Publicado el 12 de mayo de 2019
Periodistas, influencers, y… chantajistas
Nunca supe de dónde sacaron el dato, pero en clases de
mercadotecnia escuché una y otra vez que por cada comentario negativo de un
cliente, necesitas catorce buenas habladas de tus consumidores para nivelar la
balanza en cuanto a imagen corporativa. La obvia intención de ese cuestionable
parámetro es entender la importancia de cuidar la percepción que la gente tenga
de nuestros productos y servicios. Pero te estoy hablando de una medición del
siglo pasado, ¿Cómo es ahora?
Pues así como se viraliza para bien de su empresa la
imagen de un chef echándole sal a la carne con estilo, pasa que si a alguien de
mayor celebridad se le ocurre inventar y publicar que apareció una mosca en su
platillo, el turco cocinero se las verá negras (las situaciones) para
contrarrestar el quemón que estará dando vueltas por el mundo de las redes
sociales. No importa cuantas vacas haya servido en corte y cocciones perfectas,
el dicho de alguien de una mosca en la sopa echa a perder el negocio.
Sucede en todo cambio de estafeta: es bien sabido que
antropológicamente el hombre se rezaga en su adaptación a las nuevas realidades
de su entorno, ya sea un recolector de tubérculos que tuvo que salir a cazar en
la prehistoria, o un campesino inglés durante la revolución industrial…o la
horda que hoy somos de alegres espectadores-repetidores de cualquier contenido
que se nos cruce en nuestro teléfono móvil.
Claro, esto es tierra fértil para vivales de la
comunicación que han encontrado nuevas formas o sitios de chantaje ante la
reducción de partidas oficiales-no oficiales para el chayote. Con la simple
fabricación de una denuncia en redes sociales anónima y falsa, desde diseñadores
hasta jardineros, médicos o arquitectos, mecánicos, mariachis y plomeros,
comercios y escuelas de baile, empresas de servicio, restaurantes, cines o
pastelerías, todos son sujetos a la nueva forma de extorsión que de forma
alarmante se extiende como medio de vida entre algunos periodistas e
influencers carentes de vocación pero con desmedida ambición, quienes cuentan
con el mágico número (también quien-sabe-de-donde sacado el parámetro) de dos
mil seguidores o más en sus redes sociales.
Instituciones de procuración de justicia, congresistas
federales y diputados locales, gremios empresariales, periodistas serios y
medios de comunicación comprometidos, colegios de profesionistas, sindicatos,
organizaciones ciudadanas, y toda agrupación o persona que le da la cara a la
sociedad, habríamos de buscar e implementar los mecanismos de adaptación
jurídica a la nueva realidad en las formas y fondos de comunicación, porque
apenas nos vamos despertando de la pesadilla de estar pagando a enmascarados
con pistolas para que nos permitieran ejercer nuestros oficios y vivir en paz, como
para ahora caer en pagarle a reconocidos bandidos sin caretas, pero con un arma
tan temible y peligrosa como lo es azuzar a la opinión pública con conflictos
inventados.
cesarelizondov@gmail.com
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