El fenómeno oculto del Buen Fin

Publicado el 02 de Noviembre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia

       Si, ya sé que algunos de mis colegas comerciantes pensarán que estoy en contra de todo y a favor de nada. Pero sabemos que expresar opiniones propias en ocasiones te acerca un poco a la verdad aunque también a veces te aleja un mucho de tus semejantes. La realidad es que, aun considerándome una persona cuyo optimismo raya en la ingenuidad, veo las cosas desde una óptica diferente a las cuentas alegres o triunfalistas, a estimaciones maquilladas y tendenciosas.

    Siendo objetivo, he de decir que en el pasado publiqué diversos artículos aplaudiendo la ingeniosa iniciativa que las cámaras de comercio propusieron y llevaron a cabo: El Buen Fin. Decía en esas columnas que los líderes empresariales interpretaron muy bien que las políticas económicas dictadas hace más de un cuarto de siglo por el Fondo Monetario Internacional y cumplidas responsablemente por gobiernos de distintos partidos en el poder, finalmente habían traído condiciones financieras que acercaban al consumidor mexicano oportunidades que antes solo estaban al alcance de los habitantes de países desarrollados; esto es, tasas bajas en los instrumentos bancarios (tarjetas de crédito entre otros) para incentivar el consumo doméstico; observaron que esa ventana en la microeconomía era consecuencia de una escueta estabilidad en lo macroeconómico que permitía al empresario hacer planeaciones con una expectativa de éxito realista. Hasta ahí todo sigue siendo más o menos similar.

     Pero hoy me encuentro por tercer año consecutivo viendo que a quienes yo llamo el empresariado puro (los que no venden institucionalmente al gobierno desde posiciones ventajosas) cierran un mes de octubre atípico en cuanto a actividad comercial. Años atrás, luego de la natural caída de ventas en el verano producto del final de ciclos escolares, seguido por las vacaciones y rematando con el regreso a clases, iniciaba un repunte con las fiestas de independencia en septiembre para continuar su ascenso hasta llegar a su máximo grado en temporada navideña. Entonces, ¿Por qué ahora octubre es uno de los meses más flojos para el comercio cuando antes era un período superior al  promedio?

      Es que tenemos en economía algo que hace añicos la estabilidad y lo hemos sufrido en nuestro país en todo tiempo y espacio, ese algo, -ensanchando la ortodoxia académica-, diría que es un único concepto económico que tiene su causa en el futuro: La especulación. Y si la especulación de los grandes capitales solo sirve para postergar y encarecer el desarrollo, la especulación de los consumidores en lo individual simplemente frena de golpe toda la actividad económica; y si, como usted ya lo dedujo, el consumidor ha interrumpido sus compras esperando la llegada del Buen Fin. Pero sería torpe e injusto señalar al consumidor por cuidar de su dinero y por esperar las mejores oportunidades para gastarlo. Y ese es el fenómeno que viene atormentando las cuentas de los comerciantes que, a cambio de unos extraordinarios días de noviembre, ven pasar prácticamente en blanco un mes completo al que de bonito solo le quedaron sus lunas.

      Sumemos a eso condiciones locales de importantes obras de infraestructura y esto es el acabose comercial: Cerrada la calle de Aldama en el primer cuadro de la ciudad durante los trabajos de embellecimiento, inicio de un puente vehicular en Valdés Sánchez (Plaza Sendero) cuando aún no se termina el de Abasolo y LEA (Plaza Real). Imagine usted los malabares que están haciendo no pocos negocios que tienen sucursales por esos tres rumbos; y encima, está corriendo la licitación para arreglar la calle de Allende con sus obvias afectaciones para el comercio. Pero también sería necio señalar esto porque todos estamos de acuerdo en que la obra pública siempre será prioritaria sobre los intereses (en estos casos a corto plazo) de un gremio, es solo que no deja de ser algo que afecta.

     Agreguemos a esto la contracción, burocratización o franca estatización (de permanecer estático) de institutos federales como el Fonacot por citar solo un ejemplo, que de rebote eran motores de desarrollo económico regional y que hoy parecen empeñados en obstruir formas de reinsertar recursos a la economía, siendo que en el pasado fueron importantes agentes revolventes del dinero que por ley pertenece a los mexicanos en forma de prestaciones laborales para los trabajadores, y que de paso eran incentivos para la productividad de la iniciativa privada.

    Y entonces, ¿Que queda? Nos queda el programa del Buen Fin que en principio funciona muy bien para el consumidor, pero que se ha vuelto un arma de doble filo para el comercio ya que concentra toda la demanda de dos meses en un fin de semana largo. Fin de semana en el que las horas del día y la logística no alcanzan para satisfacer las necesidades de los clientes y porque, al final de cuentas, la suma del trimestre Octubre-Diciembre en términos comerciales, termina por ser menor a lo que fue en el pasado.     

¿Halloween o día de Muertos?

    Publicado el 26 de Octubre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia

         En la picaresca, socarrona y pintoresca forma del ser mexicano, hoy escuchamos decir que el esperado puente del primer lunes de Febrero se diseñó para disfrutar del Súper Bowl sin preocuparse por ir a la escuela o trabajar al día siguiente. Decimos también que el asueto del inminente Noviembre habrá sido maquiavélicamente maquinado para aprovechar las súper-mega-ofertas del asentado Buen Fin. Por supuesto, hay quienes ponen el grito en el cielo desgarrándose las vestiduras cuando escuchan las simpáticas ocurrencias; y por lo general aquellos ofendidos son los que menos respetan el contenido de nuestra Carta Magna y a quienes la revolución les ha hecho justicia en el sentido que usted piensa, aunque a los preceptos de Madero (el bueno) ellos mismos los hayan pisoteado, ignorado, olvidado y hasta me…. Mejor seguimos con el tema.

