publicado el 22 de junio en Saltillo 360, de Vanguardia
Le digo a mis amigos Mario y Chuy Pedro que la biblia
ganaría lectores si la historia iniciara in media res: “un tipo todo
madreado, avanza penosamente entre una multitud que le arroja piedras; su
espalda, desgarrada por tantos latigazos, es un amasijo de carne, le han puesto
una corona de espinas sobre la cabeza y además, arrastra una cruz…”
Es un recurso usado por escritores y cineastas para
enganchar rápido a la audiencia y ésta no se distraiga en Tik tok. Aunque
significa algo así como iniciar “en medio de la acción”, también puede ser un
simple diálogo como el de Forrest Gump filosofando sobre chocolates en la
parada del bus. Imagina una introducción donde te platican que el protagonista
trabaja en ventas, y que tiene una hermana y vive con sus padres y bla, bla,
bla…mejor iniciar diciendo que Gregorio despertó convertido en cucaracha. Ya luego
nos contarán lo ojete que todos fueron con él por ser diferente.
Y en todo esto, ¿dónde encuentro lo interesante o
trascendental?, te estarás preguntando. Aguanta un poco, porque seguro que al
final, hallarás un punto de vista tan válido como fumado.
El asunto aquí, es que iniciar una historia in
media res no exime al autor de justificar el porqué de lo que pasa en esa
primer escena, y es por eso que Homero (no Simpson, el griego), aun cuando
inicia La Iliada en medio de una batalla, más tarde explica quién le robó la
novia a quién y todos los chismecitos sabrosos que desatan guerras y desde
entonces son refriteados en toda telenovela de televisa y tweet de
partido político.
Y claro, la obertura de un muchacho balaceando a su
loquero al inicio de “Sexto Sentido”, explica el tremendo giro que vemos al
final de la película, aunque todo sea entendido quince minutos después de
abandonar el cine. A lo que voy: sin importar el género, toda historia digna de
ser compartida se cuenta desde un punto especifico, desde un instante de
quiebre que pueda hacerla atractiva; pero siempre, en algún momento, se deben revelar
los antecedentes como explicación al drama, y nunca dejar el final sin una
declaración.
Yo me sigo enrrollando y no encuentro la forma de
decir lo que te quiero decir. Así que ahí va sin tanto rollo: aquí entiendo a
mi manera lo predicado por sanadores, coaches e improvisados terapeutas de
internet cuando dicen que uno crea su propia realidad. Lo que obviamos al
aceptar eso sin cuestionarlo, es que si bien en este momento cada quien se
encuentra in media res en la historia de su vida, solo reconociendo el
pasado para entender el presente es posible construir ese deseable futuro; lo
que en ocasiones olvidan explicarnos es la importancia de entender que solo se
construye un futuro sabiendo donde nos encontramos parados, es decir, desde la aceptación
de la propia realidad.
Así que la propuesta es esta: independientemente si
hoy tu película parece tragedia o comedia, horror o romance, fantasía, acción y
aventuras, western, documental o ciencia ficción, te invito a reconocerte in
media res, y que ante ese público tan importante que es tu consciencia,
hagas recuento de todo lo que tuvo que pasar, provocado por ti o por factores
externos, para que hoy te encuentres en medio de la acción, y estes en
condiciones de escribir el guion de lo que sigue en la historia de tu vida,
sabiendo que el clímax de esa historia no ha llegado aún, y sabiendo también
que al final de todo cuento, cuando se desnudan los nudos y todo cobra sentido,
el desenlace es más importante que el inicio de la trama, y por supuesto,
también, el desenlace trasciende más, que la escena in media res.
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