Publicado el 7 de Junio de 2006
Hace años tenía uno su restaurante en la calle de Allende y el otro uno de sus hoteles una cuadra más arriba. Con el tiempo, ambos empresarios incorporaron en los negocios a sus familias y después volvieron a coincidir, está vez sobre el Boulevard Carranza, igualmente, el mesón primero en el sentido de la circulación y el hotel unos metros más adelante.
Hace años tenía uno su restaurante en la calle de Allende y el otro uno de sus hoteles una cuadra más arriba. Con el tiempo, ambos empresarios incorporaron en los negocios a sus familias y después volvieron a coincidir, está vez sobre el Boulevard Carranza, igualmente, el mesón primero en el sentido de la circulación y el hotel unos metros más adelante.
Ya entrados en este siglo, sobre la carretera Saltillo-Monterrey volvieron a estar juntos, en está ocasión con propiedades colindantes y solo separados por algo de terreno que conservaron para futuras inversiones; de nueva cuenta, si uno viaja en auto, primero los especialistas en alimentos que incursionaron exitosamente en atender eventos integralmente y enseguida los hoteleros que también supieron encontrar nuevos nichos de mercado en su giro. Hoy, cada familia invierte en las fincas que quedaron contiguas, ahora se trata de un restaurante internacional y de un club deportivo.
Las similitudes son muchas en estos casos de negocios familiares de capital saltillense que han cimentado una reputación que rebasa nuestras fronteras, y las personas suelen equivocarse al hacer un simple análisis para concluir que la calle de Allende se prolonga a Boulevard Carranza y este se fusiona con la Carretera a Monterrey. En estas historias no existen las casualidades, la única y real coincidencia es mucho más fácil de determinar pero mucho más difícil de concretar é imitar, es la receta de la superación: Trabajo, tiempo é inteligencia.
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