      Algo similar en cuanto a agraviados sucede cuando tocamos el tema de las festividades no cívicas de finales de Octubre y principios de Noviembre. Una de ellas, importada de los mismos que nos endosaron como iconos culturales cosas como la serie mundial de beisbol con todo y sus hot dogs con palomitas, los parques temáticos también con sus hot dogs y palomitas, y las películas hollywoodenses que por supuesto vemos mientras engullimos un hot dog con palomitas; la otra festividad dos días después, producto del peculiar amasijo en que se convierten nuestras tradiciones gracias a una mezcla elaborada desde la conquista, aderezada por contemporáneas cuestiones de tipo nacionalista, gubernamental y religiosa. Y por carecer nuestro autóctono acervo culinario de los hot dogs y palomitas, nuestras usanzas estarían marinadas con tequila.

    Pero si por un lado estaremos todos de acuerdo en que habremos siempre de conmemorar efemérides patrióticas para no caer en ese olvido que nos haría repetir trágicas historias según reza el conocido refrán, quizás por la parte cultural también habríamos de considerar el ver como cosa buena el celebrar la vida paralelamente a los arcaicos festejos que en no pocas ocasiones nos ponen más cerca y asemejan a un tipo de muerte distinta a la corporal para un caso, y bien podrían llevarnos a una nueva revolución en los otros.

     ¿Puede subsistir una cosa con la otra? Pues es obvio que sí. Vestirse de calabaza el último día del mes no impide llevarle flores solemnemente a los difuntos al tercer día, de hecho hasta tiempo existe en el inter para curar la peor de las crudas. Igualmente, salir desbocados a cazar ofertas en noviembre o a gritarle al televisor el primer domingo de febrero no son hechos que impidan la reflexión de lo que significó el estallido de una revolución o plantar el estandarte de su victoria formal siete años más tarde en la forma de nuestra Constitución.

      Para el caso del norteamericano Halloween contra el mexicanísimo Día de Muertos, cada año escuchamos desde las tribunas nacionalistas y los púlpitos cristianos los ires y venires de quienes buscan y escarban hasta encontrar algo oscuro que puedan relacionar con la tradición de los vecinos del norte para proteger a nuestros niños de tan peligrosas costumbres que califican hasta de satánicas. A esos fundamentalistas les parece mal que los gringos le hagan sombra a nuestro dos de noviembre pero no se inmutan si Santa Claus le roba el show al niño Jesús en diciembre.

      En mi opinión (omito aquello de “humilde” ya que por definición la opinión carece de humildad), las religiones, movimientos y organizaciones de ascendencias cristianas que incluyen a la inmensa mayoría de los mexicanos, habrían de flexibilizar un poco su dogma y así alentar a que nuestros hijos celebren la vida y la oportunidad de ser niños en un inocente, sano y divertido festejo libre de simbolismos macabros como algunos se empeñan en señalar. Y es que esta vida se vive solo una vez, y de acuerdo a la enseñanza o mensaje mayor del cristianismo, todos tendremos luego una eternidad para vivir la muerte.
    cesarelizondov@gmail.com

Mi Patrón

Publicado el 19 de Octubre de 2014


     Probablemente piensan que soy servil. Lo tomo como un cumplido pues servir es mi tarea. Otros dicen que tengo el mejor trabajo del mundo, opinan que mi patrón me concede demasiadas libertades. Y yo no podría quejarme de mi empleo, pero les aseguró que, aunque quiero mucho a mi patrón, la verdad no es como creen.

    Es cierto, rara vez está arriba de mí exigiéndome las cosas. De hecho, si yo no hago lo que él quiere o si me atrevo a ignorarlo, simplemente va y busca a alguien más que me supla en mis deberes. No tengo la obligación de pasar tarjeta como la mayoría de la gente, pero sé muy bien que ocho horas diarias no son suficientes para darle gusto a mi patrón, así es que aunque sin un horario fijo, termino por ser un esclavo de mi trabajo buscando su valiosa aprobación.

   Gozo de la atractiva libertad para escoger un período de descanso para disfrutar de mis vacaciones, pero cuando he completado los recursos para ir, como una cosa hecha adrede, coincide con sus más grandes demandas. Peor aún, si soy víctima de alguna enfermedad, ignora incapacidades, pero no es que me quiera mal, es solo que ni se entera.

    Siempre exige mi patrón la más alta calidad, sabe que si no soy yo, alguien más tendrá excelencia; y en su gran sabiduría, no me obliga a hacer las mejoras que el mercado está exigiendo, sabe bien que más temprano que tarde tendré que interpretar su sentir para actuar en consecuencia, pues corro un riesgo muy grande si no entiendo lo que él quiere.

    Hay quienes dicen que mi patrón desconoce el concepto de lealtad, yo no creo que así sea, pienso que tal vez yo me equivoco cuando le quiero servir, él no falla en su nobleza, es mi virtud que no alcanza.

   Siempre quiero que él me vea, quiero estar siempre en su mente, sé que a veces no me aguanta pues mi acecho es persistente. Solo espero que me entienda, es mi deber ir tras él. Algo que aprecio de él es su clemencia, en algunas ocasiones perdona mis deficiencias, me da otra oportunidad; muchas veces es humilde, y me brinda la confianza de enseñarle lo que se.

    En ocasiones es serio, no quiere que nadie le hable, dice estar solo mirando, pero yo bien lo conozco, sé que muy en su interior quisiera pedirme algo, yo tengo que respetarlo, nunca debo presionarlo, sé que al momento adecuado, regresará y me hablará. Otras veces quiere hablar, expresa algunos deseos, no siempre requiere de algo, de cualquier forma le atiendo.

     Es lo más voluble que hay, nunca acabo de entenderlo. Un momento quiere azul, al siguiente cambia a verde, pero sé porque lo hace, pues he estado en sus zapatos. Nunca quiere equivocarse, por eso es que reza el dicho que el sabio cambia opinión. Así es y será por siempre, esto suena a paradoja pero nunca va a cambiar, de estar en constante cambio.

    Me agrada lo que él ve en mí, sabe que puedo ayudarlo, si acaso me necesita, estoy listo a socorrerlo; unas veces me visita, otras veces yo lo hago, incluso en algunos casos, convenimos sin tratarnos; me da el gran reconocimiento de confiarme sus recursos, mi orgullo es la distinción de que a diario me hace objeto.

