Ganar perdiendo

Publicado el 14 de Septiembre de 2013 en El Diario de Coahuila y el Heraldo de Saltillo


     A mis amigos Jorge, Jorge, Rubén, Rubén Jr., Gerardo, Ramiro, Ricardo, Jesús, Daniel, Tomás, Hugo, Roy, Gilberto, José Luis, Héctor. Y a mis sobrinos Ricardo C. y Diego M.

      Cierre de la última entrada, casa llena y dos fuera; el equipo a la ofensiva pierde por una carrera y con un batazo el juego daría la vuelta. El pitcher se aleja del montículo dirigiéndose hacia la segunda base. Ampáyeres, anotadores, jugadores y el escaso público que observaba el partido se veían unos a otros preguntándose qué es lo que estaba pasando. Llegando el lanzador a la base, hace algún comentario acerca de lo sucio que esta la almohadilla y le pide amablemente al corredor que se mueva para limpiarla, este entiende el gesto como una cuestión de buen orden en el juego y se despega. El lanzador lo toca con la pelota y lo pone fuera. Fin del juego.

    Es una escena que, dado el conocimiento de reglas  que un profesional debe tener, jamás veremos en el béisbol de las grandes ligas ni en una liga triple “A”, dónde el nombre del juego es, como bien lo bautizaron en una película, Moneyball.  Pero en los torneos llaneros, los del aficionado cervecero, los de grupos de amigos o gente que comparte algún tipo de trabajo, profesión, escolaridad o club, la forma en que fuimos sorprendidos por alguien que si sabe del juego de pelota es algo que quizás sea común de presenciar en un alarde del conocimiento del juego sobre la capacidad atlética y el espíritu deportivo.

   Pero todo hay que ponerlo en perspectiva, en la práctica ocasional de lo que algunos podrían calificar como un apéndice de las ocupaciones cotidianas, ganar o perder pasa de ser una cuestión de competencia deportiva para alcanzar conclusiones filosóficas. Las lacónicas charlas que siguieron al episodio fueron trasladándose desde la impotencia de sentirnos despojados injusta, pero legalmente de la oportunidad de ganar en buena lid, hasta la preocupación por una juventud propensa a confundirse entre hacer honor a las canas y arrugas de sus ancestros actuando de acuerdo a principios o imitar a la generación intermedia, que más allá de cualquier fin escoge los más cómodos y marrulleros medios para allegarse satisfactores.

     Y de la misma forma que sucede en muchos grupos con intereses y gustos similares, los vocablos utilizados en la plática banquetera que se extendió a las redes sociales privadas electrónicas al día siguiente fueron mutando del sustantivo colectivo llamado equipo al abstracto llamado amistad, y entonces el verbo llamado perder cedió para conjugar divertir y aprender; los adjetivos para señalar culpabilidades fueron omitidos por los que denotan reconocimiento. Y así es como creo que se llega a prescindir de la incesante búsqueda de las calificaciones para terminar privilegiando los valores.

   En un mundo que nos ofrece más de lo que quisiéramos ver de ejemplos llenos de absurda competencia, resulta reconfortante encontrar espacios y grupos dónde sus miembros entienden que la filosofía para ganar en el deporte bien puede ser impuesta por Vince Lombardi, Yogi Berra o hasta por Lance Armstrong; pero que la filosofía para la vida no puede sino ser dictada por conceptos que abarquen más allá de los efímeros resultados, preceptos que nos lleven a forjar un verdadero carácter en el cual no exista cabida para los atajos hacia la victoria final. 


     cesarelizondov@gmail.com

Porque el pudiente no debe ir a la escuela pública

Publicado el 06 de Septiembre en El Diario de Coahuila y 07 de Septiembre en el Heraldo de Saltillo

     ¿Quién no ha escuchado al padre de familia acomodada decirle a su hijo que si sale mal en clases lo enviará a una escuela pública? Es como decirle que viene el Coco, es una amenaza. El ultimátum es entendido por padres e hijos como el fantasma de un castigo de índole emocional más que académico.

     Por otro lado, hemos visto pasar aceite a nuestros políticos cuando se les pregunta porque si sostienen que el estado es tan buen educador, tienen a sus hijos en escuelas privadas.

     Pienso que ambas cosas denotan una pobre cultura en materia educativa, pero no de tipo oficial o general, sino individual.

     Luego, como en toda sociedad, la pirámide dicta que la mierda de los de arriba salpica a los de abajo; y en el caso de la educación mexicana, las decisiones, filosofías, introyectos, filiaciones, complejos, carencias y culpas de los que manejan este país política, económica y culturalmente, terminan por afectar las oportunidades de los que menos tienen de una forma que ni siquiera hemos pensado. 
   El círculo vicioso donde el sistema educativo gratuito ha estado durante décadas secuestrado por un mal sindicalismo que ha contado con la anuencia de los demás poderes fácticos del país, termina por dejar a todos los pudientes en un pedestal de ciega suficiencia que no les permite responder inteligentemente al porqué de tener a sus hijos en colegios privados si se es político o a realizar estúpidas y jamás cumplidas amenazas de cambio de escuela si se vive fuera del presupuesto.

   Pasa que sin darnos cuenta, esos políticos sin respuesta y esos jefes de familia autosuficientes, tácitamente están siendo cómplices de los vicios en la educación de los mexicanos cuando montan a sus hijos en la tabla de la formación privada con el único y pobre argumento de que debe ser mejor que la gratuita, sin mediar convicciones y razones de igualdad, humanitarismo, patriotismo o bien común.

   Y es que, en un México Utópico, tanto para el político cuestionado como para el hombre acaudalado, la razón de no tener a sus hijos en escuelas públicas debería ser la de ceder el espacio gratuito a personas que no tengan los medios para acceder a las instituciones privadas, lo que desde las perspectivas humanitarias, patrióticas y sociales sería los más correcto, aunque políticamente pudiera no ser así.

