Siempre has estado a mi lado,
de la infancia a marchitado,
en tiempos en que llorado,
también cuando he disfrutado,
después de nacer mis hijos,
también cuando se casaron,
cuando enfermaron mis padres,
cuando este mundo dejaron,
en las crisis de mi hogar,
han servido tus verdades,
han sido un ancla en el mar,
para sortear tempestades,
muchas veces te he buscado,
siendo honesto, a conveniencia,
para mi siempre has estado,
para aliviar mis dolencias,
otras veces tu has llegado,
sin haberte yo invocado,
pues algo tengo anidado,
que no hace falta el llamado,
has sido el viento en mi espalda,
cuando he podido avanzar,
has sido lluvia en la cara,
si me ha faltado rezar,
compartimos miles de horas,
que pensé que yo te daba,
haciendo el balance de obras,
hoy sé que yo te robaba,
soy consciente que fallé,
pero tu me perdonaste,
de a ti a veces me olvidé,
de mi nunca te apartaste
en el recuento de vida,
cuando habla mi corazón,
te recuerdo a ti, mi amiga,
mi bastión: mi religión.
César Elizondo Valdés
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