Mis publicaciones en Saltillo 360, de Vanguardia
De Nietzsche, a Strauss, a Kubrick… a ti.
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¿Buena Prensa?
Publicado el 12 de septiembre de 2021 en Saltillo 360, de Vanguardia
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Atendiéndome en salud he de decirlo: no, no soy ningún santurrón por ser habitual parroquiano en misa. Igual soy asiduo de lugares muy profanos y no me considero el diablo.
Ahí ando golpeándome el pecho como gorila, nomás porque un par de curas me dan por mi lado (sin albur, por favor) diciéndome que ahí esta diosito con su retoño, esperando a que me caiga el veinte para regresar al camino que extravié entre la secundaria y el antro, entre Zaratustra y Meursault, entre lo humano y mundano.
Pero en fin. Ahí me tienes el domingo pasado, sin NFL en la tele ni trabajo por hacer, matando tiempo y demonios, absorto escuchando misa. Cuando, de repente, algo no me cuadró en el misal.
Cita textual de una petición durante la plegaria universal: “Por los gobernantes y los políticos, los responsables de la administración pública, especialmente el Presidente de la República, para que fomenten la concordia, la paz, la justicia, la libertad, el bienestar y la unidad entre todos los ciudadanos”.
De forma peyorativa, la gente me llama ortodoxo, pero dime tu, lector, si no es de arrancarse los pelos ese parrafito que toda la iglesia católica recitó sin inmutarse siete días atrás.
Olvídate del pejelagarto, ganso o conejo que despacha en palacio nacional, ya no están en discusión sus capacidades. Por una vez, dejemos su cuestionada labor fuera del debate y leamos entre líneas, para lo cual, vale la pena tomar la lupa y enterarnos de lo que dicen las letras chiquitas al último del misal, entre otras cosas: Con aprobación eclesiástica; edita y distribuye: Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C.; se terminó de imprimir ¡el 08 de julio de 2021¡ (los exclamativos son míos).
Aprobación eclesiástica. Con eso tenemos para mentar madres. ¿8 de julio? Eso fue un mes después de…las elecciones federales. A mentar más madres. Impreso el 8 de julio, misal del 5 de septiembre, me parece mucho tiempo entre impresión y publicación, en especial para una religión que cacarea de milagros en un lapso de tres días.
No sé tú, pero siempre entendí que la tropicalización de contenidos querría decir adecuar al público el qué y el cómo se dice. De manera que, estuvimos de acuerdo en que parecían huecas las peticiones del tipo certamen de belleza en el sentido de acabar con el hambre y que la paz reinase en cada rincón del planeta. Así pues, perfecto, si estamos bien madreados aquisito, mejor preferimos rogar por el entorno inmediato antes de arreglar el universo. Bien hasta ahí.
Entonces, muy bien y muy aplaudido que la Iglesia nos ponga a pedir por los problemas que nos aquejan a unos y otros mexicanos. Pero, que politicen un misal en donde existe la bendición eclesiástica para que se publique y fomente la señalización personalísima de un gobernante, eso, para mí, es muy, muy salido de la razón…o de la prenda que rima con eso. Amén.
cesarelizondov@gmail.com

Desenredando el sedal
Publicado el 05 de septiembre en Saltillo 360, de Vanguardia.
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El regreso de pescar era con las manos vacías, pero jamás le di importancia. Tuve la fortuna de convivir con mis niños durante su infancia en esos momentos tan apreciados entre padres e hijos varones. Puedes descubrir en esta práctica una imperceptible fisura cuando había una madre y dos niñas en la familia nuclear, o puedes entenderlo como un fortalecimiento de la convivencia masculina entre quienes, por rezagos culturales, se relacionan de formas más disciplinarias que fraternales.
En paralelo, creyente del psicoanálisis como medida
preventiva de entendimiento y de las enseñanzas religiosas como una propuesta
de conducta y espiritualidad para los hijos, fue normal el acercamiento con
psicólogos laicos y guías espirituales de mi religión. De la introspección a
que ambas formas de pensamiento te llevan, terminé por entender que la basura
adquirida por un adulto en su manera de ver el mundo nada tenía que hacer ante
la claridad de un par de niños en su entender de la vida. Buscando encauzar a
mis hijos por una ruta alterna a la saturada de falsos caminos, mis mentores
insistieron en el error generacional de moldear mentes o espíritus nuevos, a
las aberraciones de un entorno maquillado. Todo está dentro de los pensamientos,
diría un psicólogo, todo está dentro de los sentimientos, opinaría el
sacerdote. Ambos coincidían en que a todos puedes engañar, menos a ti. La
conciencia, diría yo. El corazón y el cerebro, es la materialización poética de
lo expuesto por religiones y ciencias; su híbrido, la conciencia, es pura abstracción,
sin retórica ni flores.
En las escapadas a pescar había una persona ajena a la
familia: un pescador. Ante mis carencias técnicas, intelectuales, prácticas y
materiales, siempre encontré un guía con vastos conocimientos y equipo para
ayudarnos. Igual desde un muelle al norte de la frontera de Matamoros sentados
sobre una hielera, o cuando en una panga nos asomamos al golfo de México, o
cuando nos adentramos al lujo dentro de un yatecito en el océano pacífico,
siempre estuvo con nosotros un sigiloso testigo cuyas palabras y acciones se
limitaban a las cuestiones de pesca.
