Publicado el 17 de mayo de 2006
Todo es relativo, más cuando hablamos de tiempo, no es lo mismo un minuto con la mano sobre el cuerpo de una mujer que un minuto con la mano sobre el comal de la estufa. No es igual una semana de vacaciones que una semana en el hospital, no hay comparación entre un mes para ser jubilado y un mes para ser despedido.
Un año puede pasar volando si la perspectiva es ver como han crecido los hijos, cuando hay que renovar el seguro, cuando tenemos que pagar la tenencia ó cuándo es tiempo de volver a negociar una renta. Pero cuando vemos los sacrificios de un año de trabajo, nos damos cuenta que es mucho tiempo: Alrededor de trescientas alarmas del despertador, cerca de dos mil quinientas horas de jornadas laborales, cincuenta y dos semanas de mediciones, doce meses de resultados.
Un año es el período de tiempo en el que se basa la medición de la mayor parte de los derechos económicos de los trabajadores, y es en estos días cuando una de esas percepciones es recibida por algunos, las utilidades. Esperamos que lo que con tanto trabajo fue devengado por la fuerza laboral de nuestro entorno sea utilizado en lo que realmente necesitan las familias de los que con su empeño, inteligencia y dedicación han contribuido a consolidar empresas productivas.
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