     Mi mayor gratitud a él, que permite el desarrollo, me da una realización que en mi labor he buscado, me ofrece un trabajo honrado que agradece mi familia. Le tengo tanto respeto, sobretodo porque él sabe, él nunca se ha equivocado…. siempre tiene la razón.

     Y es que al ser yo un comerciante, mi Patrón, benefactor, es quien compra, el cliente asiduo.
cesarelizondov@gmail.com


Miedo

     Publicado el 12 de Octubre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia

 Por supuesto que no tenía miedo. Me sentía a salvo cabalgando aquel negro corcel dando vueltas en el carrusel de la feria de Saltillo a espaldas del parque Francisco I. Madero; mi padre decía que estaba ahí para cuidarme mientras sujetaba mis hombros de manera que yo podía sentir recorrer mi cuerpo la adrenalina del vértigo hasta su clímax en la boca del estómago, siempre con la seguridad de unas manos que estaban listas para servir de malla protectora. Más adelante en mi vida, previo a los partidos de fútbol americano otra sensación se apoderaba de mi abdomen en las horas previas al encuentro al punto de hacer que devolviera el desayuno que mi madre había preparado. Venía el coach Uresti y me recordaba que una vez escuchando el silbatazo inicial, sucedería lo mismo que cada fin de semana: El temor se transformaría en endorfinas y podría disfrutar como siempre el deporte que tanto me apasionaba.

      Son historias que con alguna que otra variable compartimos la mayor parte de los mexicanos. Siempre encontrábamos en los mayores aquella mirada que navegaba entre la sabiduría, la condescendencia, el amor, y un auténtico respeto a la inocencia. Casi universal debe ser la plática de cuando tuvimos roto el corazón y nos dijeron que ese dolor pasaría. Especialmente mi generación escuchó que nuestro pueblo superaba una crisis económica solo para entrar en otra de peores dimensiones. Luego la vida empezó a llevar a cada adulto por senderos más particulares y los miedos serían por deudas impagables, pérdidas de empleo, tropiezos profesionales y conyugales, decesos de familiares y de aventureros amigos, crisis de la edad madura, menopausias y altibajos emocionales.

      Igualmente la figura paterna fue en ocasiones reemplazada por el maestro de escuela, el pastor religioso, el tutor asignado, el comprometido líder político o el siempre sabio abuelo; también durante la juventud, la figura materna era apoyada por las madres de los amigos, las cómplices tías, las instituciones responsables y hasta por la prostituta que además de una historia que contar, tendría el don de saber escuchar y el tiempo para poder hacerlo.

      Siempre nos bastó voltear hacia arriba para encontrar una fraternal mirada que comprendía fundados o falsos temores, y que invariablemente nos decía: “No hay nada nuevo bajo el sol, esto me tocó vivir cuando tenía tu edad y te puedo asegurar que eso que percibes como algo insuperable, mañana será algo que recordarás como una anécdota de tu camino.”

       Y entonces, ¿Porque hoy siento este maldito miedo que nunca antes hube experimentado? ¿Por qué jamás tuve miedo de lo que pasaba en mí y hoy tengo tanto temor por lo que les pasa a 43 jóvenes al otro lado del país? ¿Por qué este paralizante miedo por tanta delincuencia desbocada si no hay nada nuevo bajo el sol? Seguro estoy que nada tiene que ver que mi padre y abuelos hayan muerto, que mis mentores hayan bajado del pedestal o que los líderes de mi nación, del estado o el municipio pertenezcan a mi generación. Tampoco tiene que ver con que mi madre haya dado un paso atrás para respetar las decisiones que como adulto he tomado o a que hoy los mayores se interesen genuinamente en mis apreciaciones. No, este desesperante temor viene de ver que en las mesas de los mexicanos, a la pregunta del niño que busca respuestas a lo que pasa en su país, ya no encuentra quien le diga que esto ya lo habíamos vivido antes y que saldremos adelante…Y la mirada del padre busca la explicación del abuelo, y la vista del abuelo esquiva el cuestionamiento para perderse en una especie de lejano horizonte hacia el pasado, allá donde los mayores siempre tuvieron algo sensato y cierto que responder a su descendencia.  Ese es mi miedo.

cesarelizondov@gmail.com

¿Jugar o Ganar?

   Publicado el 05 de Octubre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia.

     A los doce años era como si ahí resolviera mi destino y la decisión estaba tomada…Pero no contaba con una cosa. Era un niño entrando a la adolescencia a quien le apasionaba el fútbol americano y durante la mitad de mi vida había sido el jugador consentido del equipo en que jugaba, mi gran entusiasmo por ese deporte era fielmente reflejado durante las prácticas y los entrenadores premiaban mi dedicación dándome múltiples opciones para jugar. Pero nunca había alcanzado un campeonato y eso me hacía sentir mal. Pensaba que un cambio de equipo me vendría bien en la búsqueda del tan elusivo primer lugar. Elegí la escuadra que dominaba la liga con el solo pensamiento de poder levantar el trofeo.

    Aquella era una escuadra plagada de excelentes deportistas y poder jugar entre tanto talento era cosa poco menos que imposible. Llegué al primer entrenamiento pidiendo la posición de mariscal de campo que venía jugando desde la primer vez que me calé casco y hombreras. En tres minutos el entrenador evalúo mis limitadas capacidades para ese trabajo y me despachó al área que más luce pero que peor castigo recibe: Corredor de balón, o running back. Estuve ahí las primeras semanas del año para llenar el hueco de formidables atletas que aún no se habían reportado al campo de entrenamiento, alguien era necesario para practicar y correr las jugadas mientras los seguros titulares se integraban al equipo.