Andar más de uno pescando en un mismo sitio garantiza
una cosa: que se enreden los sedales. Empezaba uno recogiendo su línea con la
duda inicial de traer alguna presa enganchada o saber que se había enredado con
otro; a los tirones iniciales venía la desilusión al descubrir que el compañero
de al lado respondía a los mismos jalones. A veces me enredaba con el menor de
mis hijos, otras veces era con el mayor; en ocasiones se enredaban entre ellos
dos y seguido, alguien terminaba peleando con el sedal del pescador. Ya
imaginas que, en bastantes ocasiones, padre y ambos hijos tirábamos frenéticos al
mismo tiempo de la caña, sólo para descubrir que todos estábamos hechos nudos.
Paciencia, buena vista y hábiles manos son requisitos básicos para desenredar
los sedales; pero suele ocurrir que el nudo sea tan obstinado, que haya que
cortar el sedal sacrificando aparejos y demás.
Pasa también que un pescador termina con el sedal
enredado entre cosas ajenas a sus acompañantes: ramas, rocas, redes, boyas,
anclas y hasta con un motor de lancha tocó enfrentarnos. Al principio, el guía desmarañaba
las líneas, más tarde fui yo el encargado de hacerlo, para después dejar que
los muchachos lo hicieran.
Digo sin faltar a la verdad que pasamos más horas
desenredando nudos que sacando peces del agua. El tiempo observando la tensión
de los sedales a la espera de verlos restirados por la mordida de un pez, era
un espacio de silencios prolongados. Pero puedo decir también, que cuando alguno
pescaba, los demás dejábamos nuestras cañas para disfrutar y celebrarle la
hazaña. Y devolvíamos el pez al agua.
Luego, regreso a la realidad. Entre el mundano parlar citadino
que mucho grita y nada dice, se extrañaban los silencios de la pesca dónde
tanto nos escuchábamos. Nos encerrábamos cada uno en su vida y en su mundo, a
sumergirnos de nuevo en la vorágine que tanto exige de apariencia y poco muestra
de conciencia. Y luchaba cada quien ante sus retos; apegados al libreto de una
incierta civilización: desenredando las cosas y tironeando sin saber si algo
bueno viene en el anzuelo, o es sólo que nuestros intereses y roles, nuestras
edades y humores, se han liado con los de alguien más.
Así los años pasaron, con las idas a pescar y regresos
a estudiar o trabajar, con momentos de reír y episodios de llorar, con subidas
y bajadas, bailando y siendo bailados.
Hasta que un día sentado frente al televisor mirando
no sé qué cosa, sin siquiera esperar a los comerciales, instintivamente abrí
mis manos para observarlas. Y, robándole al poeta el verso, vi que ambas
estaban vacías, pobladas de cicatrices. Entonces caí en cuenta de haber gastado
media vida desenredando los nudos. Y entendí a aquellos psicólogos y párrocos:
quizá las manos estén vacías, pero la vida está llena.
cesarelizondov@gmail.com

Pasaporte
Publicado el 01 de agosto de 2021 en Saltillo 360, de Vanguardia.
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Supongo que así es la vida: justo cuando los hijos alcanzaron edad para realizar por si mismos toda la tramitología exigida por el mundo, fue mi madre quien requirió mi asistencia para renovar su pasaporte.
No es que no
se valga por si misma, es que necesitó un buen chófer para llegar hasta la
oficina de Torreón. Aproveché el viajecito para sacar también el mío.
He de
decirlo: no cupo el cliché de la oficina burocrática donde nadie quiere
atenderte y todos lucen mal encarados; no señor, en este país hemos superado
esa cultura y cada vez es más común encontrar funcionarios serviciales y bien
capacitados. Bravo por eso.
Al final de
todo el proceso, mi nuevo pasaporte estuvo listo en la ventanilla dieciséis. Me
pidieron checar bien todos los datos y así lo hice. Nombres, fechas y demás
cosas estaban correctas en lo técnico y ortográfico, pero reparé en un detalle
que detonó en mi zona emocional: una lejana fecha de vencimiento, quince años
más adelante, supone que tendré en esa época la misma edad que tenía mi padre
cuando viajó al más allá.
—¡No mames¡—
me escuché decir-
—¿Qué dijo?—
contestó el funcionario de la ventanilla.
—Perdón, era
para mí. Todo esta correcto—
Perforó mi antiguo
pasaporte y me hizo entrega de ambos. Salí de ahí un poco más avejentado de
como llegué.
Casi
trescientos kilómetros y cuatro horas más tarde, intentaba trabajar frente a la
computadora. Pero mi mente orbitaba en otras dimensiones.
Tomé del
escritorio ambos pasaportes. Empecé a hojear el cancelado. No tiene tantos
sellos como lo hubiera querido, pero pasé unos minutos observando fechas y
aduanas. Me hizo gracia recordar algunos sellos que no implican la entrada a
países, sino a sitios turísticos; mi compadre dice que esos sellos de parques
nacionales o temáticos son un pendejo souvenir, yo pienso que son un afortunado
y nostálgico recuerdo.
Sonreí al
recordar el momento exacto de un cambio de año, a las doce de la noche,
esperando a mi hijo afuera de un sanitario móvil. Miles de personas a mi
alrededor corearon en regresión del diez al uno, para darse de besos y abrazos,
mientras yo permanecí solitario en medio de la vorágine de aquella multitud,
esperando a que terminara lo que él hacía. Volví a reclamarle a un abusón taxista
que jamás entendió lo que significa el tiempo perdido cuando andas de
vacaciones. Escuché las grandes plumas del cóndor en su resistencia al viento, e
hice gestos ante lo fuerte del pisco, vi cómo mis Raiders se acostumbraron a
perder en cualquier país y estadio, y conocí el gran cañón. Sin ser de espalda
mojada, mi viejo pasaporte también valió para intentar otro oficio.
