publicado el 13 junio de 2019 en INFONOR DIARIO DIGITAL
Por César Elizondo
Valdez
La
declaración ecológica del director de Ikea en México pasó desapercibida apenas
en mayo, no así la nota del País de esta semana dando cuenta de un airado
reclamo del gobierno mexicano a la marca de Carolina Herrera acusándola de algo
así como piratería, porque aún no entiendo de que la culpan en realidad.
Denominación
de origen, indicación geográfica, patrimonio cultural inmaterial, captación de
lluvia o cosecha de agua. Los anteriores conceptos fueron enarbolados hace dos
años por quien esto escribe durante su malograda aventura como candidato
independiente a una diputación local en Coahuila.
“A nadie le
importa eso”, “las propuestas deben ser para ya, a nadie le interesa el largo
plazo”, “la ecología es una bandera política, no es un fin”, “acá los empresarios
hacen negocios con influencias, no con diferenciadores”, “la cultura pesa en la
agenda política lo mismo que Timbuktú”. Frases así me dijeron quienes escucharon
mis propuestas y me alertaron sobre la inutilidad de ofrecer respuestas para el
largo plazo. Por supuesto, tuvieron razón en cuanto a lo electoral.
Y si, en
México seguimos atendiendo lo urgente y despreciando lo importante mientras el
mundo sigue en otra dirección hacia el futuro. Por eso ponemos el grito en el
cielo cuando una diseñadora toma como inspiración algo que reclamamos como
nuestro, aunque no exista un documento que avale ese decir. Es como ir a una
procuraduría a reclamar la propiedad de la podadora del vecino sin presentar
remisiones, facturas, recibos ni nada que compruebe la pertenencia del bien. Si
no lo registras o demuestras propiedad, cualquiera es libre de usarlo.
Apenas hace
unos meses, le pregunté a una regidora saltillense si llevarían a la UNESCO un
asunto de los matachines de la localidad por el qué, ya imaginas, hicieron un gran
alarde. Terminó su gestión y por supuesto que no se ha inscrito ante la
instancia competente (UNESCO) como Patrimonio Cultural Inmaterial la danza de
los matachines. No te sorprendas si algún día en Broadway lo integran en un
showcito y no tienen porque pagar regalías y ni siquiera dar el crédito a
nuestra gente; es más, si alguien se pone abusado hasta lo puede registrar y
luego venir a impedirnos esa tradición.
También, años
atrás, en nada quedó el registro de la Denominación de Origen (DO) del Sarape
de Saltillo, trámite sin terminar. Nosotros decimos que es nuestro, pero si un
individúo de nombre Yan Lee se pone las pilas, mañana lo registra como
originario de su tierra y él si va a tener forma de cobrar regalías a doña
Carolina.
Date una
vuelta por el súper mercado más cercano a tu casa y pasea por el corredor de
vinos, verás, además de DO, algunas botellas que tienen un sello de Indicación
Geográfica Protegida, otro truquito que el empresariado de otros países logra
junto con sus gobiernos para que acá paguemos un sobreprecio por una
diferenciación que tiene que ver más con trámites que con calidad. Igual hazlo
por el área de quesos y embutidos, de dulces y conservas, de cafés y
chocolates.
Manzana de Arteaga,
pan de pulque, arroz huérfano, sarape, vinos de la región, piso de barro o Saltillo
tile, dulces de leche… hasta un estilo de escribir o de cantar se puede
registrar como único o diferenciado para que sus creadores-productores- comercializadores
accedan a mejores plataformas de distribución y con ello a mercados más grandes
y de mayor poder adquisitivo. Empezar por Pineda Covalin y Palacio de Hierro no
ha de ser tan complicado para que el Sarape de Saltillo se convierta en motor
de desarrollo económico.
Y bueno, del
asunto de Ikea, la declaración de su director en México en el sentido de dotar a
la primera sucursal en nuestro país de un sistema de captación de lluvias o
cosecha de aguas. Ni como cerrar las puertas a la inversión que además de
asentarse como comercio en CDMX y como industria en Ramos Arizpe, viene a
ponernos la muestra de cómo ser amigables con el medio ambiente….además de ahorrar
mucho dinero.
Nos queda
como mexicanos (y saltillenses) ponernos a pelear una batalla perdida contra Carolina
Herrera y similares porque no tenemos los documentes que acrediten derechos de
autor, o empezar a tramitar nuestras denominaciones de origen e indicaciones
geográficas protegidas para de una vez lanzarnos a desarrollar clústers
alternos al automotriz. Y por
supuesto, a la de ya, propiciar las condiciones para que más inversiones preparen
sus construcciones con los sistemas de captación de lluvias que tanto son
aprovechadas en los países que como lo es Ikea al comercio, son ejemplo a
seguir en cuanto a naciones.
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