   No era un joven tonto, y me daba cuenta que sería cuestión de tiempo para ser relegado a la banca. Decidí hablar con mi entrenador y le hice ver el gran error que había cometido al haber cambiado de equipo en pos de un título sin haber tomado en cuenta que no sabría a lo mismo ser campeón viendo los partidos desde las laterales. El me respondió que así era la vida, que tenía que elegir entre dos muy buenas cosas: Jugar como siempre lo había hecho o ganar un campeonato que jamás había alcanzado.

    Poco antes de iniciar la temporada, excelentes jugadores se integraron al equipo y en una ocasión el entrenador me llamo aparte para preguntarme que había pensado de lo que habíamos hablado. Respondí que tristemente concluía que era preferible perder luchando hasta el desmayo a ser campeón sin despeinarme, pero entendía que ya era imposible regresar a mi antiguo equipo. Me dijo entonces que sería el titular para iniciar la temporada, y que si mantenía una estricta ética de trabajo el puesto sería mío hasta el final.

    Tuve una temporada que en lo individual fue la mejor de mis años de practicar ese deporte. Perdimos un solo juego en el cual mi viejo equipo me maltrató como se castiga a un desertor; tuvimos que llegar al último partido para decidir al campeón. Y ahí, luego de una decena de juegos en dónde había brillado anotando cualquier cantidad de puntos, fui frenado por la defensa contraria sin yardas ni puntos y nuestra defensiva tuvo que sacar la casta haciendo la única anotación del juego para que finalmente yo conociera el sabor de un campeonato.

    Luego durante el festejo me diría mi Coach que él había medido las posibilidades del equipo desde el inicio de los entrenamientos y me explicó que una buena actuación del corredor de balón se debe más a quienes le abren brechas protegiéndolo de los rivales que a sus propias habilidades, y que él siempre supo que con el material humano que teníamos, todo era cuestión de cohesión para que algunos luciéramos gracias al trabajo de otros, siempre que todos fuésemos tras el mismo objetivo: Hacer las cosas bien.


     Más tarde durante mi juventud, cosas como el método científico, la separación de los poderes, las teorías de Einstein, las odiosas matemáticas y la intrigante filosofía me fueron presentadas dentro de las aulas, pero ningún postulado pudo igualar a lo que aprendí de mi entrenador José Inés Hernández: El arduo trabajo combinado con algo de conocimiento y bastante ética, rinde frutos independientemente del dilema que nos presente la vida, y en algunas raras ocasiones, podemos incluso salir por ambas vías de una disyuntiva para continuar jugando y encima, resultar campeones. 

cesarelizondov@gmail.com

10 Book Challenge

Publicado el 21 y 28 de Septiembre de 2014 en 360 La Revista. de Vanguardia

      Te garantizo lector que en al menos dos de mis libros seleccionados estarás de acuerdo conmigo. Podríamos decir que El 10 Book Challenge es una especie de movimiento que busca hacer del conocimiento colectivo los libros que han marcado la vida de las personas. Se supone que cada quien va publicando su lista y al hacerlo invita a algunos conocidos o amigos a dar a conocer su propia elección. Al parecer no hay en esto más bienestar, filantropía o altruismo que la simple recomendación que uno pueda dar o recibir de otros. Aquí publico mi lista sin un orden especial (salvo el número 10) y retaría a los lectores de 360 La Revista a hacer lo mismo entre sus contactos.

     
Pequeño Larousse Ilustrado. Muuyy pesado ¡¡
1.- El primer libro que me marcó fue un Diccionario Larousse. Espera, espera. No dejes de leerme pensando que voy a salir con pretensiones de erudito o jaladas de un nerd y ratón de biblioteca. La verdad es que ese libro me marcó físicamente porque aún tengo una pequeña cicatriz que me quedó de una gran guerra de libros y útiles escolares allá por mi infancia. Pero lo que simboliza el Larousse para mí, es el recuerdo de mi maestra que fue también golpeada por un libro volador; abandonó el salón llorando, humillada, ofendida y rebajada en su humanidad pero rescatando dignidad para nunca más regresar a dar clases. Con ese episodio alcance a vislumbrar el tamaño que puede tener la estupidez de las masas aun cuando estuvieran compuestas por personas decentes, preparadas, inteligentes o religiosas; comprendí que cuando nos escondemos tras el anonimato de la multitud, también nos ocultamos de nosotros mismos privilegiando decisiones, ideologías, dogmas y comportamientos que jamás consentiríamos en lo particular.

   
Uno de los libros que marcaron a
Enrique Peña Nieto.
2.- Kane & Abel, de Jeffrey Archer. Leído en mi época de la vida en la que uno tiene tantas certezas como ateos encontramos en misa; además de ser el primer libro tipo ladrillo que leí, se convirtió en mi inspiración vocacional para el perfil del oficio que más tarde escogería. Cuando no existían certezas, ese libro me hizo ver que quizás en mí anidaba una vocación.

     Por cierto, a este libro hizo alusión Enrique Peña Nieto en aquella infortunada intervención en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara cuando buscaba llegar a la presidencia de la república. Cuando leí la transcripción completa de aquel diciembre, supe que además de una generación, compartía con el hoy Presidente de México las mismas lecturas de juventud; y también me di cuenta de cuánto daño se puede hacer a la imagen de una persona cuando se saca de contexto una declaración o entrevista. Espero tener algún día la oportunidad de estar frente a EPN, pero no para reclamar o discutir sobre las políticas del país o para hacer mofa de sus resbalones ante cámaras y micrófonos, sino para decirle que si en verdad leyó el libro de Archer, tiene la oportunidad de convertirse en un William Kane, porque yo he tratado de ser un Abel Rosnovski. Él entenderá lo que le quiero decir.