Después, miré
el nuevo documento. Parece fecha maldita, como un plazo perentorio, como
calendario maya que termina así de pronto. ¿Será mi último pasaporte? ¿Volveré
a hacer este trámite? En la duración de vida, ¿Sobreviviré a mi padre o moriré
antes que él? Que pensamiento tan loco, ni Epicuro ni Platón tuvieron este
dilema.
Empecé a
hojearlo. La de cosas que uno encuentra: treinta y dos páginas dedicadas, una
para cada Estado de la república, de las cuales, veintinueve están en blanco.
Ha de existir un porqué, pero no entiendo esa lógica porque para visitar
Tlaxcala, Nayarit o lo que sea, no ocupas que te lo sellen. Pero la reflexión
no es esa.
El asunto es
que, al tener una certeza, la única que hay en la vida, no tiene caso pensar en
la fecha de la muerte. Por eso mejor me ocupo de seguirle taloneando, de seguir
haciendo planes y culturizarme un poco, para llenar ese libro, de veintinueve
hojas blancas.
cesarelizondov@gmial.com

Fátima previo al día de la madre
Léelo en la edición digital de Saltillo 360, de Vanguardia
Este niño no sabe lo que busca, pero espera encontrarlo en misa. Observa, por primera vez en su vida, una forma de peregrinaje de una figura familiar para él, es la Virgen de Fátima. Hecha de algún tipo de yeso o resina, es llevada sobre una base de maderos que a su vez descansan sobre los hombros de cuatro religiosos.
Entran por uno de los accesos laterales del templo, y
serpentean por todos los pasillos para que la feligresía tenga una cercanía física con la figura, o lo que esta signifique. De fondo, un coro canta “13 de mayo” mientras todos levantan una vela durante el estribillo; así
como lo has visto en los conciertos dentro de los estadios. Experimenta una
desilusión cuando pasan a un par de metros de su lugar, porque la virgen tiene
su cabeza ladeada hacia abajo y hacia su derecha, y la banca donde él se
encuentra, quedó en el costado izquierdo, de modo que sus miradas no se cruzan.
Termina la peregrinación en la parte baja y el
sacerdote la entrona a un lado del altar. Ahí estará durante toda la semana
para conmemorar un aniversario más de su aparición hace poco más de cien años.
El niño, observa que los ojos de la figura han quedado
viendo en dirección al centro del templo, hacia abajo, entre los escalones del
altar y la primera fila de butacas. Entonces, planea algo:
Estando situado en la parte central, sabe que le
tocaría comulgar por el pasillo de en medio, justo para recibir la comunión y
buscar en la mirada de ella ese algo que le falta, luego de tomar la hostia.
Pero, dada su naturaleza pecadora, no esta posibilitado para recibir a Cristo.
Trata de recordar cualquier tipo de autoconfesión
válida. Aunque algunas formas le vienen a la mente, siente que de todas maneras,
estará faltando a lo que le enseñaron en el catecismo. En esos pensamientos se
le va parte de la hora sin mayores sentimientos, hasta que en el momento de la
ofrendas, entonan en vivo, al estilo operístico, la canción a tres manos de Dani Martín, “Que bonita
la vida”. Con eso, además de desprenderse de los únicos veinte pesos en sus
bolsillos, se siente limpio por dentro, listo para lo que venga.
Hacia el final, bendita pandemia, el Padre se saca de
la manga una absolución para todos a fin de que nadie se quede sin comulgar. El
niño sonríe desde adentro, ya no hay necesidad de trucos ni dudosas justificantes.
Espera, paciente, a que las filas delanteras vayan
descendiendo por el pasillo. Toma su lugar cuando casi todos han regresado a
sus reclinatorios. Se aplica del gel antibacterial que le ofrecen en la hilera, y
mientras sus pasos se acercan al sacerdote, su vista está clavada en la virgen, así como Jesús a la cruz. Pero desde ahí, ella parece mirar al suelo; tiene que
acercarse más para cruzar las miradas. Se quita el cubrebocas, coloca su mano
izquierda sobre la derecha con las palmas hacia arriba. Cuando el Padre coloca
la hostia en esa mano y le llama por su nombre, se sorprende por el gesto y voltea
a verlo a los ojos, y se olvida de la virgen. Se lleva la hostia a la boca y
regresa a su lugar.
Hincado, se da cuenta de que olvidó hacer el contacto
visual con la virgen allá abajo, se siente un poco desolado. Mal que bien, como
siempre, pide, ofrece y promete en la misma posición. Pero no deja de pensar en
la mirada que olvidó buscar cuando tuvo el momento.
En los avisos finales, Chuy Pedro anuncia las
festividades de la semana en la parroquia. Y cuando hace mención del día de la
madre, al niño le cae algo de zopetón: una madre no espera a la mirada del hijo,
y aunque este se olvide de mirarla, ella siempre estará mirándole cuando pase enfrente
de ella.
El hombre se levantó, y salió de misa con la seguridad
de tener, por lo menos, dos madres que lo miran y se ocupan de él, aunque la
mirada de él se encuentre en otra parte.
cesarelizondov@gmail.com
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Amigos
Léelo en Saltillo 360, de Vanguardia
Avanzas por la vida sin saber a dónde te llevará la
siguiente encrucijada. Y terminas por llegar a los lugares comunes, a donde algunos
acuden, a refugiarte en lo cierto… o en lo que otros dan por cierto.
Cansado del trajinar de las épocas actuales, llegó un
momento en el que hube de enconcharme para tratar de escuchar. No pude escuchar
muy bien, pero no fue por el ruido que podría acusar afuera, fue por el pobre
bagaje que habitaba en mi interior. ¿Qué se le dice al espejo al confrontar el
vacío?
