Publicado el 31
de marzo de 2019
Disculpas
Hoy se habla de la disculpa histórica
que algunos, sostienen como Pereira, nos deben los españoles a los mexicanos. De
esa manera que tenemos de informarnos por memes y mames, por los encabezados de
los noticieros y por los descabezados que no escuchan la neta de la nota, por
dichos y chismes, se desprende que, siguiendo el malicioso azuzar de unos y la
lógica reduccionista de otros, terminaríamos por exigir una disculpa de parte
de Adán y Eva por tragarse una manzana en el génesis, o a esos primeros humanos
que salieron hace un titipuchal de años desde algún recóndito lugar del áfrica
para colonizar el mundo; o ya de plano, al viejito aquel que por jugar con pólvora
y fuego, le estalló en las manos el big-bang.
Como en esas películas que
tratan desde la comedia el tema filosofal del “qué pasaría si…”, es posible
imaginar un escenario alterno a lo que vivimos y somos. Quizás el imperio
Azteca se hubiera extendido hasta la Patagonia hacia el sur y hasta Alaska por
el norte, respetando ellos si (risas), a las culturas maya e inca, y a los
nativos norteamericanos. En lugar de un auto Ford conduciríamos un modelo
Mahuizototoca, las obras de Borges, Botero o Warhol estarían firmadas por gente
llamada Mazatl o Tenoch, el tipo de Cleo habría ganado los certámenes de
belleza por encima del tipo venezolano; de existir Carolina Herrera, sería una
marca de gasolineras, el mejor futbolista no sería Pelé sino alguien llamado
Cuauhtémoc (a caray, ese si encaja, dirán los americanistas), y habría más
niñas con el nombre de Xóchitl que con el apodo de Brittany.
Pero, ohhh tragedia, nada es
así. Resulta que unos malvados y sus familiares llamados Elizondo, Valdez,
García, Sánchez y demás, llegaron a estas tierras expulsados de su patria igual
como hoy sale de aquí una raza más noble hacia el norte, siempre en busca de
riqueza; y estos invasores procrearon con los pobres e inocentes nativos
durante generaciones, y a la vuelta de muchos años tanto sus nombres como una esencia
indígena permanecen enzarzados en algo más grande a la herencia azteca o a la
conquista española, en algo llamado Mexicanos. Y tal vez, en el ucrónico
imperio azteca actual habría algo más delicioso que el jamón serrano o más
asombroso que el ipad, quizá habrían descubierto cura para el cáncer y una
pastilla para no roncar, pero no creo en el destino de haber nacido español o
indígena de haber sido las cosas de otro modo; simplemente, no hubiera nacido
ni habría tenido oportunidad de reflexionar sobre todo esto. Ni tú.
cesarelizondov@gmail.com
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