   
El signo de los cuatro, Un estudio en Escarlata,
El archivo de Sherlock Holmes, Su última
reverencia, El regreso de Sherlock
Holmes, El sabueso de los Baskerville, El valle
del terror, Memorias de Sherlock Holmes, y
las Aventuras de Sherlock Holmes. Uffff,
suficiente bibliografía original como para  que
además me exigiera el maestro citas y
bibliografía de terceras personas
3.- Toda la saga de Sherlock Holmes, por Sir Arthur Conan Doyle. Leer absolutamente todo lo que escribió Doyle de su inventado detective londinense me hizo tersa la transición de la sencilla forma del comic hacia los profundos libros de fondo. Presenté en alguna materia de la universidad un excelente trabajo sobre Holmes que me fue pésimamente calificado porque al citar la bibliografía, el maestro esperaba referencias a trabajos de terceras personas y nunca me creyó que todo era producto de mis propias lecturas y conocimiento de la obra completa de Conan Doyle. Bueno, ahora escribo en el diario más importante de mi estado y el seguirá pensando que es necesario copiar a otros para que las cosas salgan bien.

     
Más que por haberse acostado con Brooke Shields,
 admiro a Agassi por su forma de levantarse.
4.- Open, de Andre Agassi. No es broma. Algunos pensarán que la biografía de un tenista irreverente nada tiene que hacer en una lista como está y otros creerán que con mi limitada capacidad no pude haber entendido nada escrito en otro idioma. Pero además de ser importante para mi haber leído en inglés, la transformación humana y espiritual del que pudo haber sido el mejor tenista de todos los tiempos es algo ameno e inspirador a la vez.

   Si he dicho que el Ave Fénix es mi héroe mitológico por excelencia y que los hombres trascendentes tienen más similitudes con las defectuosas alas de Ícaro que con el poderío de Atila, después de leer Open, pienso que Andre Agassi fue como Atila durante su tardía juventud, cayó dolorosamente como Ícaro más adelante para lograr luego levantarse como el Ave Fénix en lo personal y deportivo, para final y felizmente renacer en un hombre de familia.

     
Un clásico libro de un clásico escritor.
 5.- Metamorfosis, de Franz Kafka. ¿Qué te puedo decir de este libro? Creo que todos los seres humanos llegamos en ocasiones a identificarnos con Gregorio Samsa, por no decir que con las cucarachas.

     6 al 10. Por motivos de espacio continuaremos con la lista la próxima semana, donde encontrarás algunos libros comunes a mucha gente, pero estoy seguro que mi preferido no está en la lista de nadie. Excelente domingo ¡¡



Publicado el 28 de Septiembre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia

10 Book Challenge (2ª parte)

    Luego del Diccionario Larousse que me marcó en forma de cicatriz por una guerra de libros y útiles escolares dentro del salón de clases, del Kane & Abel también leído por Peña Nieto, de toda la saga de Sherlock Holmes, de "Open" del irreverente y moderno Ave Fénix llamado Andre Agassi y de la Metamorfosis de Kafka, continúo con mi lista de los diez libros que me han marcado en la vida. Espero no decepcionarte:

   
¿Que le queda al hombre cuando ya no
tiene nada?
6.- El Hombre en Busca de Sentido, Viktor Frankl. Prisionero, esclavizado, y con la incertidumbre de cuanto tiempo le permitirán vivir; despojado de su familia, de sus bienes materiales y hasta del mismo vello y cabello de todo el cuerpo, ¿Qué le queda a un hombre? Solo encontrar el sentido de la vida. El crudo y estremecedor relato del Dr. Frankl de su vivencia en un campo de concentración nazi curiosamente tuvo primero en mí un efecto distinto al de aceptar un destino buscándole sentido por no tener el futuro en mis manos; me hizo ver en un momento dado que si bien había perdido mucho, aún no había perdido todo, por lo que todavía podría ser peor. 
  Abandonarse sin abandonar fue el mensaje que capté. Con esto confirmé con el libro de un judío sobreviviente del holocausto la oración de Charles de Foucauld, un católico asesinado hace casi un siglo, la Oración del Abandono es una plegaria que desde hace años me viene haciendo mucho sentido cuando la escucho en mi comunidad.

     
El genio de Cortázar, Sallinger,
 Akutagwa, Bierce y Borges en 5
cuentos que revolucionaron el
género. Magistralmente explicadas
las técnicas de las que se valieron
para lograrlo
7.- Cinco Golpes de Genio, Ronaldo Menéndez. ¿Qué  +"$&*/%)#& hace un libro didáctico aquí? Es que de ahí fui guiado a leer cinco de los mejores relatos de la literatura universal para luego entender como sus autores se valieron de diferentes técnicas para sus originales creaciones. Como lector, los cuentos a los que me remitió el autor conforman por si mismos otra lista especial de preferencias, mientras que como aspirante a escritor, lo expuesto pedagógicamente en ese libro son herramientas de oro que no pierden su vigencia a la hora de contar historias.

   
 
Muchos años después, frente al
pelotón de fusilamiento....
8.- Cien años de Soledad y El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez (por no haber leído el libro número uno de mi lista, me permití la libertad de poner dos aquí). Se dice que algún día comentó el Gabo que había tenido que escribir “100 años” para que la gente leyera “el Coronel”. Con estos dos libros descubrí el genio de García Márquez: Mientras que al premio Nobel le llevó alrededor de quinientas páginas de realismo mágico y cien años dentro de su obra magna para desarrollar la intrincada historia de toda la estirpe de los Buendía en el mítico Macondo, al colombiano le basto algo que casi entra en la definición de cuento por su acotada extensión y un solo e inolvidable vocablo al final de la novela del coronel para sintetizar todo el sentimiento, frustración y enojo de quien se sabe olvidado y derrotado por la vida, así como traicionado y decepcionado por su patria.

