Publicado el 28 de Abril
de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo
En el best seller Freakonomics aparece
un original estudio sociológico y estadístico donde el economista Steven Levitt
hace un extenso, profundo y ordenado análisis cronológico de hechos que lo
llevan a deducir como fue que una sentencia a favor de una joven embarazada que
pretendía abortar en los años setenta, influyó para que el índice delincuencial
disminuyera en Norteamérica a finales de siglo. La lógica de la controvertida
teoría dice que al permitirse los abortos en los Estados Unidos, miles de individuos
que habrían carecido de una adecuada formación humana nunca llegaron a vivir
para enrolarse en el pandillerismo y de ahí a la delincuencia.
Apoyados en el tipo de razonamiento de Levitt,
hoy podríamos señalar con claridad cual fue la semilla sembrada hace más de
veinte años en México para padecer hoy la crisis de inseguridad que sufrimos.
Esa culpable se llama Democracia.
La línea a seguir es tan simple como
clara. Si a usted le preguntan cuales fueron las primeras ciudades
convulsionadas por el crimen organizado, seguramente recordará como fue que en
los años noventa empezábamos a escuchar de hechos violentos en Tijuana al
principio y más tarde en Ciudad Juárez. Precedentes a estos hechos fueron las
escaladas al poder de los primeros gobernadores de oposición en los estados que
albergan a dichas ciudades, Baja California Norte y Chihuahua.
Muchas cosas han pasado desde entonces en
el país, siendo trascendental la alternancia en el poder ejecutivo federal. Y
recogiendo declaraciones de personajes que en su momento fueron jefes del
ejecutivo estatal en sus entidades, es fácil llegar a la conclusión de cómo es
que la pluralidad de siglas gobernantes ha dado al traste con la paz mexicana.
Primero, un discurso que para variar fue
puesto en el contexto de guerra política en lugar de desglosarlo y entender el
porque de esas palabras durante la campaña del grupo TUCOM hace cosa de ocho
años. En esa ocasión, un ex gobernador de Tamaulipas que había experimentado en
su tierra los efectos de la llegada de la primera administración federal ajena
a su partido, intentaba convencer a sus correligionarios con una propuesta de
la que nadie había hablado hasta entonces: La policía única nacional. Idea que podría
venirle de conocer la incipiente guerra entre carteles enemigos que tendrían
diferentes acuerdos con los distinos órdenes de gobierno., por supuesto, unos
con los federales, otros con los estatales.
Segundo, un poco más ventilada en los
medios pero igualmente olvidada de la memoria colectiva, tenemos la entrevista
de banqueta que hace algunos meses diera un filosófico ex gobernador de Nuevo
León en Saltillo luego de una conferencia en la UAdeC. Esa vez, sin anestesia,
vergüenza ó recato, simplemente reconoció los convenios que en su tiempo
existían para contener al crimen organizado en favor de la paz social; acuerdos
que, al no ser oposición, estaban supeditados al nivel superior de gobierno.
Hoy que atestiguamos en nuestras ciudades
una violencia en las calles fruto de la lucha por controlar las diferentes
plazas del país, entendemos como es que aquellas entidades que primero
sufrieron la violencia pero hoy comparten ideología política con el gobierno
federal han ido recuperando la tranquilidad presumiblemente gracias a la
unificación de criterios para mantener la gobernabilidad, mientras que los
estados que se han convertido ó permanecido en oposición son claramente
azotados por el terror de la guerra entre bandas que, debido a la
incompatibilidad entre gobiernos locales y nacional, carecerían siempre de las
famosas reglas no escritas con alguno de los mandos constitucionales.
Nos jactábamos de haber alcanzado la
democracia sin derramamiento de sangre, y hoy reconocemos que la modalidad de
guerra civil que padecemos tiene mucho que ver con los pactos realizados por
los variados grupos que rigen la vida nacional desde diferentes niveles y
poderes de gobierno. Aceptémoslo, la solución no esta en la legalización del
consumo de algo que ni es el único negocio del crimen organizado y que no es nuevo
ni privativo de México, la respuesta estaría en la negociación única del máximo
nivel de gobierno y la adhesión a la misma en provincia; como en los países
dónde abunda la drogadicción, pero no existe la violencia ligada al tráfico.
Próximo sábado: ¿La
calle Victoria peatonal? cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
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