  El saber que sus hijos no tomarán la educación gratuita, ha llevado a un estado de complacencia a políticos y contrapesos del gobierno que prefieren hacerse de la vista gorda ante los abusos del sindicalismo mal encausado. 

   Por lo anterior parecería que no hay forma de cambiar las cosas cuando se trata de exigirles también a los maestros; pero quizás, si nuestros hijos hoy perciben que la educación gratuita no es opción para ellos por cuestiones de igualdad de oportunidades, el día de mañana como mexicanos con mejor cultura social que nosotros, serán solidarios con aquellos que no tengan medios para pagar educación privada y en consecuencia tendrán solvencia moral para saber exigir al sistema educativo mejores condiciones no solo para los maestros, sino también para los alumnos. Algo que en nuestra generación, no hemos sabido hacer.


   cesarelizondov@gmail.com

Si no haces la masa, no juzgues a la juventud

Publicado el 24 de Agosto en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

  ¿A dónde llegara esta juventud? Dice mi madre que en su niñez era cotidiano tener una gran mesa destinada a amasar en cada hogar. Aprendían desde pequeños a utilizar el rodillo para elaborar tortillas de harina y maíz, galletas, pasteles y principalmente los diversos tipos de pasta para las recetas diarias de cocina. Luego durante mi niñez, aun cuando mi madre era excelente en la cocina, la industrializada pasta seca empaquetada fue el rápido y económico sustituto a la titánica tarea de mezclar, extender y cortar la masa sobre la mesa.

  Y hoy en día, la magia de las economías a escala y el frenético estilo de vida que llevamos hacen que sea común la práctica de comprar la comida preparada como alternativa barata en más de un sentido a meterse en la cocina. Mi abuela decía que a mi madre le toco una vida fácil porque a principios del siglo XX desde los huevos hasta la harina eran de producción casera; por supuesto que mi madre pensaba que la industrialización hizo de nuestra generación una sociedad acomodaticia; y claro, hoy nos quejamos de que los jóvenes no sepan ni preparar un café. Pero, ¿Es realmente eso importante?

    Si todos somos honestos, y perdonando la irreverencia a cada generación ascendente, habremos de reconocer que nuestras madres superaron a la abuela al saber cómo llevar una transición de cerrazón y machismo hacia la incorporación de la mujer en los quehaceres productivos formales; habremos de ver que la mujer de nuestro tiempo ha perfeccionado el rol femenino al despojarse de la llamada discriminación positiva para reclamar su lugar al lado y nunca más detrás del hombre. Y lo mismo pasa con los varones: Aunque nadie sabe llevar una serenata y la caza dejo de ser una necesidad para convertirse en deporte, los jóvenes de hoy encuentran nuevas formas de ser más completos que nosotros.

   Escucho una y otra vez a los adultos quejarse de la juventud. ¿A dónde llegarán pegados a sus gadgets? Pues yo no sé si aprenderán a producir la pasta casera o a tocar bien la guitarra, pero los he visto desplazarse por los intimidantes aeropuertos de países extraños con absoluta soltura para ordenar un spaghetti en Sbarro´s y encima ligarse a la cajera, cosa que nuestros abuelos jamás soñaron; los he visto entenderse con gente de todo el mundo en un dialecto que carece de reglas, cuando a nuestros padres, su perfecta ortografía y trabajada caligrafía no les alcanzaba más que para comunicarse por el lentísimo servicio postal con una persona a la vez; los he visto realizar increíbles creaciones artísticas apoyados en lo que la tecnología les ofrece, luego perfeccionarlos y finalmente imprimirlos para ocupar en la pared el lugar de aquel infantil bosquejo firmado por alguien que si sabía utilizar pinceles, pero que vivió en la época de producir sin error. Los veo logrando aquello que todas las generaciones anteriores anhelaron y que jamás alcanzaron: Ser los dueños del mundo.

    Es tiempo de reconocer en nuestros jóvenes esa capacidad de prescindir de lo que no les sirve del pasado para allegarse un mejor futuro. Dejemos ya de quejarnos de las limitaciones de nuestros hijos para enfocarnos en sus capacidades, ya que por más que el mundo hoy parezca girar más rápidamente que antes, no deja de rodar igual que siempre.

 Quien no entienda esto y pretenda que la juventud de hoy es menos que la de ayer, que salga a conseguir su comida con piedras y palos si es muy hombre y que coseché el trigo para producir la harina si es mujer.

 cesarelizondov@gmail.com  

Me Niego a ser Pesimista

Publicado el 03 de Agosto de 2013 en el Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


   
Primero se vaciaron las botellas de buen vino. Luego las lociones se terminaron, y finalmente aquellos zapatos que me quedaban grandes se fueron desgastando hasta que los deseché. Jamás supe dónde quedaron los discos de vinilo y acetato; y, por no ser mi padre cinéfilo, nunca hubo películas que heredar.

   Otras formas de herencia poco tienen que ver con identificarse entre personas y son más bien bienes prácticos. Y así es que a varios años de la muerte de mi padre, las únicas cosas tangibles que conservo para acercarme a él son los libros de su biblioteca. De cuando en cuando, al regresar a lecturas pasadas de moda pero con temáticas vigentes (vaya paradoja, lo vigente no pasa de moda) como el célebre libro del Doctor Viktor Frankl, me encuentro con pasajes subrayados que me indican pensamientos, conceptos, ideas o creencias que me revelan más de la persona ausente que los mismos testimonios de quienes lo conocieron.