Empecé a buscar respuestas en superfluos alternativos
a los ya probados. Enseguida me di cuenta de que un período de prueba es
suficiente para hartarse del streaming, que el trabajo rutinario no da el ancho
para hacer frente al absurdo, que la barra en la cantina tiene tanto de real
cómo fábula de Esopo, y del deporte ni hablar, ya no busca adrenalina el que a
diario la transpira.
Entonces me puse a leer. No pudo ser más revelador ese
ejercicio: pronto estaba de visita en fantásticos lugares, fui testigo del
carácter de increíbles personajes, pude ver la artesanía que cuida de los
detalles en las tramas más complejas, me sorprendieron con giros que no hubiera
imaginado, fui leyendo sin cansancio ante el ritmo cadencioso de la prosa bien
escrita, me quedé maravillado por magníficos finales. Lecciones para la vida,
aprendizaje sin aula, o la simpleza del gozo de un relato bien contado.
Sin que ellos lo sospecharan, me hice amigo de
escritores. En afán de conocerlos, apliqué alquimia barata consultando sus
perfiles. Terminé escuchando a Arreola, me gustó la irreverencia de un gringo
llamado Wallace, la magia de García Márquez, la erudición bien plasmada del
Borges jamás premiado. En sentido figurado, me enamoré de Nettel, de Luiselli y
otras damas.
Sin distinguir por estilos, épocas o demás, en cada
una de sus obras distintas voces fluyeron. Unos muertos y otros vivos, del
Cementerio de Reyes a la ciudad de New York, de temas algo pasados o corte
contemporáneo. A cada párrafo y línea, como la roca al cincel o al incesante
goteo, mi desconsuelo cedió.
Sentí que todos me hablaban como se le habla a un
amigo. Sentí que bajo sus letras mis carencias eran pocas, sentí que con sus novelas
podría escapar de la mía. Sentí que ellos me invitaban a sumergirme en sus
mundos. Sentí que eran mis amigos. Y de pronto, comprendí:
Los amigos no sólo hablan, también saben escuchar. Ni
en monólogos ni escritos encuentra uno la amistad, es calle de dos sentidos,
uno viene y otro va, uno dice y otro calla en ese diálogo alterno POR donde corre
la estima. No han de ser los soliloquios de un extraño en tu cabeza donde
surgen los afectos.
Por ello siempre el regreso con esa clase de amigos que
gozan de buen oído: los de la copa y la broma, los del abrazo y el canto, sin
antifaz en el rostro ni la postura pedante, los que con silencios te hablan,
los que escuchan y confrontan. Los que hablan poco y espeso, y lo que es más
importante, que callan para escuchar.
cesarelizondov@gmail.com

Pepe le Pew
No
entiendo esos silogismos: si ves la caricatura del zorrillo enamorado, entonces
te convertirás en acosador sexual. ¿Es en serio?
Contemporáneos míos son quienes gobiernan
municipios, estados y países; igual los sacerdotes y capitanes de empresa,
líderes de opinión, docentes y comunicadores. Todos ellos crecieron viendo a
Pepe Le Pew, y, supongo por el silogismo, que aquellos que vienen censurando
hasta los catálogos de Disney, tendrán sus oscuras historias bien guardadas; de
otra manera no entiendo su postura de dioses pensando que, si ellos fueron
inmunes a las depravadas formas del zorrillo, no podrán serlo otras personas.
¿Tu
piensas que el modelo familiar de la actualidad tiene que ver con que Doña
Florinda era madre soltera? ¿piensas que el mal pagador lo es por culpa de Don
Ramón? ¿la obesidad nos viene de Ñoño? ¿la homofobia se debe a que antes no
había diversidad sexual en los contenidos? ¿el racismo lo inventó la
televisión?
Así
no funciona el ser humano: no veo a mis hermanas de restauranteras porque
jugaban a hacer de comer, ni mis vecinas se embarazaron de catorce años por
cambiarle el pañal a sus muñecas. No me convertí en Pelé por andar de vago tras
la pelota, ni aquel monaguillo fue cura por ayudarle a Usabiaga.
Ese
reduccionismo con el que la censura pretende acotar otro tantito nuestro libre
albedrío, es tan retorcido como pensar que, si un niño juega con el muñeco de acción
G.I. Joe, será porque físicamente le atraen los hombres, de lo contrario
jugaría con una Barbie. El argumento tiene lógica, pero es tan reduccionista
como aberrante.
Parece
mentira y exageración, pero si puedes imaginar un hilo conductor donde el uno
precede al dos, esta corrección política que hoy padecemos hasta en los nombres
de franquicias deportivas, terminará por destruir la muralla china, las
pirámides de Egipto y cualquier otro indicio de esclavitud, sometimiento y
explotación que el ser humano haya perpetrado en el pasado. Estarás de acuerdo
conmigo en que, hay que ser muy inocente para pensar que Chichén Itzá se
construyó con buena vibra, incentivos culturales o liderazgo político.
Y
del dos sigue el tres: a rasurar el Louvre y todos los museos del mundo. Que no
quede obra con tintes de cualquier forma de desviación o abuso en que la
humanidad haya incurrido. Le seguimos con los libros y con todo. Borramos todo
vestigio de lo que nos trajo hasta aquí como especie.
Al
final, nos pegamos un tiro en la cabeza porque no pudimos ser perfectos, porque
nos avergonzamos de haber evolucionado, porque no nos gusta nuestro pasado. Y
porque resulta más sencillo y más barato censurar, que educar.
cesarelizondov@gmail.com

Una historia de béisbol, que no trata sobre béisbol
Léelo en Saltillo 360, de Vanguardia.
Perdón por el anglicismo, pero no hay otro modo que le
dé sentido a la historia. El más valioso puede ser aquel que conecta el hit,
pero el traje de héroe lo porta quien anota la carrera del triunfo. Así que, con
la suficiencia propia de quien sabe lo que hace, salí del dogout con paso firme
para hablar con mi manager. Era de noche y el calor era mucho tras una larga sequía
en la ciudad, causa de estragos en el clima y en el árido suelo de mi tierra.
—Creo que yo debo correr en segunda. Soy el más rápido
del equipo y, además, soy el único disponible en la banca para entrar como
emergente.
—No sé— me contestó Gerardo — El Güero dio un buen
batazo para embasarse. Nos puso en posición de ganar el partido y me parece
injusto sacarlo en este momento.
—Injusto será perder si el Zurdo conecta otro hit y el
Güero no alcanza a llegar hasta home—argumenté.
—Ok. Vamos a ver qué dice— En seguida, pidió tiempo al
ampáyer para proponer el cambio.
Cerrábamos la última entrada perdiendo por una carrera.
Las bases estaban llenas, había dos outs en la pizarra y tocaba el turno a
nuestro mejor bateador. Un escenario ideal para dejar en el terreno al
contrario.
En tantos años especializado en compras, no recuerdo
una negociación tan complicada como esa con el Güero, sobre la almohadilla de
la segunda base. Él sentía que su velocidad era suficiente para llegar hasta el
home si el Zurdo conectaba de hit. Yo había convencido al manager de que sólo
yo era capaz de anotar con un sencillo. En una discusión bastante álgida si tomas
en cuenta la división botana en la que participamos, al final prevaleció mi
petición, y se realizó el cambio de corredor.
Ahí estaba yo sobre la segunda base como niñato
heredero, con la adrenalina disparada en mi organismo. Comprobando la textura
del piso, arrastrando los pies hacia atrás como hace el toro de lidia con sus
pezuñas; haciendo sentadillas entre uno y otro lanzamiento del pitcher, estirando
brazos y piernas, levantando el mentón y alargando el cuello hacia atrás y
hacia los lados, como si pescuezo y quijada influyeran en la velocidad; amagando
con mis arrancones a un cátcher despreocupado de mí, porque sabía que a ningún
lado podría llegar sin el tablazo oportuno de mi compañero. En una repetida
sucesión de las anteriores estampas se llenó la cuenta: tres bolas y dos
strikes.
En este juego, tener las cuentas y bases llenas es una
situación que obliga a salir corriendo: al siguiente lanzamiento, no se necesita
observar hacia dónde va la pelota, ni a cuanta altura, ni nada. O pasa la
cuarta bola y todos avanzamos caminando, o ponchan al bateador y se termina la
entrada, o da cualquier tipo de batazo y no hay más opción que arrancar a
máxima velocidad buscando llegar a la siguiente base…y más allá, diría Buzz. Pero
tampoco era que debiera llegar hasta home. Si el batazo no era lo bastante
profundo, con llegar hasta tercera estaríamos empatados y con el triunfo a la
mano. Pero…mi vida está llena de peros.
Lo he escrito antes sin rubor ni disimulo: soy entusiasta
villamelón para casi todo, pero tampoco soy desentendido. Entonces, al observar
el contacto del pitcher con la placa en su windup, me dispuse a correr. Vi la
pelota viajar hacia el bateador, y distinguí el instinto asesino entre sus ojos.
Despegué. Escuché ese inconfundible plockkk, seco, que te suena a poesía
cuando bateas y a fusil al defender. Alcancé a ver el batazo con buena altura,
era una línea por encima del primera base. Fue perfecto. Clásico de un zurdo.
Encarrerado, no sé por qué quise ver donde caía la
pelota en lugar de mirar hacia el frente, allá donde, con la mímica del brazo
dibujando grandes círculos, alguien me gritaba que me siguiera corriendo hasta
el home. En ese instante, sentí que mis piernas se enredaron. Las leyes de la
física son más implacables que las jurídicas: ahí me tienes volando por los
aires en una catapulta resultante de peso, velocidad, y estupidez. El heroico
clavado que debió ser en home ante un angustiado cátcher, terminó en estrepitoso
desastre a los pies del short stop, envuelto en una polvareda digna de baile
ranchero. Fui puesto out, forzado en tercera. Fin del juego.
Al bajar la polvareda, sin aquella suficiencia mis
ojos voltearon hacia el dogout, y me encontré con ese microcosmos presente en
cada grupo y equipo mexicano: ahí estaban el Güero y el Negro, el Zurdo y el Colorado,
el Chaparro y el Pirruris, el Profesor y el Doctor. Cada uno me miraba como si
hubiera perdido la urna con las cenizas de su madre. Nunca en la vida sentí más
deseos de llegar a home.
cesarelizondov@gmail.com
https://www.saltillo360.com/hoy-se-habla-de-una-historia-de-beisbol-que-no-trata-de-beisbol

Rumbo al Super Bowl LV: los nihilistas
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Mi socio no podía creerlo: distinto a lo conocido por
el comercio de antaño, desde el día de la inauguración hubo ventas
espectaculares, el primer mes terminamos por arriba del punto de equilibrio y
al finalizar el ejercicio fiscal la inversión fue recuperada. Por supuesto, los
beneficios son proporcionales al tamaño de la inversión y riesgo…igual las
pérdidas.
