Pubicado el 26
de mayo de 2019
Del Huawei a Hawái,
pasando por el Jagüey
Muy exótico en mi infancia y juventud fue visitar el
Jagüey de Ferniza hacia el sur de Saltillo. -Ya casi llegando a Zacatecas-
decíamos en ese tiempo, -Aquí nomás tras lomita- decimos ahora. Albergue de un
desarrollo de fincas campestres privado, la diferenciación contra ir a Los Lirios,
Carbonera, el Tunal o Jame, además del rumbo y los elotes a media tarde, era el
espectáculo de ver pastar fuera de corrales a decenas de bisontes o búfalos americanos
traídos desde quien sabe donde a un medio ambiente que se presume, fue destino
para esos imponentes animales en su migrar y regresar a su hábitat natural
en Norteamérica, esto antes de que Kevin Costner los domara como vaquero de rodeo
en Danza con Lobos.
Luego, con el
acercamiento del mundo vía periódicos y revistas, televisión incesante y cine
de perplejidad por encima de profundidad, dejamos de escuchar a la gente decir
que iba al Jagüey y empezamos a enterarnos en bares y pláticas de café más que
en las aulas y libros, de unas turísticas islas repletas de volcanes y etnias
asiáticas que tenían un nombre similar al del ejido que antes visitábamos: Hawaii. En medio del océano pacifico,
además de ser cuna de los estampados de palmeras y flores luego arrebatados por
la narco-moda, Hawái pasó a ser ícono del turismo mundial, y por ende, de la
cultura. Se pobló con más gente de ojos rasgados, esta vez, población flotante
de japoneses con cámaras fotográficas colgadas al cuello, prestos para capturar
recuerdos para la posteridad, desde los chocolatitos en la almohada de diario
hasta la milenaria erupción de un volcán.
Y pues…ya sabes como soy, metí con calzador lo de la
cámara del japonés para hilar ahora con la tecnología y equipamiento del tercer
invitado a esta columna, el celular Huawei, de origen chino. Pero sabes también
que para este columnista la tecnología es algo tan al alcance de su comprensión
como la teoría de las cuerdas, así que nos vamos directo al tema que trae al Huawei
citado en los mismos artículos en que aparece Trump y los buenos gringos: la
libre competencia, el libre mercado, el sálvese-quien-pueda. Todo cabe en un
parrafito sabiéndolo condensar:
La ilusión de un mundo libre y globalizado donde el
más apto o trabajador pueda avanzar por méritos propios o independiente a un
status quo, se topa con el interés económico que ve amenazado su futuro.
Todo lo demás
es puro rollo para justificar el aniquilamiento o sometimiento del rival en
turno, ya se trate de los nativos que debía mantener a raya Kevin Costner en su
película, de los japoneses que hoy siguen pagando el desmadrito de Pearl Harbour
con abonos chiquitos en el costoso Hawái, o los destinos turísticos mexicanos,
que de nuevo son blanco de la furia estadounidense y se les desacredita desde todos
los ángulos. Total, que por oneroso para el mexica nos quedamos sin visitar
Hawái y que por Trump y sus protegidos nos quedaremos sin teléfonos Huawei… ¿alguien
sabe si aún quedan bisontes en el Jagüey? Pues inviten ¡¡ cesarelizondov@gmail.com
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