Siempre se ha dicho que la historia oficial la escriben los ganadores, esto claro está, desde el punto de vista de la política y la conquista. Aún así por cada hecho expuesto en un libro de texto siempre existe una semblanza que no se ciñe a lo aceptado oficialmente.
En las elecciones federales de 1988 la historia oficial nos habla de un candidato ganador mientras el decir de los cronistas describe las hazañas de un secretario de gobernación al que se le cayó el sistema y de un candidato de izquierda que puso antes los intereses de su país a los propios.
En 1994, todo gira alrededor de un candidato de derecha que abandono misteriosamente su lucha justo después de un debate que lo ponía a la cabeza de las tendencias electorales. Iniciando el siglo el nombre que más se escucha es el de la persona que encarnó la voluntad popular, dejando de lado al presidente que mostró la madurez que el momento requería.
Esperemos ahora quien se convierte en gigante y quien decide ser enano.
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