Un proyecto de ese tipo puso a los Bucaneros de Tampa
Bay en el juego de hoy: apostaron por el aquí y ahora contratando a Tom Brady
durante el receso de temporada. Hasta el amanecer de este domingo, el cálculo
les ha salido bien. ¿Saldrán victoriosos hoy para validar su estrategia?
Mi socio tampoco puede creer esto: toda mi vida
profesional trabajando en el mismo giro. Con la mira puesta en el largo plazo,
se la lleva uno de tropezón en tropezón intercalando dos pasos para adelante
con un pasito pa´tras…mientras otros avanzan a grandes zancadas.
Algo así es el caso de los Jefes de Kansas City: luego
de construir desde sus cimientos un gran equipo, en 2020 firmaron el contrato
más grande en la historia del deporte (recién superado por Messi) con su
quarterback Patrick Mahomes. Todo con miras a dominar a la NFL durante el resto
de la década. Están listos para cosechar más frutos en el cortísimo plazo, tan
pronto como hoy. ¿Una caída hoy les aleja de su objetivo a largo plazo?
Entonces, ¿qué esperar en este duelo? Enseguida comparto
contigo algunos datos inútiles distintos a lo que hayas escuchado previo al
Super Bowl LV. Como es costumbre, al final de la columna te espera una recompensa
si terminas de leer: un pronóstico lógico y contundente para saber quién terminará
campeón esta noche.
-Nunca, en sus infinitas apariciones previas en un
Super Bowl, el equipo de Brady ha anotado un touchdown durante el primer cuarto
de acción. Similar a un auto clásico, necesita entrar en calor para funcionar
al cien. ¿Alcanzará la zona prometida antes de finalizar la primera parte del reloj
de juego?
-En cuatro de sus últimos cinco partidos eliminatorios,
los Jefes han remontado desventajas de 24, diez, diez, y nueve puntos. Son un conjunto
impuesto a levantarse. ¿Necesitarán de un épico regreso hoy? Si en algún
momento parecen acabados, evítate el ridículo de darlos por muertos cobrando apuestas
prematuramente.
-En 54 ediciones anteriores, sólo en cuatro ocasiones
alguien ha derrotado a un quarterback que defiende la corona. El último en
lograrlo fue…Brady, seis años atrás. Hoy
Mahomes defiende su título. ¿Ganará el campeón actual o el retador?
-Ningún equipo ha terminado un Super Bowl sin anotar
puntos. ¿Veremos esa “primera vez”? No.
-Los Bucaneros buscan empatar a los Ravens con la
mejor marca porcentual en Super Bowl (2-0); esto es, el mayor número de
victorias con la etiqueta de invicto. Mientras tanto, Kansas City quiere llevar
su marca en el gran juego a 3-1; en su defecto, cae al patético .500 de
porcentaje. ¿Es en verdad mejor un breve historial sin derrotas que una larga
tradición con victorias y reveses?
Todos los datos anteriores resultan absurdos una vez
que escuchamos el silbatazo inicial. Ya conoces mi postura: en un improbable
encuentro sin intercambios de balón, las estadísticas (no es lo mismo que Las
Vegas) indican la supremacía de Kansas City. Pero si algo hemos observado en
cada viaje de Tom Brady a estas instancias, es que sus nueve partidos previos
se han decidido hasta bien entrado el último cuarto, ninguno ha sido un
aburrido espectáculo.
Va el pronóstico infalible, copiado de quién sí sabe:
Marv Levy es el único entrenador que perdió cuatro veces consecutivas en este
partido, su vasta experiencia en caer de todas las formas posibles le dotó de
humildad y de la lógica más sublime. Su dicho más o menos es este: al final,
cualquier estadística o desempeño carece de importancia, sólo hay un parámetro
que acierta con exactitud quién gana y quién pierde, y esta medida es el
marcador final. Aquel que anote más puntos, gana.
Todo lo demás, a nadie le importa; porque, de hecho,
no importa.
https://www.saltillo360.com/hoy-se-habla-de-super-bowl-lv-los-nihilistas

Rumbo al Super Bowl LV: los empiricos
Léelo en Saltillo 360, de Vanguardia
El morbo de ver aquellas peleas no era para saber quién
ganaba, eso lo sabíamos de antemano. La quiniela era muy sencilla: ¿en qué
round noquearía Mike Tyson a su contrincante? Le voy poniendo ingredientes a esta
licuadora:
Ya te he recomendado el libro de Malcolm Gladwell:
Fueras de serie (Outliers). Ahí, luego de un interesante argumento del porqué
los nacidos en los primeros meses del año demuestran más habilidades durante la
infancia, avanza por distintos razonamientos y desliza su regla de las diez mil
horas: solo alcanza el expertise aquella persona que ha dedicado un mínimo de
diez mil horas a cierta cualidad o disciplina.
De acuerdo con esta regla y haciendo cuentas como buen
cubero que soy, con jornadas de ocho horas y un puñado de días festivos, el expresidente
de los Estados Unidos habría aprendido a ser mandatario más o menos por el día
en que dejo el cargo. ¿Te hace sentido la regla?
Claro, buena parte de las diez mil horas se invierten
en el laboratorio, el aula o el estudio de grabación: el trabajo efectivo de Tyson
fue en el gimnasio y peleas de barrio, no en el cuadrilátero del Caesar`s
Palace, así como Shakira se friega repitiendo coreografías y vocalizaciones en
pants y desmarañada toda la vida, para dar conciertos que duran menos de dos horas.
O como dicen ciclistas y corredores: las medallas se ganan entre semana, el
domingo nomás va uno a recogerlas.
