publicado el 29
de enero de 2017 en Círculo 360, de Vanguardia
Por César Elizondo Valdez
Hubo hasta
quien dijera que ese día habríamos de marcarlo en el calendario como un hito en
nuestra historia. Algo más de cien toneladas de aguacate que fueron rechazadas
por las flamantes y trumpeteras autoridades gringas, rápidamente encontraron
mercado en Canadá, y de repente descubrimos que, ohhhh gran dios del consumo,
hay vida más allá de los Estados Unidos.
Y le dimos
cuerda a la noticia: que así van a aprender los gringos, que solitos nos las
arreglamos, que es nuestra segunda independencia, que en el Súper Bowl no va a
haber guacamole ni va a jugar Pittsburgh (no pude evitarlo, saludos nación
acerera). Bueno, de verdad que la nota tuvo memes y resonancia nacional más
allá de lo que realmente haya sido una noticia como las que suceden a diario
cuando enviamos a nuestros primos del norte mercancías por ahí de los 300 mil
millones de dólares al año.
¿Ya te
fijaste cual es la proporción de cien toneladas de aguacate? Así nomás a bote
pronto: es la quinta parte de todo lo que exportamos hacia los Estados Unidos…
¡Por Minuto ¡(insertar aquí el meme de la niñita con ojos y boca bien abiertos
y cara de cuestionamiento), ¿¿O sea cómo?? Si, la alharaca en términos
comerciales de los cuatro camiones de aguacate que encontraron otro mercado,
equivale a lo que México exporta al norte mientras tú lees esta oración.
Así más o
menos: con un precio por mayoreo de aguacate a dólar, en cien toneladas serían
cien mil dólares. De 300 mil millones de dólares que en suma les exportamos al
año, hablaríamos de más de 800 millones diarios, 34 millones por hora, más de
medio millón de dólares por minuto… cien mil dólares mientras lees esta
oración, igual al costo de cien toneladas de aguacate.
Ese es el
tamaño de nuestra dependencia económica cómo para echar las campanas al vuelo
porque como país le encontramos hogar a cuatro camiones de aguacate. Y aterrizando
en Coahuila, no paran ahí las cándidas respuestas a nuestras preocupaciones
locales en materia económica: nuestros gobiernos municipales y estatales caen
nuevamente en la ilusoria creencia de que comprando localmente vamos a contener
una hemorragia. ¿Compra en Saltillo, Compra en Coahuila? Si, está bien, al cabo
que con el dólar arriba de los veinte y con la gasolina “arriba las manos”, ni
quien quiera o pueda salir del pueblo a consumir más allá.
Me
pregunto si sería mejor que nuestras autoridades nos insten no tanto a consumir
aquí en corto, sino a vender allá lejos. Hemos insistido durante años de la
conveniencia de dotar a nuestros mejores productos de denominaciones de origen
(D.O.) para que sean apreciadas a lo largo y ancho del mundo como lo son el
tequila, la talavera o el café Veracruz. Y así como nos invaden en los
anaqueles de los supermercados los jamones de Parma, los vinos de la Rioja, los
aceites de oliva y un sinfín de productos más, habríamos de colocar en la
estantería y mesas de otros países a la manzana de Arteaga, el mueble de la
Laguna, el dulce de leche de Saltillo, el pan de pulque, los vinos del valle de
Parras, y por supuesto, si el mundo paga doscientos dólares por unas ridículas botitas
de marca australiana que en León las fabrican por cien pesos, nuestro Sarape de
Saltillo podría ser valorado y pagado como artículo de lujo si lo pudiéramos
etiquetar con su denominación de origen y exhibirlo en los escaparates de la
mejores tiendas del mundo. ¿Piensas que estoy loco o que es imposible? Entonces eres parte del problema.
Ciertamente, el guiño entre Estados Unidos y Canadá en relación a nuestro
tratado de libre comercio nos indica que algunas oportunidades se están
cerrando, pero el mundo existe más allá de Norteamérica y la economía mundial
se mueve con algo más que gasolina y en algo más que en automóvil. Te invito a
que voltees a ver la oportunidad que tenemos de colgar nuestra economía local
de distintas cosas y de diferentes mercados para que el día de mañana, los
productos coahuilenses sean tan importantes para nuestro país como por unas
horas lo fueron, cuatro camiones de aguacate.
cesarelizondov@gmail.com
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