publicado el 08 de junio de 2024 en Saltillo 360, de Vanguardia.
REFORMA JUDICIAL: REGRESO A LA ESCUELA
Francamente, estar ante aquel mar de boletas me puso
nervioso. Qué si le hago el caldo gordo a unos, qué si al país se lo va a
llevar el espíritu del Che Guevara, que son los mismos de antes, qué si no voto
luego no me queje, qué si voto, legitimo lo ilegal…vaya, hasta que soy un mal
mexicano y un iletrado por salir a votar. Así las cosas cuando sobre pienso en
todo lo que veo en mis algoritmos: el digital, que ha borrado de meses atrás
todo lo relacionado con gatos y ahora avienta puras canciones dolidas, y el
social, en el que escucho la misma profecía de hace uno, siete, trece y
diecinueve años.
Sentado ante la mampara para marcar las boletas, tuve
la sensación aquella de mis días de estudiante: votar por el más cercano, o por
la más bonita, por quién mejores propuestas tuvo (???), por los nombres que más
me sonaban, por la que me instaron a votar personas de mi algoritmo social, o
ya de plano, por piedra-papel y tijera.
Fue así sentado, ante centenares de nombres que
pasaron por un viacrucis de tramitología, escrutinios, entrevistas y
cuestionamientos como si estuvieran probando su inocencia más que buscando un
trabajo, que recordé cosas de antaño que hoy molestan más que en su momento.
Como cuando suspendieron en la escuela de mis hijos
las elecciones para la sociedad de alumnos y reinas. Qué gran tamaño de
estupidez quitarle a las nuevas generaciones la oportunidad de asomarse a la
democracia (con todas sus deficiencias prácticas) por no generar conflictos.
Bravo educadores ¡
O cuando dejaron de llamar emprendedores a los
estudiantes que vendían en el recreo lo que encontraban en casa y les
prohibieron seguir por haber concesionado el comedor y la tiendita…algo
parecido a fomentar el clientelismo desde pequeños, o al temido zurdismo,
instalado de facto en escuelas privadas para facilitarles la vida a directores,
consejos, papás; aunque los planes de estudio miren hacia la derecha. Nunca
entendieron que concesionar es tan amigo del capitalismo (cobrar rentas) como
del izquierdismo: inhibir la competencia.
O cuando organizaron en los recreos competencias
calificadas, dejando el gol-para o el equivalente al béisbol (ese que aventabas
una pelotita contra la pared y el otro tenía que anticipar o adivinar el bote
para tomarla y hacer lo mismo), no se dieron cuenta que todos esos jueguitos de
niños de ir y venir, chutar y parar, entrar y salir, y nunca acabar, era vivir
conceptos como el mito de Sísifo sin tener que leer a Camus, era conocer
filosofía profunda por experimentación y no por letras. Igual, vender las
nueces recogidas del piso para venderlas iniciaba una carrera de negocios que
luego, de forma empírica, hacía entender conceptos como valor agregado, ventas,
crédito, fletes o acarreos, inversión, clientela y mercadotecnia. Todo sin
necesidad de leer o escuchar al teórico que se paraba a enseñar negocios sin
haber emprendido jamás. Y claro que por supuesto que desde luego que sí: eso
que hacían las niñas de jugar a ser madres, también las sensibilizo para un
posible futuro, no recuerdo verlas jugar a otra cosa dejando sus muñecas
encargadas por ahí.
Total, que salir a votar por un Frankenstein cruzado
con exorcismo cuando lo que se necesita es formación cívica, a muchos dejo un
dejó de frustración. La frustración de haber perdido veinticinco años y lo que
sigue de un siglo que prometía mucho para los mexicanos, frustración de enviar
señales a una clase política que no entiende que tres cambios de régimen en un
cuarto de siglo significan asco; asco no de un partido o ideología en especial,
sino de una clase política que al elector le parece toda parida de la misma
madre, que engulle a los poquísimos jóvenes que se interesan por ese camino,
que encuentra legitimidad en el clientelismo más que en el apoyo a sus
propuestas y candidatos, que siembra miedo desde cualquier dogma, que compartir
tanto medias verdades como medias mentiras es su única idea para ganar adeptos.
De una clase política que juega su juego desde siempre, en lugar de sembrar
educación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario