Publicado el 03 de Agosto de 2014
¿Por qué tan cortas las
vacaciones? ¿Es que empiezan más tarde o terminan más temprano? No lo sé, pero
solo recuerdo que en mi juventud eran largas, más que la cuaresma o discurso de
político ochentero. Apenas se va uno acostumbrando a las calles transitables
cuando nos sorprende Agosto con la inevitable noticia del regreso a clases con
todo lo que ello significa en gasto y logística del Estado y doméstica.
Decisiones colegiadas tomadas en función de una realidad social de las familias
mexicanas más que desde la eficacia formativa.
Las decisiones colegiadas son
impopulares porque todos los afectados quedan con una muy pequeña porción de su
interés. Jamás hay un responsable directo y en muchas ocasiones ni siquiera se discute
abiertamente el porqué de una disposición, se disfrazan los porqués con
justificaciones políticamente correctas. Son siempre un mal engendro de
disímbolas visiones, pero en aras del bien común es lo más justo que se puede
hacer. Por eso las democracias tardan tanto en rendir frutos, es largo y
sinuosos el camino para unificar criterios por los motivos correctos en la
dirección correcta.
Por supuesto que poco más de un
mes es suficiente para suplicar que alguien más se haga cargo de los hijos
cuando las casas han quedado semi destruidas, las alacenas vacías y los hogares
un poquito más unidos. Pero…
Somos malabaristas tratando de
agradar al dios cronos. Buscamos la cuadratura de acomodar 24 horas de un día
con siete días de la semana ante un sinfín de obligaciones, actividades y
recreos. Y en medio de esa cultura nos han vendido y hemos comprado gustosos
aquello de que es mejor calidad a cantidad cuando hablamos del tiempo que
dedicamos a los hijos, pero por otro lado permitimos que en lo referente a la
educación académica nos digan algo incongruente con esa idea: Más días y horas
en las aulas significa mejores estudiantes y más preparados. Mentira, pienso yo.
Creo que está más que discutido
por profesionales que la atención que podamos prestarle a lo más interesante o
urgente que exista tendrá que estar supeditada a las condiciones que nuestro
organismo presenta. Lo mismo la alimentación como la estabilidad emocional,
igual la estimulación intelectual como el descanso, se limita mucho un ser
humano en sus capacidades si en alguno de estos rubros presenta deficiencias.
De ahí que una carga excesiva de trabajo siempre termine por ser ineficiente en
un grado proporcional al descanso negado.
Claro que para el tema de
educación (como para todo) no faltan los malinchistas con sus conceptos de lo
que hacen en países ajenos a nuestra idiosincrasia y realidad. Ojala por un
momento entendieran que no todo lo que viene de afuera es lo mejor solo porque
lo dice un extranjero de nombre raro, ojala creyeran que de los cerebros
mexicanos pueden surgir valiosas opiniones.
Y de esas propuestas inspiradas en pueblos
sometidos por regímenes totalitarios surgen fórmulas que se presentan
políticamente correctas como pasar una eternidad en las aulas para justificar
la garantía constitucional del derecho a la educación. Pero…
Pienso en la penosa realidad de
una decisión colegiada dónde se habla de estirar los ciclos escolares en busca
de un mejor nivel educativo, cuando la verdad es que el Estado hace lo que
puede para cubrir con horas aula lo que la madre trabajadora no alcanza a
cubrir por la necesidad de un ingreso: El cuidado de sus hijos.
cesarelizondov@gmail.com
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