Y ahora ¿cómo hago para relacionar a los empíricos con
la NFL y con Mike Tyson, con tu estoicismo para ver los partidos y con la regla
de las diez mil horas? Pues va más o menos así para los juegos de hoy:
2:05 p.m. Tampa Bay Bucaneers en Green Bay Packers:
así de sopetón, puedes imaginar a los piratas del caribe contra los señores que
te empacan en el supermercado. Pero la realidad es algo distinta a esa imagen
Burtoniana. Tenemos a dos líderes que, con creces, han superado la regla de las
diez mil horas en la NFL, y que además, para reforzar la teoría de Gladwell del
trabajo por encima de la circunstancia, tuvieron la virtud de la paciencia en
sus inicios para esperar una oportunidad de brillar. A diferencia de Tyson,
estrella fugaz y opacada por su temperamento, los quarterbacks de este partido
han invertido miles de horas en psicólogos y terapias, en estudiar planes de
juego y en aprender a lidiar con fama, prensa y aficionados. Difícil predecir
quién ganará, pero si quieres aprender de liderazgo, carisma y dedicación,
observa el ir y venir de las ofensivas comandadas por Brady y por Rodgers
mientras acompañas a los football-lovers, y mientras ellos siguen el marcador
del juego, tu apórtale tres horas a tu cuenta de diez mil en cualquier área de
tu vida, desde la pedagogía de este deporte.
5:40 p.m. Buffalo Bills en Kansas City Chiefs: Si hay
un deportista con el impacto que tuvieron en su momento Mike Tyson o Tiger
Woods, ese es Patrick Mahomes. ¿quién en su sano juicio puede argumentar contra
el campeón? Solamente James “Buster” Douglas (googlealo si no te suena). Para
seguir con el ritmo y dar un pincelazo de tema local, imagínate el encuentro
desde la identificación de los equipos, así nos remitimos a la película de
Danza con Lobos: nativos americanos emboscando bisontes mucho tiempo antes de la
cultura cinegética. Pero no nos equivoquemos, este partido está muy lejos de ser
una carnicería o decidirse por un nocaut de aquellos. Seguro que tanto Mahomes
como Allen, su contraparte, habrán de sudar un buen para seguir construyendo su
paquete de diez mil horas en esta liga.
No me atrevería a apostar en contra de ninguno de esos
jugadores, pero si lo haría en favor de algunos entrenadores. No es porque a
los otros les falte algo, es sólo que por el lado de los jefes de Kansas City y
de los Bucaneros, la experiencia de sus entrenadores, cantea hacia su lado las
posibilidades. En un partido apretado, no esperes ver el error de alguno de los
quarterbacks el día de hoy, espera más bien una genialidad de estrategia, una
jugada sorpresa o una administración del partido de gente con mucho, mucho
camino recorrido en estas lides.
cesarelizondov@gmail.com
https://www.saltillo360.com/rumbo-al-super-bowl-lv-los-empiricos

Rumbo al Super Bowl LV: los racionalistas
Léelo también en Saltillo 360, de Vanguardia
Si me leíste el domingo
anterior quiere decir que estás en vías de ya no ser un estoico de la NFL. Muy
bien, seguimos con la segunda entrega de una serie de cuatro para ayudarte a
convivir con pareja, amistades o compadres que no conciben esta época del año
sin estar pegados a la televisión viendo los partidos.
2:05
p.m. Cleveland Browns en Kansas City Chiefs: los Cafés tienen más detalles en
el logotipo de su casco que oportunidades de ganar; lo siento por el único seguidor
de este equipo fuera de Ohio: mi amigo de Cuatrociénegas, el Prieto. Todo el
razonamiento lógico, tendencias, estadísticas, historial, la astrología y el
pulpo Paul, indican la imposibilidad de una sorpresa ante los campeones.
5:40 p.m. Tampa Bay Bucaneers en New Orleans Saints:
¿Tom Brady contra Drew Brees? Mmmmnn.
Juntos esos dos, suman más de 85 años de edad y hoy juegan
por la supervivencia de sus equipos. Perspectiva: de los ocho entrenadores que
llegaron a este fin de semana de eliminación, tres son menores a ellos. No
diría que son como Dorian Grey o un tipo de Benjamin Buttom, y omitiré, por
supuesto, la analogía esa de los buenos vinos. Solo te diré que, toda
proporción guardada, son el Chabelo de la NFL.
Pero para ti que no eres un fanático del fútbol
americano, te daré el micro-análisis que te haga quedar como todo un experto en
la chachará de hoy domingo en cuanto a mercadotecnia y deporte.
Hoy por la tarde-noche, en horario estelar, olvídate
de los molletes y el chocolate caliente, es tiempo de observar la forma en que
las televisoras te presentan un duelo inexistente. ¿Cómo es eso? Pues pasa que
en la mayor parte de los deportes, pisan la cancha de forma simultánea Roger
Federer y Rafa Nadal, o suben al cuadrilátero el Canelo con su sparring, o en
algún momento del partido le picha el mejor lanzador al bateador designado. Acá
no sucede igual: jamás verás al mismo tiempo a Tom Brady y Drew Brees sobre el
emparrillado. Pero diviértete viendo en cada corte comercial la super producción
de tipo boxística que nos presenta a dos tipos de cuidado que en realidad, no
tienen forma de medirse frente a frente. De ahí se desprende el análisis
deportivo:
La estéril discusión de quién es quién en la posición
más importante de este deporte, cede al razonamiento de contra qué se va a
enfrentar dicho jugador. Y los gélidos números dicen así: la fortaleza ofensiva
de los Santos, la carrera, va en contra de la fortaleza defensiva de Bucaneros
que es combatir eso mismo; y en el lado de enfrente, la debilidad ofensiva de
Tampa Bay se mide directo con la fortaleza defensiva de Nueva Orleans, que también
son las corridas. (por favor, léase “corridas” en el contexto de NFL, no de
película subida de tono).
Seguimos analizando este partido y para eso nos
acogemos a la sabiduría popular desde el deporte: es más fácil destruir que
construir. Y como lo venimos repitiendo en esta columna a través de los años, a
partir de enero el juego terrestre y las defensivas marcan la pauta de la
estrategia. Entonces, la lógica destructiva dice que entre dos fortalezas,
saldrá airosa aquella cuya misión es impedir. En este caso, es la defensiva terrestre
de Tampa Bay.
Luego, ante la imposibilidad de establecer las
condiciones del partido desde las trincheras que facilitan el juego por tierra,
ambos equipos tendrán que recurrir a la magia de sus ancestrales líderes para
resolver el encuentro por la vía de los pases. Ese es el sueño dorado.
En el papel, ante las estadísticas que en pocas ocasiones
se analizan sin apasionamientos, este partido es el más parejo entre todos los
que se han efectuado en la fase de eliminación, o playoffs, para llamarle como
debe ser. Siempre están latentes situaciones impredecibles como las de los
primeros minutos del choque de la semana pasada en el mismo horario. Pero, de
no existir los errores que carguen el partido de un solo lado, prepárate para
ver una épica batalla con dos de los mejores y más disciplinados deportistas
(dentro y fuera de la cancha) de nuestra época.
Un cártel con Armillita y Manolete, un concierto de
Queen con AC/DC, una antología de Rulfo y el Gabo…un playoff con Brady y con
Brees. Así de grande es este juego.
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Rumbo al Super Bowl LV: los estoicos
léelo en Saltillo 360, de Vanguardia.
Mientras una treintena de primos gritaban horrorizados por lo que veían en la televisión de casa de mis abuelos, yo permanecía impávido. No es que fuese inmune a las sangrientas escenas o a los efectos visuales que se trasmitían en la pantalla: nunca me gustó el cine de terror, y entonces, durante las dos horas de la película, fijaba la mirada en el foquito verde de la videocasetera, esperando el final de aquel tormento para volver a salir con primos y hermanos a jugar con la pelota.
Es por ello que hoy entiendo a los estoicos de la NFL:
esas personas ajenas al gusto por el fútbol americano que se pasan los fines de
semana de enero y el primer domingo de febrero mirando a cualquier lado menos a
la transmisión del partido, en espera del silbatazo final para que los demás
pasemos del modo zombi al plan social.
Así es que, como cada año, hago mi pequeño apostolado
para hacer más llevadera esta época a quienes se ven obligados a compartir con
nosotros esa pasión por el mejor entretenimiento en la más organizada y
rentable liga deportiva-comercial de nuestra civilización.
E inicio con un paréntesis, preguntando si alguien conoce
de planes de estudio en las carreras de negocios donde se incluya la materia de
la NFL, puesto que desde la segunda mitad del siglo pasado, más allá de lo
deportivo, esta organización es un referente de cómo un ente comercial puede
adaptarse a circunstancias y tecnologías, tendencias y guerras, culturas y
hasta pandemias, para ir en constante crecimiento universal, siendo que se
trata de un producto de componentes y lucros netamente estadounidenses. Pero no
es tema, dirían mis amigos.
Entramos en materia. Y bueno, dado que esta columna
aparece los domingos, omitiré comentar los encuentros de los sábados por obvias
razones. Entonces, te platico de cuestiones a considerar para que disfrutes de
los partidos desde una óptica más placentera a la resignación.
Empiezo por decirte que este año, la liga decidió
meter dos partidos extra durante este fin de semana de eliminación. Esto, como
diría Gaylord Focker, en un estúpido propósito de ganar más y más dinero,
vendiendo nuevos derechos de trasmisión a cadenas televisivas, portales de
internet y compañías de streaming.
Pero vayamos de lleno a los juegos de hoy con datos
que pueden despertar ese interés dormido en los estoicos:
12:05 p.m. Baltimore Ravens en Tennesse Titans. Revancha de enero pasado. Los Ravens toman mística y
nombre del poema de Edgar Allan Poe, y los Titans son los herederos de los
Petroleros de Houston de mi generación. Tienes la oportunidad de ver distintos
perfiles en una misma posición, algo que no sucede en otros deportes: el
mariscal de campo (QB) de Baltimore es atlético y rápido, elusivo y…errático; mientras
su contraparte de los Titanes es frío y calculador, de buen toque en sus
lanzamientos, pero sin esa chispa que define a los superestrellas.
3:40 p.m. Chicago Bears en New Orleans Saints. Aunque la vistosidad de este deporte son los pases
largos, el secreto para ganar es tan aburrido como correr con el balón hasta el
hartazgo y lanzar pases cortos. Quien pueda hacer eso, se llevará la victoria.
Apuesta a Santos sin dudar, yo digo que los Osos, harán el ídem.
7:15 p.m. Cleveland Browns en Pittsburgh Steelers. No alcanza a ser un clásico como Tigres-Monterrey,
pero es algo así como América-Cruz Azul. Dejo a tu consideración decidir quién es
el Cruz Azul de esta rivalidad. Bono: estate al pendiente de las alusiones a la
relación entre Myles Garret y Mason Rudolph, una pequeña historia que inició
como riña callejera (https://bit.ly/35dxpQp), y que presenciarás al final del partido en
edificante mensaje.
Nos vemos en una semana, si mi editor quiere, con la
segunda parte de esta serie Rumbo al Super Bowl: los empíricos. Si no, nos
vemos en quince días con los racionalistas.
cesarelizondov@gmail.com
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