    E irremediablemente paso a la reflexión de los tiempos modernos. Vivimos una época en la que las pequeñísimas y desapercibidas costumbres de consumo que vamos adquiriendo devalúan esa valiosa herencia que antes recibíamos: Objetos depreciados económicamente pero que nos develaban mucho de los individuos a quienes habían pertenecido.

    Empezando con los libros, pasando por las películas, para llegar finalmente a los discos, era una buena forma de intentar trasmitir algo a través de cosas físicas dejadas en un estante para ser tomadas por las próximas generaciones cuando fuese el tiempo correcto. Ya hablemos de Cien Años de Soledad, de El Ciudadano Kane o Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, son obras para digerirse en un momento dado de la vida, no necesariamente cuando lo impongan los planes de estudio.

    Y he aquí que los hijos de mi generación recibirán por herencia un nombre de usuario y una contraseña. Y bueno, no es que esto sea malo, es solo que refleja perfectamente la despersonalizada manera de vivir que demandan los hábitos de consumo actuales. Amazon, Apple Store, Netflix y un sin número de empresas acercan a un click de distancia lo mejor de la literatura, la música y el séptimo arte, pero también parecería que alejan a años de luz de nosotros el poder transferir a las próximas generaciones la esencia de nuestros pensamientos, gustos, filosofías, creencias, miedos y demás características y rasgos de personalidad que a menudo ni siquiera quienes conviven con nosotros conocen.

   Y aunque quienes venden archivos digitales llevan puntual registro de nuestros consumos y tienen intrincados algoritmos para conocernos mejor, evidentemente sus fines van por el lado comercial más que fraternal.  Pero… Me niego a ser pesimista.


    Quiero creer más bien que la herencia en forma de archivos digitales donde también se incluyen las fotografías, serán mejores referentes de lo que fuimos en nuestro paso por el mundo que las cosas del pasado; y es que, al no existir un objeto de adoración o nostalgia como lo son el libro o el disco en su entidad, nuestros deudos habrán de encontrar en el contenido de los mismos esas particularidades de nuestra personalidad que no siempre pudieron conocer. Si creemos verdad que somos lo que comemos, habremos de admitir que nos nutrimos de lo que leemos, de lo que escuchamos y de lo que vemos.     
cesarelizondov@gmail.com 

Los Harbaugh y los Manning; ¿Genética ó ética?


Publicado el 26 de Enero en el Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

     Por mucho, las estadísticas dicen ser más factible que una persona gane el premio mayor de la lotería a que sea mariscal de campo en un Súper Bowl. Más difícil aún, que dos hermanos ganen ese juego en años consecutivos y sean además declarados como jugadores más valiosos del partido. Y como final planteamiento de que la realidad supera a la ficción, aún más improbable es presenciar lo que sucederá el primer domingo de febrero en el campeonato del fútbol americano profesional: Un orgulloso padre vera como sus dos hijos dirigen como entrenadores principales a los equipos que disputan el trofeo.

      Entre más de 300 millones de norteamericanos, ó entre 7 mil millones de seres humanos sobre la tierra, ¿Usted piensa que no hay gente con más aptitudes naturales para entrenar a un grupo de atletas que los hermanos Harbaugh? ¿Será posible que los hermanos Manning sean una especie de superdotados para practicar el deporte de la tacleadas? Luego de un interesante intercambio de ideas con decenas de amigos conocedores de este deporte así como hombres de éxito, me inclino a pensar que para ambas cuestiones la respuesta es la misma: Deben existir montones de personas por ahí dispersas que tienen mejores genes que ellos para realizar esos trabajos, pero la diferencia estaría entonces en que unos supieron como hacer las cosas mientras que otros no.

     Desde identificar si una habilidad es compatible con las pasiones de un niño, pasando por la elección de organizaciones en dónde un joven pueda desarrollar mejor sus capacidades, metiendo en la ecuación las variables académicas para cubrir imponderables y futuro (existe un tercer Manning que abandonó el deporte por lesiones), para luego llegar al profesionalismo buscando ahora sí los resultados que van más allá de la recompensa económica. Y en medio de todo eso, la formación de una estricta ética de trabajo personal en dónde los mentores son reemplazados conforme el alumno va ascendiendo a mejores estándares, razón por la que desde muy temprano habrían de contar con una férrea disciplina que más tarde nadie podría inculcar, pero sí muchos agradecer.

      Pero tampoco se pueden soslayar algunas realidades. Por más empeño que le pongamos al prodigio que nosotros vemos en casa, la posibilidad de que se convierta en el próximo "Chicharito" son menos que mínimas, reconociendo que al igual que nosotros, innumerables familias ó maestros estarán haciendo sus mejores esfuerzos para que las destrezas de sus pupilos les ayuden a encontrar un modo de vida; pero precisamente ahí está el quid: Alrededor del Chicharito, hay toda una industria apasionada por el soccer en dónde millones de personas se ganan la vida como administradores, contadores, abogados, médicos, periodistas, agentes, utileros, comentaristas, boleteros y hasta vendedores de cerveza que semana tras semana disfrutan de su deporte favorito al tiempo que se ganan la vida. 
    
Lo mismo vemos en la industria del cine donde por cada Oscar a mejor actor se da otro para mejor fotografía, por cada premio para actriz hay uno para maquillaje… Igual, cada grupo de rock se acompaña de un séquito de profesionales anónimos que nadie conoce pero sin los cuales ninguna nota musical saldría por bocina alguna. Y podríamos seguir con cada tipo de trabajo observando la misma constante: No solo las luminarias se apasionan por su trabajo y no es exclusivo de los famosos dedicarse a lo que aman.

