Hace seis años el priísmo coahuilense sufrió un descalabró menor al actual pero igualmente preocupante para la clase política del Revolucionario Institucional. Escuchamos en aquellos días a los candidatos vencidos atribuir su derrota al llamado “efecto Fox”, dicho argumento fue el salvavidas de muchos políticos que no pudieron sacar su elección.
Hoy, en el mismo partido e incluso en algunos casos las mismas personas justifican la debacle del partido gobernante en el Estado a una especie de “efecto Madrazo”, otros lo imputan a la corriente ciudadana del voto útil, argumentando entre líneas el mismo efecto Madrazo.
Mientras los miembros del partido no admitan y corrijan las deficiencias que los han llevado a estos resultados seguirán arguyendo factores externos para explicar su retroceso, si son incapaces de ver sus defectos seguirán viendo los efectos de los demás. Deben recordar sencillos principios aritméticos para entender los reveses: Dividir no multiplica, y restar nunca suma.
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