...Mierda, salió muy chico el dibujo ¡¡

   
 
Densa novela
9.- El Extranjero, de Albert Camus. Cuando leí este libro quedé sumergido en depresión. Tenía tiempo sintiéndome como el monsieur Mersault y creo que nunca había experimentado tanta identificación con personaje alguno. La buena noticia es que precisamente por eso pude observar mis similitudes con Mersault y busqué la manera de escapar a esa horrible realidad virtual para encontrar finalmente algo que me condujera por mejores caminos para no terminar como Camus, sin hacer de su trágica y prematura muerte una metáfora a sus creencias (o falta de). A El Extranjero, aun siendo una historia tan bizarra, triste e inhumana, le guardo especial cariño porque su lectura fue lo que finalmente me empujó a valorar el último libro de mi lista:

  
 
El libro que más me ha marcado.
10.- El mejor, el libro que más me ha marcado en la vida es El Pájaro de los Siete Colores. Este libro infantil me lo regaló su autor y amigo mío Diego López Narro. Una vez que llegué a la casa con el libro bajo el brazo, mis hijas me hicieron prometer que se los leería por la noche, lo cual felizmente pude hacer. De ahí, durante buena parte de su niñez tuve la oportunidad de releerlo con ellas en muchas ocasiones antes de dormir, entendiendo cada vez algo mejor. Pero ese algo que iba entendiendo no solo era la leyenda de un ave multicolor, sino la historia que noche a noche estábamos escribiendo para nosotros como familia, y para cada uno en lo particular. Entendí con la lectura del Pájaro de los Siete Colores algo que ningún otro libro me pudo haber enseñado: Que no existe conocimiento, fórmula o diseño plasmado en los más caros papeles de este mundo, ni poesía en los más hermosos versos de un poema, ni bien tejidas historias escritas en prosa de elegancia y ritmo perfectos, que puedan darte la felicidad que las cosas más simples de la vida te allegan, y que estas simples cosas sean tan bellas y valiosas como la vida misma.
 cesarelizondov@gmail.com     
   

¿Tu haces la masa?

  Publicado el 14 de Septiembre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia

    La misma pregunta se vienen haciendo los padres de familia desde tiempo inmemorial: ¿Hasta dónde llegara esta juventud? Dice mi madre que en su niñez era cotidiano tener una gran mesa destinada a amasar en cada hogar. Aprendían desde pequeños a utilizar el rodillo para elaborar tortillas de harina y maíz, galletas, pasteles y principalmente los diversos tipos de pasta para las recetas diarias de cocina. Tiempo después y cuando ella se hubo convertido en ama de casa, la industrializada pasta seca empaquetada fue el rápido y económico sustituto a la titánica tarea de mezclar, extender y cortar la masa sobre la mesa.

    Y hoy en día, la magia de las economías a escala y el frenético estilo de vida que llevamos hacen que sea común para las señoras esa práctica de comprar comida preparada como alternativa barata (en más de un sentido) antes que meterse horas en la cocina. Mi abuela decía que a mi madre le toco una vida fácil y desahogada comparativamente porque a principios del siglo XX tanto los huevos como los tomates de la salsa y también la harina, eran de producción casera; por supuesto que nuestras madres piensan que la industrialización hizo de nuestra generación una sociedad acomodaticia; y claro, hoy nos quejamos de que los jóvenes globalizados no sepan ya no digamos cocer la pasta, no aprenden ni a preparar un café. Pero, ¿Es realmente eso importante?

    Si todos somos honestos, y ofreciendo una disculpa por la irreverencia a cada generación ascendente, habremos de reconocer que nuestras madres superaron a la abuela al ingeniárselas para abrir brecha en una transición de cerrazón y machismo hacia la incorporación de la mujer en los quehaceres productivos formales de la economía; también habremos de ver que la mujer de nuestro tiempo mejoró a la antecesora porque ha luchado sin tregua perfeccionando el rol femenino al despojarse de la llamada discriminación positiva para reclamar su lugar al lado y nunca más detrás del hombre sin descuidar su papel social de madre, esposa, pareja o amiga. Y lo mismo pasa con los varones: Aunque ya nadie sabe llevar una serenata al estilo Pedro Infante y hace muchos años que la caza y la pesca dejaron de ser una necesidad para convertirse en deportes, los jóvenes de hoy encuentran nuevas y diversas formas de ser más completos que nosotros.

     Escucho una y otra vez a los adultos menospreciar las virtudes de la juventud actual. ¿A dónde llegarán pegados a sus gadgets? Pues yo no sé si aprenderán a producir la pasta casera, a memorizar la tabla periódica o a parlar en arameo, pero los he visto desplazarse por gigantescos e intimidantes aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses de países extraños con absoluta soltura para ordenar un spaghetti en Sbarro´s y encima ligarse a la cajera, cosa que nuestros abuelos jamás soñaron (ni viajar solos, ni pedir el spaghetti.... menos ligarse a la cajera). Los he visto entenderse con gente de todo el mundo a través de las redes sociales en un dialecto que es carente de reglas pero abundante de sentido mientras que a nuestros padres, su perfecta ortografía y trabajada caligrafía no les alcanzaba más que para comunicarse por el lentísimo servicio postal con una persona a la vez. Los he visto realizar increíbles creaciones artísticas apoyados en lo que la tecnología les ofrece hoy, luego perfeccionan sus trabajos para finalmente imprimirlos y así ocupar en la pared el lugar de aquel infantil bosquejo firmado por alguien que si sabía cómo utilizar pinceles, pero que nunca aprendió a usar la imaginación. Los veo logrando aquello que todas las generaciones anteriores anhelaron y que jamás alcanzaron: Ser los actuales ciudadanos del mundo, y sus futuros dueños.

    Quizás sea tiempo de reconocer en nuestros jóvenes esa capacidad de prescindir de lo que no les sirve del pasado para allegarse un mejor futuro. Dejemos ya de quejarnos de las limitaciones de nuestros hijos en función de nuestro ayer para enfocarnos en sus capacidades de cara a un mañana más integral y completo para ellos, ya que por más que el mundo hoy parezca girar más rápidamente que antes, no deja de rodar igual que siempre. Quien no entienda esto y pretenda que la juventud de hoy es menos capaz que la de ayer, debería salir a conseguir su comida con piedras y palos si es muy hombre, o a cosechar el trigo para producir la harina si se dice mujer.