    Por todo lo anterior, la próxima vez que nuestros hijos lleguen hasta el sillón para decirnos que quieren ser el próximo Manning y participar en un Súper Bowl, evitemos romper el sueño recitando las dificultades que tienen para ser deportistas elite debido a la genética, pensemos mejor que sin abandonar sus pasiones, existen muchas posibilidades más para consagrarse a lo que les gusta, y ayudémosles a fincar un carácter de conocimiento, de disciplina y ética, para que se den una oportunidad de participar en cualquier evento del calibre de un Súper Bowl, como los hermanos Harbaugh.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

El verdadero legado de Lance


Publicado el 19 de Enero de 2013 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


Lance Armstrong
     Virulenta en redes sociales fue la reacción a la entrevista concedida (¿ó vendida?) por Lance Armstrong a Oprah Winfrey. En horario triple A, Discovery Channel entregó el pasado jueves la primera parte de la plática en la que el ciclista admite haberse dopado para mejorar su rendimiento. Siete títulos del Tour de Francia son los laureles más reconocidos que le han sido arrebatados en los últimos meses. Para ponerlo en contexto, los triunfos de Lance son equivalentes en su especialidad a Wimbledon para Roger Federer, El Masters para Tiger Woods, el Campeonato Mundial de Pilotos de Fórmula 1 para Michael Schumacher y el Súper Bowl ó la Serie Mundial para deportes de conjunto.
    Seguidores y detractores aparecen por doquier. Los argumentos de los primeros son básicamente dos: Luego de vencer al cáncer hizo una impresionante fundación altruista y por el lado deportivo la justificación es que sus contrincantes también ingerían sustancias prohibidas. Quienes lo censuran parecen hacerlo desde el pedestal de esa moralina que es fácil mantener cuando se carece de tentaciones: Es sencillo ser honesto ante la caja cerrada, la fidelidad es más factible cuando no hay con quien pecar y ser un deportista íntegro para el amateur es una finalidad, pero habremos de conceder que para el profesional el propósito es otro.
      Lo que desde mi entender estamos atestiguando con el caso Armstrong, es la gota que derrama un vaso que a través de los años ha sido llenado por asuntos como el de Maradona en el mundial de 1994, por la devolución del puntaje ganado en Roland Garros del 2005 por el tenista Mariano Puerta igual que Martina Hingins tras Wimbledon 2007 luego de salir positivos, por un salón de la fama de las grandes ligas que ante la sospecha de dopaje decide ignorar los números de Barry Bonds, Roger Clemens y Sammy Sosa dejándolos fuera de la inmortalidad. Y la lista es larga en cientos de casos donde la presión por los resultados llevó a los deportistas a caer en, no necesariamente conductas inmorales, sino simplemente fuera de las reglas.
     Y en esa gota que derrama el vaso esta el legado de Lance. Y es que el vaso deportivo fue rebasado por un torrente de líquido llamado negocio. Si nos permitimos un poco de imaginación para comparar disciplinas, podremos aceptar que las artes nunca han sido regidas por aspectos que tengan que ver con la salud; de hecho, es creencia popular que las grandes obras clásicas así como las comerciales han sido concebidas bajo los influjos de alucinógenos, desde la pinturas rupestres de Lascaux hasta los bocetos de Dalí, incluyendo claro está, a virtuosos como Mozart ó contemporáneos compositores como Freddy Mercury.
    Por supuesto que por su misma naturaleza, una disciplina como el deporte deberá observar al menos en la etapa formativa y de aficionados el cuidado del cuerpo humano, con lo que finalmente llegamos al triste legado de Lance: En poco tiempo veremos como el deporte profesional, ante la avasallante realidad de su lado comercial, tendrá que definir estrategias para desligarse de las prácticas amateurs y formativas en el sentido del dopaje, eliminando en el profesionalismo las pruebas clínicas para que cada deportista compita bajo su propio riesgo. Porque de lo contrario, ¿Quién querrá ver una etapa del tour de Francia pensando que más tarde le quitarán el título al ganador? ¿Quién comprara un boleto para un partido de beisbol sabiendo que el cuadrangular que vea podrá ser cuestionado más adelante? ¿Quién utilizará los artículos cuya marca fue patrocinadora de su ídolo caído? ¿Quién pagará sus lujos?
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx    

Los Mayas tenían razón

Publicado el 22 de Diciembre de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

          Anotando compromisos en la agenda que me regalaron hace doce meses me di cuenta que no tenía hojas para Enero. Entonces, bajo el razonamiento de quienes dicen que el calendario Maya marca que sería el día 21, diríamos que la Compañía de Arte Gráfica Gapri SA de CV, editora de mi almanaque, tendría el 31 de Diciembre como fecha fatal. ¿Tiene lógica no?

Calendario Maya
   Pero si estás leyendo esto seguramente es porque las supuestas profecías Mayas sobre el fin de los tiempos no se hicieron realidad el día de ayer…. Al menos no en ti. Pero, basta con hojear las páginas de obituarios y esquelas de cualquier periódico del mundo para darnos cuenta como fue que el solsticio de invierno si coincidió con el final para muchas personas.

    Igualmente, en el lejano once de Septiembre de 2001, miles de neoyorkinos vivieron la versión Nostradamusina del fin de los tiempos de una forma que ni las más fantasiosas producciones hollywoodescas habrían podido imaginar. ¿Y que podríamos decir de Diciembre de 2004? Los aterrados turistas vivieron en carne propia la adaptación por parte de la madre naturaleza del cataclismo previsto por Juan en su libro de las revelaciones, el tsunami en las costas de Sumatra fue de una crudeza tal que los inspirados escritos bíblicos quedaron como guiones de Disney ante la increíble demostración destructora de la fuerza de la naturaleza.  

