto según las escrituras de cualquier sitio web, revista o
programa de televisión dedicado a la farándula. Mientras tanto, cualquier mortal
avecindado fuera del código postal 90210, aun careciendo de sus atributos
físicos y económicos del actor (estarás de acuerdo que su histrionismo a nadie
apantalla) puede llevar una vida plena al lado de una mujer, pareja, familiar o
hasta de un hurón, gato o ardilla, a falta de perro. Igual, escogió Borges
morir resentido por no haberse hecho del Nobel, mientras a la persona promedio
le basta para ser feliz con ver sus escritos publicados en la gaceta de la
escuela de sus hijos.
Mucho hemos escuchado algo así
como que el secreto no está en tener todo, sino en alcanzar plenitud con lo que
se tiene. Si, caemos en cuenta de que las virtudes se obtienen no por lo que uno
posea, sino por lo que uno sea. Y vamos viendo que el Rolex no me convierte en
una persona puntual, ni que los documentos firmados con una Mont Blanc los
cumpla mejor a los rubricados con una Bic, o que con unos Nike salte más alto o
corra más aprisa, o de perdido que avance por el pavimento con el poético andar
de los fondistas kenianos.
De ahí, nos vamos formando
opinión en cuanto a aquello de que, para ser honesto, alguien debe tener sus
necesidades económicas resueltas. ¿De verdá? Igual sería pensar que para ser
fiel habría uno de agarrarse a la más bonita del carnaval, puesto que ya no hay
más pa´rriba, y ya vemos que no es así; ni que fuera gripa, diría la comadre
enarcando una ceja.
Sobran muestras de como el
dinero nunca es suficiente: compras un Vocho y luego quieres un Aveo, consigues
ese y ahí vas por el Jetta, y para cuando acuerdas ya te paseas por Coahuila en
Suburban blindada y toda la cosa. Ropa, casa, viajes, y toda clase de
necesidades abren su espectro más allá de lo indispensable hasta caer en
excentricidades. Y claro que no es tamal (esta mal, quise decir) darse cada
quien la vida que pueda costearse, cada quien su rollo, solo que ese perfil no
será el adecuado para velar por los intereses de todos.
Y créame, soy el primero en
calificar de populistas las medidas de andar regalando el sueldo cuando los
funcionarios lo publicitan como hermanas de la caridad, así ha de estar la
tajada por otro lado, tampoco aplaudo la reducción de salarios per se, habrán
de ser acordes a la realidad del costo para vivir dignamente y sin preocuparse
por que lleguen Jordi o Slim a cortar agua o teléfono. Pero si, pensar que los
altos ingresos son el parámetro para garantizar honestidad y buen trabajo, es
como decir que Brad Pitt se va a estar quietecito con la mujer del
momento.
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