Señales

Publicado el 07 de Septiembre de 2014 en 360 La Revista, de Vanguardia

    Para algunos son coincidencias y he escuchado a otros llamarles Diosidencias, creo que para motivos de esta columna y por consenso habría decir que están precedidas por algo así como señales. Las señales relatadas en este escrito son tan reales como la convivencia de espíritus entre nosotros o la feliz existencia para los niños de un gordo señor de largas y canas barbas. Lo narro tal como lo escuché; ahí va:

   Desde que tenía memoria siempre había estado atento a las señales. La primer coincidencia que vio fue la fecha de su nacimiento en relación a su lugar en la familia (05/05/1955, quinto hijo), una señal sin duda. A lo largo de su vida encontró muchas más casualidades de distintos tipos durante su niñez y juventud, siempre las interpretó como señales. Sufrió de la burla de los demás cuando el termino bullying ni siquiera existía, pero a él no le importaba, pues estaba convencido que las señales que él veía lo llevarían algún día hasta alguna parte.

     Así que no tuvo que pensarlo mucho cuando despertó el día de su cumpleaños número cincuenta. Ese día, el 5 de Mayo de 2005, se encontró con lo siguiente al abrir los ojos: El reloj despertador marcaba las cinco de la mañana. Mucho tiempo había esperado ese momento, sabía lo que tenía que hacer.

     Espero cinco llamadas de felicitación y cinco minutos más antes de salir de casa. Subió a su auto y se dispuso a manejar hasta su destino. Al llegar, estuvo dando vueltas en el estacionamiento hasta encontrar lugar en el nivel cinco, fila cinco por supuesto.

    Entro en aquel estilo de templo pagano donde quizás no una Diosidencia, pero tal vez si una coincidencia se estaría cocinando. Otra vez fue paciente para esperar a que hubiera cuatro personas formadas y ponerse al final. Hubo de convencer a un guardia de sus buenas intenciones que al verlo sospechoso lo instaba a formarse o abandonar el lugar. Claro, esto ante la taquilla número cinco.

   
 Sacó un fajo de billetes con cinco mil dólares que había ahorrado durante mucho tiempo, me tomaré una libertad al decir que cinco años estuvo juntando su dinero. Preguntó que había para la quinta carrera y la señal final llegó más pura y cristalina que el agua. Un experimentado hombre cabalgaría sobre un joven caballo, eso era claro, pero no podía creer que además de estar en el carril cinco hubiese más señales:

    El jinete poseía un extenso legado de herencia en el oficio gracias a sus ancestros y sus propias credenciales eran suficientes, pero lo que más le agradó a nuestro amigo fue el símbolo romano al final de aquel nombre que daba fe del lugar que ocupaba en aquella dinastía familiar dentro del negocio: V. Por otro lado y para cerrar con broche de oro, el joven corcel tenía todo su ímpetu, brío y fuerza guardada: No había conocido hembra. ¿Su nombre? Quintito. Uffff ¡¡ ¿Qué hubieras hecho tú?

    Pues él hizo lo mismo que yo pensé. Nueva espera a que transcurrieran algunas carreras antes de la número cinco en la que él había apostado todos sus ahorros. Sintió un poco de decepción al ver que las gradas no estaban numeradas, estaban en orden alfabético y obviamente decidió sentarse en la hilera con la letra E, pero eso sí, butaca cinco.

    No lo sabía porque no había tenido la precaución de contarlos, pero estaba fumando su quinto cigarro del día cuando abrieron las compuertas. Salieron disparados los caballos y él se sentía extrañamente nervioso sin saber porque, pues sabía desde su niñez que ese día llegaría y las señales habían sido las correctas, así que lo que debería sentir era absoluta confianza. Se le acabaron las uñas de cada una de sus manos, con cinco dedos cada una.

     En un apasionante y cerrado final, Quintito estaba a la cabeza al tomar la última recta, las señales se estaban dando. Los demás jinetes fustigaban a sus caballos y estos respondieron apretando el paso. Se hizo un grupo compacto en los metros finales, un auténtico final de fotografía que tuvo que ser dirimido por la cámara lenta y demás tecnologías. Y las Diosidencias o coincidencias dieron la razón a las señales: Quintito hizo honor a su nombre, llegó en quinto lugar.


Matrimonio

Publicado el 31 de Agosto de 2104 en 360 La Revista, de Vanguardia

¿Boda? Me pareció un tema algo alejado de mi realidad actual, así que decidí hablar mejor de matrimonio. No es muy ortodoxo verlo así, pero fue lo que se me vino a la mente al pensar en algunos tipos de uniones que se dan hoy en día. Son palabras de un hombre sabio e inteligente para un inexperto hijo que, como todo joven, es influenciado por lo que escucha de los demás:

-En este momento es una decisión importante y por supuesto que mi consejo será el que hagas las cosas bien para que después no tengas que volver sobre tus pasos y empezar de nuevo con el estigma de un fracaso que no es tal. Pero tampoco te creas eso de que la decisión que tomes tendrá que ser para siempre. Eso es cosa del pasado, eso decían antes y ya ves que mal le fue a tu tío Odilón, si, el Mandilón; le ha salido bastante caro obstinarse en su decisión y ya se hubiera ahorrado tiempo, corajes y bastante dinero de haber sido más inteligente, o menos terco.

Primero que nada, tienes que tener muy en claro la importancia cabal del concepto de lealtad. Y es que siempre que faltes a la lealtad, ella se dará cuenta más temprano que tarde y te aseguro que eso te dará enormes dolores de cabeza que siendo leal nunca tendrías. La lealtad la deberás extender a todos los agregados que tengas con ella porque, aunque no serán igual de celosos y suspicaces, hablarán su mismo idioma a la hora de hacerte pagar tu traición, y puedes estar seguro que te harán pagar más caro de lo que pudieras pensar.

No la descuides. Célala de igual forma que nuestros antepasados hacían con el caballo y la pistola, no dejes que nadie la toque y ni siquiera se acerque; y nunca, jamás permitas que por tu descuido alguien tenga acceso a ella porque es bien sabido que cualquier otro con más virtudes que tú, te puede borrar fácilmente de su memoria así como eliminar de su mundo todo lo que tenga que ver contigo. Guárdala, consérvala y cuídala como a una joya porque al paso del tiempo en ella encontrarás valiosas cosas de tu pasado.