     Luis Donaldo nunca lo vio venir pero su apocalipsis lo alcanzó en Lomas Taurinas, Cristo supo que su tragedia estaba cerca cuando el beso de Judas y a Jenny Rivera ya sabemos lo que le pasó. Los dinosaurios vieron caer un meteorito de dimensiones gigantescas por Yucatán como aviso de su extinción y los nativos norteamericanos tuvieron en la colonización inglesa el principio del fin. A mi padre le llegó en forma de cáncer veinte años antes de lo que era su esperanza de vida, unos presienten que se acerca el final cuando ingresan al crimen organizado ó a las fuerzas armadas, otros lo saben cuando ven a los secuestradores rodeándolos y unos cuantos afortunados llegan al final en una apacible serenidad sentados en la mecedora como le pasó al tío Joaquín.

    Pero a todos nos llega ese temido final. Y si de algo sirve interpretar las profecías, no será para tener la certeza de una fecha, sino para darnos la seguridad de que nadie es inmortal. Faltan miles de millones años para que el sol deje de brillar y entonces sí, a este planeta llamado tierra se lo habrá cargado el que hace reír, pero podemos apostar a que para cuando eso suceda, la humanidad habrá alcanzado avances tecnológicos que le darán nuevas formas de sobrevivir como especie.

    Dudo que los Mayas hayan pretendido dejar un mensaje con su calendario, pero si quisieran transmitir una enseñanza, sería algo que nada tiene que ver con la muerte, sino más bien con vida. Y es que los calendarios fueron ajustados en base a observación astronómica por distintas civilizaciones a lo largo de la historia no para medir el tiempo en función de años vividos y mucho menos como sentencia de muerte, sino como indicadores para sembrar, fertilizar, cuidar y cosechar semillas ó alimentos. Todos los calendarios de la antigüedad tienen como finalidad sacarle el mejor provecho a la tierra, nunca fueron el tirano e implacable reloj en lo que ahora se ha convertido nuestra forma de vida.

    Dejemos entonces de pensar como modernos citadinos del siglo XXI que hurgan obsesionados en el pasado para descubrir como van a morir; pensemos mejor como los Mayas de hace siglos, esos que miraban al cielo para saber que en el futuro estaba lleno de oportunidades que les garantizaban una vida mejor. 
  cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx

El Buen Fin, ¿Trascenderá sexenios?


Publicado el 24 de Noviembre de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

      Hace un año escribía en estas mismas páginas las virtudes que la iniciativa del Buen Fin había encontrado en un manejo macroeconómico responsable de nuestras autoridades. Hablaba de un seguimiento transexenal en las políticas económicas que habían sido establecidas a finales de los años ochenta y que más allá de ideologías partidistas, fueron acatadas por los órganos reguladores de la actividad comercial y financiera.
      Y en esta segunda edición del Buen Fin, nuevamente el país entero fue testigo de la magnitud que nuestro mercado interno tiene como engranaje en el motor de la economía nacional. Entre otras cosas, los más importantes ecos que se escuchan desde el pasado fin de semana son los siguientes: Incremento en operaciones por arriba del cuarenta por ciento con respecto al año anterior, adhesión de oferentes por comercio electrónico y aceptación de los mismos por el consumidor, mejores cadenas de suministro donde con expectativas basadas en la experiencia pasada, más proveedores de materia prima, mano de obra y de servicios logísticos y financieros, optaron por mejorar sus condiciones al comercio para que este a su vez agregara su descuento para transmitir todo el beneficio al precio final.
     Por supuesto que no faltan los catastrofistas, aquellos que ven en el consumo una forma de esclavitud emocional y/ó económica. Claro que existen extremos, igual que en cualquier gusto que se va aproximando a un vicio en cualquiera de sus presentaciones: Alcohol, drogas, juego, redes sociales, y un sinfín de modalidades a las que nos entregamos los seres humanos por razones más psicológicas que metabólicas. Pero analizando bien los contras, nos encontramos que el mismo cronista que desde su cabina insta a la gente a no endeudarse por una pantalla de 32 pulgadas, tiene la facilidad de comprar un aparato más sofisticado que ese, en un solo pago, sin descuento y en los almacenes más caros del mundo. El líder político que sale de su tumba para despotricar contra el consumo, resulta ser el padre de aquel joven cuya fotografía apareció en diversos medios con un par de zapatos que costaron varios miles…. de dólares. También esta el pastor que le dicta a su rebaño las bondades prometidas de llevar una vida sobria de lo mundano, pero que no alcanza a ver la delgada línea que separa una arenga a no dejarse llevar de la que urge a sus fieles a contribuir con el diezmo para la misión de su religión.
      Por otro lado, los datos que dan a conocer las instituciones que miden y califican la actividad crediticia en México, indican que los cientos de miles de mexicanos que cada año ingresan a la actividad económicamente activa, están cambiando su cultura de consumo con respecto a las generaciones ascendentes en la forma de un cuidado en su historial crediticio. Se endeudan más, pero se responsabilizan de no exceder su capacidad de pago. Así, sin darnos cuenta, el Buen Fin esta siendo el vehículo que nos lleva a esa especie de paraíso de que tanto hablaban en el pasado esos mismos comunicadores, políticos y hasta líderes religiosos cuando comparaban las parcas oportunidades del consumidor mexicano con respecto a los del primer mundo: Condiciones económicas estables y tasas financieras bajas que permitan al ciudadano promedio alcanzar satisfactores materiales como casa, auto, vestido y esa nueva necesidad llamada electrónica, todo desde el concepto de tener los medios para pagarlo en el mediano ó largo plazo.
    Pienso que el Buen Fin trascenderá sexenios por dos poderosas razones: Primero, su creador e impulsor, Jorge Dávila Flores, apenas comienza su gestión formal al frente de Concanaco y la inicia con importantes activos como son la credibilidad, legitimidad, experiencia, compromiso e  inteligencia para continuar teniendo un peso especifico en el panorama nacional. La segunda razón es más sencilla, y es que el Buen Fin esta dando resultados no solo como una iniciativa que estimula al consumo, sino como la manera de hacernos llegar a la mayoría de los mexicanos los bienes que de otra forma jamás podríamos conseguir.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
    
   

Mi Lucha, por Eliseo y otros


Publicado el 08 de Septiembre de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


       Tratar de entender el origen de las atrocidades Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, ha llevado a más de una persona a tirarse un clavado al libro insignia del fascismo, Mi Lucha, escrito por Adolfo Hitler. Ahí y en otros documentos del fürher se expresan las más lindas teorías de gobierno para liderar al bloque occidental: Una sociedad íntegra en dónde la excelencia en las artes, el deporte, la investigación científica, la industrialización y las buenas costumbres fueran el sello de una Alemania presta para dirigir el mundo. Como muchas cosas en esta vida, en el papel todo era un tratado de buenos deseos, pero no especificaban como llegarían a a lograr el virtuosismo del individuo a través de las instituciones. Hoy todos sabemos que la receta era erradicar ó someter a quienes no compartieran sus creencias para alcanzar la utopía del desarrollo perfecto y ordenado, así como instituir un perfil específico de persona a fin de establecer la grandeza de la raza humana.
     Y en la semana que termina, no pude menos que recordar los preceptos nazis cuando escuchaba en entrevistas radiofónicas a altos funcionarios estatales de distintos poderes. El jueves, el presidente de la junta de gobierno del Congreso Local decía un montón de cosas relacionadas con la Ley de Alcoholes. Entre muchos otros temores, sus palabras me hicieron pensar que si hoy se pretende sobre-reglamentar a los giros nocturnos con medidas que se tutean con el toque de queda bajo el argumento de que por ahí la delincuencia organizada empieza con sus negocios, entonces los lotes de autos usados tendrán que poner sus barbas a remojar, igual que las casas de empeño, las constructoras y ni que decir de los gasolineros. Pedir que los trabajadores de los bares presenten una carta de no antecedentes penales equivale a decir que los programas de readaptación social no sirven para nada; filtrar por los ayuntamientos tareas de comprobación de obligaciones fiscales de los empresarios es como decirle a Hacienda que no esta haciendo su trabajo. Estás cosas, para ponerlas en palabras del fascista por excelencia de nuestro país, son mandar al diablo a las instituciones.
    Luego el viernes, en el mismo horario y programa que ya muchos bautizan como el de la vocería oficial, el vocero (este si oficial) para temas de seguridad del estado de Coahuila, dejo entrever la intención de que alguien legisle para normar el contenido de las redes sociales en la entidad. Con explicaciones que vuelven a mostrar un Estado paternalista por decir lo más suave, otra vez nos encontramos con la fácil salida de que sean cargadas a la sociedad civil las fallas en la prevención del crimen, dejando en claro que crimen es lo que se describe en las redes sociales, no el hecho de darlo a conocer. Pero postearlo podría convertirse en delito según entendí entre líneas.
     Para no caer en totalitarismos, nuestras autoridades habrían que entender que para que un ex convicto no peque, la readaptación social es la que debe funcionar, no la sobre-legislación; que para que el dinero sucio no ingrese a los negocios limpios, es la fiscalización y la procuración de justicia, no la sobre-reglamentación ni la cacería de brujas; que para que no exista el pánico infundado por rumores de redes sociales, es la prevención del delito, la presencia policial y la información detallada y oportuna, no la mordaza. Tendrían que entender que, para que exista una sociedad virtuosa, lo que se requiere no son los decretos, las leyes y menos la represión, lo que se necesita son las libertades.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
    


Los fósiles de la vergüenza


Publicado el 01 de Septiembre de 2012 en el Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

Hombre Cromagnon
     Se dice en paleontología que sacar conclusiones de un fósil es como tratar de imaginar un rompecabezas armado cuando se tiene una sola pieza. De cualquier forma, la ciencia ha podido deducir importantes hechos a partir del modesto registro fósil que se tiene del ser humano: Parece ser que el homo sapiens fue quien propicio la desaparición de su primo el Neanderthal así como del mamut, sin duda existió el canibalismo como práctica común entre nuestros antepasados, la caza significó un adelanto más progresista que la rueda, el fuego ó el internet y dos veces fue que nuestro género salió de África para conquistar el mundo, extinguiendose luego una decena de especies homo para quedar en la actualidad solo nosotros como respresentantes de esa familia.
    Y es la evolución del hombre de nuestro tiempo lo que será más duramente cuestionado por las generaciones de un futuro todavía muy lejano, dónde a pesar de existir un acervo escrito, digital y virtual de lo que hoy vivimos, nadie entenderá que fue lo que paso a principios del siglo XXI; los historiadores no podrán responder a las preguntas que los paleontólogos plantearán cuando descubran algunos yacimientos de  fósiles.
     El proceso de fosilización para el caso de lo vertebrados se da bajo circunstancias muy especiales: Una vez muerto el ser, rápidamente debe ser cubierto por barro a fin de preservar el cuerpo de los depredadores, a lo largo de miles de años los huesos sirven de molde para la mineralización, de modo que al final lo que tenemos es una roca con la forma de lo que antes fue un hueso. Por eso es que, por ser el humano una especie relativamente nueva sobre la faz de la tierra, es complicado encontrar cadáveres que hayan sido enterrados por deslaves ó avalanchas y que estén en sitios accesibles, muy diferente por ejemplo a los dinosaurios que dominaron el mundo por más de 50 veces el tiempo que lleva el hombre en su línea evolutiva independiente de otros primates. De cualquier forma, hoy en día se sabe de individuos que en sus osamentas quedaron las secuelas de enfermedades, accidentes fortuitos ó provocados, mordeduras de animales, la dieta alimenticia que seguían, su forma de caminar y hasta hemorragias mortales causadas por la embestida de un alce. Todo trauma recibido por el cuerpo queda grabado en el esqueleto fosilizado.
    Imaginemos entonces la desagradable sorpresa que se llevará un paleontólogo del futuro cuando descubra un cementerio clandestino de personas ejecutadas. Los fósiles aparecerán por miles al ser estos desaparecidos enterrados en parajes inaccesibles, en recónditos ranchos, en brechas poco transitadas, hasta en los patios de algunas casas.
     De la barbarie de los nazis no quedarán huellas físicas dentro de mil años ya que ellos exterminaron toda evidencia material al utilizar la quema como recurso para borrar pruebas. Del circo romano ha quedado el Coliseo como un monumental pero mudo testigo.  A diferencia de eso, el salvajismo que hoy azota a nuestro país esta siendo sepultado con todos los ingredientes para convertirse en libro abierto cuando el tiempo haga su trabajo. Y entonces palabras como México, Catolicismo, Nazismo, Disneylandia ó Ipad habrán dejado de ser utilizadas en el mundo y serán solo referencias del pasado, pero los fósiles de la tortura, de la desaparición forzada, de la deshumanización y del tiro de gracia darán cuenta de una etapa y un sitio en la historia del hombre en dónde el homo sapiens dejó las más grandes evidencias de que la definición de evolución quiere decir solo cambio, y no necesariamente progreso.
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx   

