Publicado el 30 de junio de 2006
“La suerte no existe, y si existiera, está sería repartida a primera hora del día”. “Al que madruga, Dios lo ayuda”. Esas son dos de las frases que durante muchos años escuche en un intento por inculcarme el hábito de iniciar mis actividades muy temprano.
“La suerte no existe, y si existiera, está sería repartida a primera hora del día”. “Al que madruga, Dios lo ayuda”. Esas son dos de las frases que durante muchos años escuche en un intento por inculcarme el hábito de iniciar mis actividades muy temprano.
El día de ayer, tuve que empezar a trabajar mucho más temprano de lo habitual y cuando cruzaba la calle para llegar a mi negocio observe un billete de cien pesos tirado en la banqueta que estaba por alcanzar. Recogí el dinero del piso y pensé para mis adentros que eran muy sabias las palabras que por tanto tiempo escuche.
Todo el día recordé el incidente, no sabía porque no lo podía sacar de mi cabeza pero sabía que algo no cuadraba. Así hasta que me fui a dormir, fue entonces que pensé: “Si yo me encontré el billete es porque alguien más lo perdió, y está persona, desgraciadamente, fue más madrugador que yo.”
8444104775@prodigy.net.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario