Publicado el 05 de Junio de 2006
Cuando uno viene por carretera hacía Saltillo desde Monterrey, es difícil imaginar que hace no mucho tiempo esos llanos fueron viñedos productivos que ofrecían un diferente aspecto del predominante desierto que hoy tenemos.
Cuando uno viene por carretera hacía Saltillo desde Monterrey, es difícil imaginar que hace no mucho tiempo esos llanos fueron viñedos productivos que ofrecían un diferente aspecto del predominante desierto que hoy tenemos.
Pero cuando uno entra en Coahuila, inmediatamente advierte los miles de pinos creciendo en los terrenos de Apasco, los que al paso de los años se han convertido en un gran pulmón para nuestra región. Un poco más adelante está Kimberly Clark, que también es un oasis en especies de temporal que demuestran que no existe suelo malo, solo sociedades apáticas.
El acierto que se tuvo en la administración estatal de Mendoza Berrueto para que las citadas corporaciones se comprometieran a realizar lo que hoy es una realidad, cedió luego a las urgencias por atraer otros capitales sin pactar condiciones ecológicas favorables para nuestro entorno. Hoy que los municipios pelean con los colonos para no responsabilizarse del mantenimiento de las áreas verdes, es tiempo de idear nuevos mecanismos para tener más y mejor oxígeno, clima y agua.
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