De Mateo 25 a Londres 2012


Publicado el 18 de Agosto de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo


     La primera vez que escuche “We are the champions” en un estadio fue en el Rose Bowl de Pasadena luego de imponerse los vaqueros de Dallas a los Bills de Buffalo. En esa ocasión me pareció falto de originalidad el que un evento netamente norteamericano cerrase con la composición del británico Freddie Mercury del grupo Queen. Tuve la suerte de oírlo dos años consecutivos en el Parque Francisco I. Madero de Saltillo cuando nuestros Saraperos fueron campeones en temporadas sucesivas, y la última vez que estuve presente durante su reproducción fue el mes de Mayo pasado en territorio Santos Modelo de la comarca lagunera, era la final del torneo de clausura.
    No tengo idea de cual habrá sido la intención de Mercury al componer esa pieza, pero la realidad es que a más de tres décadas de su primera interpretación, el himno de los campeones se ha convertido en un símbolo mundial de las justas competitivas, garantizándole a su autor un tipo de inmortalidad en la memoria colectiva que jamás podría ser alcanzada en otro plano por la realidad física de su prematura muerte.
    Y viendo la cobertura televisiva de la clausura de los juegos olímpicos de Londres 2012, volví a disfrutar parte de la obra del compositor inglés con la entrada de su Bohemian Rhapsody como aperitivo para la presentación remasterizada de otro clásico de la cultura occidental contemporánea: Imagine, de John Lennon.
      Al pensar en el legado artístico de Lennon y Mercury, mi mente divagó a las ocasiones en que las creaciones de José Alfredo Jiménez hacen las veces de Celestina durante las serenatas para acercarnos al corazón de la mujer amada; de la forma en que desde abuelos hasta bisnietos han bailado en todo tipo de eventos el Rock de la Cárcel popularizado por Elvis Presley; a cuando vi llorar a un italiano lejos de su tierra escuchando el Ve Pensamiento (Va Pensiero) de Verdi; ó a cuando observo a los jóvenes absortos en los libros prohibidos de los Juegos del Hambre de Suzanne Collins y años atrás leyendo el polémico Código Da Vinci de Dan Brown. Por supuesto, igual que cuando toda una nación observa como es elevada su bandera y entonado su himno nacional durante unos juegos olímpicos.
      Unos trascenderán a través de los siglos y otros serán referentes de una sola generación, pocos tendrán influencia al mundo entero y quizás muchos tengan un alcance modesto, pero las personas que utilizan sus habilidades para el gozo de la humanidad, por más frívolo, pagano ó superficial que esto pueda ser, son también aquellos a quienes se refería Mateo en la parábola de los talentos, dónde queda claro como es que cada uno de nosotros debe utilizar sus destrezas para multiplicarlas en lugar de esconderlas cobardemente para no perderlas. Por eso es que cuando pienso en compositores como Amy Winehouse, pintores como Vincet Van Gogh, toreros como el Paquirri ó activistas sociales como Martin Luther King, no pienso en vidas truncadas prematuramente por la estupidez humana, veo más bien a personas cuya genialidad en sus talentos fue mayor a lo que la naturaleza del hombre puede sobrellevar, y que eso no fue impedimento para compartirlos con el mundo.
    Todos tenemos talentos. Unos naturales, otros adquiridos; unos por méritos propios, otros gracias a terceros y algunos más hasta por casualidades en el tiempo ó el espacio; unos materiales, otros intelectuales y algunos físicos; hay dones artísticos y los hay prácticos; algunos resultan obvios, otros estarán dormidos. El ejemplo que más me gusta de cómo es que se da la verdadera trascendencia con las capacidades que tenemos tiene que ver una vez más con la historia de la religión: A principios del siglo XVI, el máximo jerarca católico quiso dejar un legado para que su papado fuese recordado por siempre, así que mando llamar al mejor artista que conocía para encargarle un trabajo en los techos de la capilla adjunta a la basílica de San Pedro; hoy todos sabemos que los frescos de la Creación de Adán en la bóveda de la capilla Sixtina fueron trazados por Miguel Ángel, cuya aportación al arte es incuestionable, pero hoy resulta irrelevante quien fue el Papa que ordenó aquel trabajo. Espero por lo menos que los talentos de Julio II hayan incluido el saber rezar por la paz mundial. 
        cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx
    