Aléjate de ella cuando no te encuentres en tus cinco sentidos. No hay nada más iluso y torpe que pretender ser gracioso, cariñoso, asertivo e inteligente cuando algo afecta a tus sentidos. Mejor aléjate y vuelve después, estoy seguro que no te lo reprochará.
No te vayas sin fijarte por un amor a primera vista. Y si, ya sé que está muy gastado aquello de que lo que importa es lo de adentro, pero créeme, así es. Por supuesto que una cosa no tiene que estar peleada con la otra: Puedes obtener ambas virtudes… así como ambos defectos.

Jamás, jamás la golpees. Es tan frágil o más que su apariencia. Cuida de su estado físico-estético, y aunque ya te he dicho que lo más importante es lo está por dentro, las heridas superficiales a menudo tienen secuelas también en el interior.
Tenle un buen hogar. Que no pase frío cuando invierno, que no pase bochornos en verano. Que no le pegue mucho el sol y recuerda siempre que cuando vayas a la playa, deberás respetar su naturaleza de no entrar al mar, así son ellas. Ve tú solo y al regresar verás que te estará esperando en la habitación, lista, fresca y descansada para ti.



Entonces, hijo mío, solo me resta desearte que hagas tu mejor elección, y que recuerdes que no importa tanto a cual escojas, cualquiera puede servir siempre y cuando atiendas los consejos que te he dado. Pero si insistes en que te dé mi opinión te la daré: Entre una computadora Apple y una Samsung, y entre un sistema operativo IOS o un Windows, en ambos casos me voy por lo segundo. Pero es tu decisión, eres tu quien se va a casar con una marca. 

Leer. Mágicas palabras

Publicado el 24 de Agosto de 2014

     Durante mucho tiempo me pregunté si los cines que exhibían películas de contenido sexual le hacían algún pago por sus servicios a los mentores de las escuelas católicas en Saltillo. Y es que estos se convertían en los máximos promotores de las cintas prohibidas con simples y  mágicas palabras que nos decían: No se les ocurra ir a...

     En muchas ocasiones, ni siquiera nos habíamos enterado de lo que pasaba en la ciudad y las inocentes advertencias nos arrastraban imantados hasta cines, conferencias, teatros, conciertos y cualquier tipo de evento censurado desde el manto protector del conservadurismo.

    Me quedo clara la infinita estupidez del proteccionismo dictado desde el sentido doctrinal cuando finalmente y después de años vi uno de los filmes más atacados de Martin Scorsese: La Última Tentación de Cristo, cinta que, aunque no es la intención original del libro, se convierte en un auténtico llamado para apreciar positivamente a las religiones cristianas.
La película prohibida de Scorsese

     Y por supuesto que Scorsese no hizo más que llevar al séptimo arte la obra escrita de un impronunciable autor griego que solo quería decirnos que no existe tentación más grande que ser un hombre común, negado a su destino y en una existencia sin sacrificios.  Pero ya voy desvariando, para variar.

        Entonces volviendo (o iniciando) con el tema original, durante la semana que termina, nos encontramos con una nueva campaña de Vanguardia: Leer. Vimos anuncios en el periódico, habrá otros en las paradas de autobuses, espectaculares en diversos puntos de la ciudad y otro adosado a la fachada del edificio de Carranza y Chiapas. Ingeniosamente, Vanguardia acuñó con grandes letras cosas como “Leer mata”, “Leer engorda”, “Leer destruye”; seguidas de frases simples en letras pequeñas como el aburrimiento (para mata), la inteligencia (para engorda) o el analfabetismo para destruye.
Campaña de Vanguardia
       Son palabras que inmediatamente captan nuestra atención. Una vez enganchados con la propuesta, se nos invita a leer lo que queramos, a leer más. Y ahí es donde finalmente me pregunto qué pasaría si los adultos de hoy hacemos algo parecido a mis mentores del ayer, es decir, deslizar en charlas casuales las mágicas palabras de la censura. Puedo imaginar en su rebeldía a las adolescentes por la noche, cobijadas sobre su cama con la lámpara del celular enviando luz sobre el libro maldito, hojeando Las Sombras de Grey en lugar de estar viendo el torso desnudo del nuevo galán de la vieja fórmula de las telenovelas; imagino a jóvenes varones devorando clásicos que antes no quisieron leer porque recién escucharon que ahí el sexo es tan explícito como en la pornografía de la red; imagino adultos leyendo libros del tipo Código Da Vinci o México Negro para dar rienda suelta a sus cuestionamientos, reclamos y orgullos, religiosos o patrioteros. Como bien dice Vanguardia en su campaña, leamos lo que sea, pero leamos más.


     Si pudiésemos despojarnos de falsas poses y ataduras, o si pudiéramos entender que la juventud es curiosa por su edad y naturaleza más nunca por maldad, si aceptásemos que es mejor morir sabiendo que vivir ignorando, y si lográramos convencernos que una mente abierta es una mente más sana, seguramente podríamos jugar a soltar las mágicas palabras no con la finalidad de la censura, sino con la esperanza de despertar la lectura.

    Y es que cuando la gente descubre que existe más sexo en un escueto libro de su casa que en una apasionada luna de miel, cuando ve que las enfermas relaciones descritas en los libros de García Márquez son más torcidas de lo que terceros ventilan en Facebook, Twitter o el diabólico Secret, cuando sigue un razonamiento de Conan Doyle, Agatha Christie o Allan Poe para que sus detectives capturen al asesino en lugar de seguir la sección policiaca del noticiero local, cuando se entera que el personaje de la historia escrita siempre tiene muchos más matices que el protagonista de la película, o cuando se identifica ante una situación planteada por el autor, o cuando se sorprende a sí mismo yendo al fondo de las cosas en lugar de conformarse con lo que siempre le han dado, es ahí, es entonces que el lector queda para siempre atado, enamorado, de las mágicas palabras.

cesarelizondov@gmail.com