Mi experiencia VIP, ó las vacaciones del terror


Publicado el 11 de Agosto de 2012 en El Diario de Coahuila y El Heraldo de Saltillo

      Muy en boga esta hoy en día el término discriminación positiva. A grandes rasgos, trata de hacer una distinción preferente hacía una minoría, grupo ó persona focalizada. En mercadotecnia, este tipo de discriminación ha encontrado una interesante veta donde se hace posible la magia de cobrar un sobreprecio para ofrecer a cambio un servicio diferenciado, lo cual inyecta márgenes de utilidad adicionales a las empresas que ofrecen este tipo de segmentación entre su clientela, es el mercado VIP (Very Important People por sus siglas en inglés).
   Mención aparte y sin venir al caso, pero es realmente curioso como los consumidores caemos en la paradoja de un día ser seducidos por el concepto VIP pagando de más con la ilusión de sentirnos importantes, y al siguiente somos víctimas del también exitosísimo caso de las rebajas increíbles en las tiendas de última llamada, Outlets, black Friday ó nuestro recién inventado Buen Fin, en estos casos con la ilusión de eficentar el gasto pagando de menos aunque nos sintamos del montón.
     Pues ahí tienen que en alguna ocasión tuve la genial idea de viajar por avión en una compañía de las llamadas de bajo costo. Primero escuché por un lado de mi hombro derecho una vocecilla inocente que me decía lo importante de no derrochar el dinero si este tipo de líneas aéreas tenían unas tarifas realmente atractivas, así que compré los boletos para las ansiadas vacaciones familiares. Luego, una vez en el aeropuerto y amonestado por mi señora al no haber previsto que viajando con cuatro niños y sin tener lugares asignados aquello se podría convertir en una pesadilla, otra vocecilla, esta vez con un tono petulante, me dijo que mi familia bien merecía un trato VIP, y que unos cuantos pesos no serían  el obstáculo para la felicidad. Me dirigí al mostrador dónde una agradable chica, con una bella sonrisa y cuyo gafete decía Maritzia, me hizo favor de venderme el Up Grade de pasajeros normales a viajeros VIP, eso nos daría la oportunidad de abordar antes que los demás el avión para asegurar los mejores lugares y poder sentarnos juntos.
      De ahí, a documentar las maletas. Me encuentro nuevamente con Maritzia, esta vez su trato no me parece tan encantador y en medio de una inexpresiva sonrisa me dice que tendré que pagar una cuota extra por exceso de equipaje. Volteó a contar a los miembros de mi familia y hago lo mismo con las valijas, una y otra vez…. Maritzia debía estar en un error, éramos seis personas y llevábamos seis bultos, y así se lo hice saber. Pero la tipa me dijo que seguramente no había leído el contrato que estipulaba el costo adicional por maleta que no pudiera considerarse como equipaje de mano. A pagar un poco más.
       Tres horas más tarde y después de dos avisos de demora, vimos a los lejos que nuestra nave por fin estaba en la pista. Repentinamente todos los pasajeros se empezaron a apretujar en las puertas de salida de la sala, era obvia la importancia de tener un buen lugar en la fila para subir primero a la aeronave al no haber asientos asignados, pero eso era algo que no debía preocupar a quienes teníamos boletos VIP. Pero…
     Preocupados al ver que no existía una hilera designada para los tenedores de los pasajes especiales, nos fuimos aproximando a las puertas, agitaba mis boletos por lo alto y gritaba que yo había pagado por lugares VIP y que debía estar al principio de la fila. Batalle mucho, hube que empujar a mucha gente y no menos de tres señoras me recordaron a mi madre, y no me refiero a que al verlas yo hubiese recordado a quien me dio la vida. Finalmente llegué al frente de las filas donde una exasperada Maritzia, con una forzada sonrisa me indicó que aún no era mi turno.  Era una inepta, claro que mi lugar debía ser adelante.
        Minutos más tarde, anunciaron los altavoces que era tiempo de empezar el proceso de abordar. Y, asemejando al banderazo de la mejor carrera de caballos del Derby de Kentucky, al abrirse las puertas salimos todos disparados para asegurar ser los primeros en entrar. Era de esperarse. Como aerolínea de bajo costo, la pequeña aeronave que nos transportaría no tenía el tamaño para alcanzar las terminales convencionales, así que debíamos primero abordar una terminal móvil tipo camión que nos llevaría hasta dónde estaba el avión….. De modo que fuimos los primeros en subir a las sala móvil, y, para nuestra desgracia, fuimos empujados al fondo de la misma por la masa de gente que subía detrás de nosotros. Así que, tristemente fuimos los últimos en bajar del camión, por lo tanto últimos en abordar el avión.
    Subí los escalones hecho una furia con mis billetes VIP en la mano, una vez arriba, la tal Maritzia con su descarada sonrisa me decía que no podía ella hacer nada y que si quería podría quejarme en la página web de la compañía.  Viajamos separados los seis, y cuando a treinta mil pies de altura, Maritzia, con su hipócrita sonrisa me ofreció algo de tomar (vendido, por supuesto), lo rechacé porque mi sexto sentido me decía que podría venir acompañado de algún extraño fluido salido de su boca.
     Llegamos a nuestro destino, y como cereza en el pastel nos encontramos con que una de nuestras maletas había sido documentada en otro vuelo. Y claro, la persona que nos atendió para tomar nuestros datos y enviar después la maleta perdida no podía ser otra que la horrible Maritzia, con su estúpida sonrisa. 
cesarelizondovaldez@prodigy.net.mx